domingo, 26 de febrero de 2012

Torpeza democrática

Las desproporcionadas cargas de la policía contra los chavales del instituto Luis Vives de la ciudad de Valencia han puesto de manifiesto la torpeza democrática del nuevo Gobierno del PP. Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, acaba por romperse. Y esto es lo que le ha pasado al PP. Durante los gobiernos de Zapatero se tildó su política de seguridad ciudadana de blanda y miedosa. En la primera oportunidad que han tenido se han descubierto, aunque se niegue expresamente que los temas de seguridad ciudadana son muy sensibles y más vale pecar de prudentes que de osados.

La carga de la policía respondió a directrices de la delegada del Gobierno. Las imágenes hablan por sí solas. Su actuación recuerda a los tiempos de la dictadura. Inaceptables e intolerables por su bestialidad y crudeza. La responsabilidad política es del Gobierno, mal que le pese a la delegada, que a pesar de comportarse como un halcón, después fue incapaz de comparecer ante los medios de comunicación, lo que hizo el jefe Superior de Policía mandatado por ella, con poca fortuna, por cierto. Algo insólito. La policía nunca debe comparecer, salvo para cuestiones técnicas; al menos los que hemos tenido mando en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado lo hemos tenido siempre muy claro. La responsabilidad política siempre era nuestra.

El Gobierno ha reaccionado mal. Una acción como la de Valencia requiere la asunción inmediata de la responsabilidad política. Entre otras razones para evitar en un futuro que una actuación de esas características no se vuelva a repetir, pero también por respeto a las víctimas de la carga desproporcionada. La delegada del Gobierno debiera haber sido cesada fulminantemente. Sin embargo, el PP ha demostrado, una vez más, su doble vara de medir. Ha puesto en marcha el ventilador, y los culpables de este suceso son los chavales que protestaban por no tener calefacción y los socialistas. Para ello, no ha dudado en poner en marcha su amplio abanico mediático y a los tertulianos afines. Ahora resulta que los que vamos contra el Estado somos los que reclamamos el Estado de Derecho.


La semana ha estado acompasada por los carnavales. Unas fiestas con menos colorido y profusión que otros años debido a la crisis y a la falta de dinero, pero que siguen evocando la burla y el toque irónico de los temas de actualidad. No ha faltado Urdangarín, o los Gürtel en las calles de nuestras ciudades; o la llegada del nuevo Gobierno con Rajoy y su comparsa. En la ciudad de Segovia el colorido y el ambiente, aunque algo, menor ha acompañado. No han faltado a su cita en la calle el líder de IU en el Ayuntamiento, Luis Peñalosa, y el
alcalde socialista, Pedro Arahuetes, con sus respectivos disfraces. El alcalde, como mandan los cánones, saludó a su valedor en el Gobierno municipal, si bien este no le reconoció hasta que recibió la ayuda adecuada de su entorno. Debía estar el edil Peñalosa muy metido en su papel reclamando la justicia del pueblo para todos aquellos que a priori no merecen sus respetos.

Las torpezas democráticas bien merecen su sátira en fiestas como los carnavales, a la vez que les dan ese toque popular y justiciero. No es para menos.





domingo, 19 de febrero de 2012

Quiebra del espíritu constitucional



Los ecos de la reforma laboral ya han llegado masivamente a la calle. Las manifestaciones convocadas por los sindicatos han puesto de manifiesto el nivel de indignación de los españoles con la reforma laboral del Gobierno del PP. Una reforma que quiebra los principios de negociación colectiva recogidas en nuestra Constitución y que supera líneas rojas que ni la propia dictadura se atrevió a traspasar en su momento en materia laboral. La mayoría absoluta no da derecho a romper los pactos de consenso que informaron la Transición democrática.

Derecha e Izquierda renunciaron, a la hora de pactar la Constitución española, a muchos de sus planteamientos en aras al consenso y para garantizar la convivencia de los españoles. Aznar ha defendido la tesis de que los conservadores españoles ya han pagado durante estos años un duro peaje renunciando a sus principios ideológicos, y es el momento de defender e impulsar los principios y postulados neoliberales. Así lo están haciendo, mucho más cuando cuentan con una mayoría absoluta holgada. Este Gobierno es un gobierno de “contrarreformas”. Ahí está la reforma laboral, ya aprobada; pero revocaran la ley de plazos de interrupción voluntaria del embarazo; y el propio presidente Rajoy anunció en su momento que derogaría la ley que posibilita el matrimonio entre homosexuales. La mayoría absoluta le da alas al PP.

En la reforma laboral el Gobierno del PP ha actuado al dictado de la patronal. Ha roto el equilibrio en la negociación laboral entre empresarios y sindicatos, a favor de los primeros. Ha despreciado los derechos de los trabajadores y ha precarizado el empleo. La reforma laboral se centra fundamentalmente en el abaratamiento y facilitación del despido. Y, argumentado que busca la competitividad de las empresas, impulsa la bajada de los salarios sin explorar otras fórmulas alternativas que permitan mejorar la productividad. La reforma no respeta derechos esenciales, como el “derecho a la salud”. Una ausencia justificada de un trabajador durante nueve días en intervalo de dos meses es motivo de despido.

El PP intenta enmascarar su actuación con propaganda política. Sabe que todo vale si se confunde a la opinión pública. Y en eso son unos maestros. Han convertido la mentira en un arma de acción de política. Para ello cuentan con un importante elenco de medios de comunicación que se mueven bajo su ámbito de influencia y amplifican los mensajes. Solo les queda asaltar la Radio Televisión Pública, y están en ello. Esto es lo que les hace inmunes a actuaciones como la subida de impuestos o el abaratamiento del despido, cuando prometieron lo contrario. Y lo que quede por venir. Hoy el PP está ajeno a los valores que marcaron el espíritu de la Transición. La mayoría absoluta les ha sentado mal a los españoles, aunque parece que muy bien a los populares.










domingo, 12 de febrero de 2012

Salarios a la baja


La reciente aprobación de la reforma laboral por el Gobierno de PP marca un antes y un después. A partir de ahora el paro deja de ser del PSOE para ser del PP. Los populares han hecho de la reforma su instrumento estrella para sacar a España de la crisis y crear empleo, al margen del modelo productivo y de la estructura económica del país. Una reforma que se va a traducir en una caída drástica del salario medio de los españoles y, a corto plazo, en un importante incremento de desempleo. Ahora es posible llegar a los seis millones de parados, como parece ser que reconocen algunos ministros en privado.

Se trata de una reforma llevada a cabo con premeditación y alevosía. Una reforma cainita con los derechos laborales. Se niega el derecho a la negociación colectiva y se avanza hacia el despido barato y libre. Una reforma escondida, incluso en su presentación, donde se ha vuelto a faltar el respeto al pueblo español al no decirle la verdad; y la mentira se ha convertido para el Sr. Rajoy y los populares en un arma política para enmascarar las malas noticias.

La reforma no solo abarata el despido de una forma torticera y poco clara, ya que parece decir una cosa cuando es la contraria: así, únicamente se respetan los derechos adquiridos en la indemnización por despido y derechos de tramitación de aquellos contratados antes del 84, cuando el texto da a entender que se respeta hasta la fecha de hoy. Conlleva también una quiebra de los derechos laborales. Impone el criterio de los empresarios en las relaciones de trabajo: podrán bajar el sueldo a los trabajadores sin necesidad de acuerdo, simplemente por razones de competitividad y productividad, como se desprende del RD Ley. Con ello se pretende que cuando caiga la actividad el ajuste no se haga por la vía del empleo, sino a través de los salarios, en lugar de potenciar políticas que permitan mejorar la productividad y competitividad de las empresas.

Ante esta reforma contrasta la posición de los líderes sindicales frente a otras reformas laborales emprendidas por el Gobierno socialista, visto lo visto, de guante blanco. En aquellas ocasiones el líder de CCOO se tiró a la yugular, junto a los líderes provinciales de su sindicato, como el de Segovia, que intentó afear la presencia del actual secretario de Organización del PSOE, Óscar López, y del secretario general de Segovia en la manifestación del 1º de Mayo. Ahora, Toxo se permite el lujo de decir “no vamos a entrar al primer trapo que nos pone el Gobierno”; o “lo que menos necesita este país, en este momento, es un profundo conflicto social”. Esto lo dice él, que incentivó la conflictividad social cuando nuestro país estaba al borde del abismo.

Por otra parte, cabe plantearse la inconstitucionalidad de esta norma. ¿La bajada de los salarios tiene un límite? ¿Pueden estar por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI)? ¿Se quiebra el derecho a la negociación colectiva? No está claro. Los sindicatos están ajenos al recorte de derechos. Los socialistas no podemos estarlo, y por eso lo pelearemos en los órganos constitucionales.







lunes, 6 de febrero de 2012

Ganado el futuro

Trabajo, trabajo, trabajo y más trabajo, pero también unidad, cambio, compromiso, liderazgo compartido, ideas, equilibrio intergeneracional, mensaje común, oposición útil e inteligente, partido federal que no confederación de partidos, comisión ejecutiva fuerte… Estos y otros términos expresan y resumen gran parte del ideario político del nuevo líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Un gran líder. Una persona curtida en experiencia y conocimientos que tiene un proyecto socialdemócrata para España y un proyecto de partido transformador y progresista para todos aquellos que se sientan comprometidos en nuestro país con una sociedad cohesionada.

La elección de Alfredo Pérez Rubalcaba significa un corte con lo que algunos han definido como el “zapaterismo”, que de alguna una manera defendía la opción de Carmen Chacón. En este congreso se ha optado entre un modelo de socialismo moderno de corte realista y pragmático frente a otro de tono romántico y en una continua carrera de superación a sí mismo. Se ha elegido entre dar respuesta a los problemas con propuestas reales o enrocarse en planteamientos utópicos con la que está cayendo. En definitiva, entre “hacer política” o “jugar a la política”. Desde mi punto de vista, y con todo el respeto a otros planteamientos, la sensatez ha ganado, aunque con muy poca holgura.

Los 952 delegados del 38 Congreso del PSOE han elegido a su secretario general con plena libertad democrática. En muchos han primado más las razones emocionales que las racionales. No dejan de ser sorprendente las razones esgrimidas por algunos compañeros para elegir una u otra opción: algunos invocaban razones territoriales para justificar su voto; otros el poder de referencia de algún líder local, aún entendiendo y reconociendo como mejor opción la alternativa; y otros, los menos, proyectando sus propias frustraciones políticas. Por suerte, los más, por convicción en el candidato y con lo que representaba. Los delegados del PSOE en este congreso no han hecho más que reproducir el perfil sociológico del españolito de a pie. Al final siempre prima “la ley de los grandes números”.

Una vez elegido el secretario general y su ejecutiva, ya solo queda trabajar el futuro para hacer futuro. Rubalcaba es un buen piloto, pero no dependerá todo de él. En primer lugar, hay que restañar las heridas que este proceso ha dejado para evitar que se agranden. Hoy el PSOE, para dar repuesta a los retos de futuro, requiere “unidad”, que no es lo mismo que integración. Requiere unidad de acción y también trabajar con un liderazgo fuerte y compartido por todo lo que representa nuestro proyecto socialdemócrata. No sobra nadie, pero tampoco falta nadie que se intente integrar en el proyecto subordinando los intereses generales a sus propios intereses. Y también anteponer los intereses de España a los del partido haciendo una oposición útil e inteligente. Solo de esta forma ganaremos el futuro. Estoy seguro que el futuro será nuestro.