domingo, 31 de enero de 2016

El dilema de Rajoy



El Rey tendrá que proponer al Congreso en su segundo intento un candidato a la Presidencia del Gobierno. Esta vez no puede fallar. Y tampoco el propuesto debe desistir. En caso contrario, sería un gran fiasco que iría en detrimento del prestigio y credibilidad de la Corona. 

Todo indica que la mayoría de las fuerzas políticas van a trasladar al Jefe del Estado que ha de ser Mariano Rajoy quien asuma la responsabilidad de intentar formar Gobierno. Los populares han sido los más votados, y les corresponde intentarlo. Y, con su sometimiento a la Cámara Alta, se iniciaría el cómputo de dos meses para formar Gobierno.

Rajoy ya desistió en el primer encuentro, aunque no renunció a hacerlo en el futuro. En esta ocasión tendrá que resolver su propio dilema. Si renuncia de nuevo hacerlo, en el caso de ser propuesto, estará muerto políticamente. No podrá intentarlo más tarde. Su oportunismo político y desaire a la institución de la Jefatura del Estado provocaría el rechazo unánime de la ciudadanía española. Otra cuestión es que el Rey no proponga a Rajoy y opte por otra persona del PP, como Soraya Sáez de Santamaría. Puede ser y tiene su lógica política.

Ante esta última opción, la investidura no debiera demorase más de 10 días. Un tiempo suficiente para que la candidata o candidato abra conversaciones con las diferentes fuerzas políticas representativas. Los recientes episodios de corrupción estigmatizan a este partido en las negociaciones, pero también su estilo de gobierno absolutista. Cualquier apoyo de C’s, pero también del PSOE, es imposible. Y por supuesto, del resto de los partidos. El PP no puede ni debe gobernar. Tiene que pasar antes por el filtro de la regeneración para purgar su pecado democrático. Y eso, en el mejor de los casos, requiere una legislatura.

Si el PP no quiere inmolarse, el elegido sin duda será Pedro Sánchez. En este caso al PP no le saldrá gratis. Seguirá con su movimiento táctico para ganar tiempo y  predisponer el estado de ánimo de los españoles hacia la gran coalición o la convocatoria de nuevas elecciones a través de su influencia mediática y económica. Más de lo mismo. Una actitud que rechazan los españoles y que será denunciada por todas las formaciones, incluido C’s.

El PP tiene que asumir en ese caso su responsabilidad y, llegado el caso, abstenerse ante un hipotético acuerdo del PSOE y C’s. Es la hora de ser responsables y  conscientes de sus propias limitaciones. Un gran dilema para Rajoy y los suyos: anteponer los intereses de su partido a los de España; o los de España a los de su partido.

Claro que idéntica dicotomía se presenta en Podemos. Su movimiento del “viernes táctico” sembró la desconfianza en el PSOE para contar con ellos como socios de gobierno y dejó al descubierto su inmadurez política ante la ciudadanía. Aún no están preparados para ejercer la acción de gobierno. No les queda más remedio que abstenerse si quieren facilitar la gobernabilidad ante un hipotético pacto del PSOE con C’s; o bien madurar y visualizar ese proceso de una manera muy rápida que garantice que no habrá sobresaltos ante hipotéticas contingencias sobrevenidas en la acción de gobierno, así como el respeto de la liturgia. Pero para ello se requiere tener fe, mucha fe, visto lo visto.

El dilema de Rajoy se extiende también a Pablo Iglesias.         


      

sábado, 23 de enero de 2016

La política del esperpento



La primera ronda del Rey para designar candidato a la Presidencia del Gobierno ha mostrado con claridad a los españoles la auténtica cara y forma de entender la política del PP y Podemos. Un esperpento político preocupante para el conjunto de España y los españoles.

Rajoy ha declinado el encargo del Jefe del Estado para presentar su candidatura a presidente del Gobierno. Al mismo tiempo ha anunciado que no renuncia. Espera a un mejor momento. El PP tiene la esperanza de que el resto de candidatos que puedan ser propuestos fallen en su intento. A ello contribuirá el programa de acoso y derribo que el PP ya ha puesto en marcha, a través de su control mediático y económico, sobre el estado de ánimo de los españoles.

Una vergüenza democrática. El PP vuelve una vez más a instrumentalizar las instituciones y las reglas democráticas en beneficio propio, dejando al margen los intereses de España y los españoles. Rajoy tiene la obligación constitucional de aceptar el encargo de presentarse a la investidura y si no renunciar definitivamente a ella. El PP tiene más de siete millones de votos, con Rajoy o sin él. El artículo 99 de la Constitución española es claro. Y ningún candidato ni partido puede verse sometido al chantaje y los intereses del PP, ni tampoco la Jefatura del Estado. Una clara prueba del falso patriotismo que predica esta derecha rancia. 

Rajoy y los suyos, conscientes desde hace tiempo de que no suman apoyos para conseguir la Presidencia del Gobierno, han puesto en marcha un plan B. Un plan orientado a presionar a Sánchez, dividir al PSOE y demonizar la opción de gobierno del Partido Socialista ante la sociedad española. Para eso les vale todo. Desde inventarse negociaciones con PNV y Podemos cuando no las hay, trasladando a la opinión pública la infamia de que el PSOE está dispuesto a admitir el “derecho a decidir” del País Vasco, cuando ni siquiera lo han planteado, o incluso peores.

En este marco, el “indecente” presidente del PP ha llegado a calificar a Pedro Sánchez de “indigno” en un acto de su partido en Córdoba, por intentar explorar la posibilidad de un Gobierno de izquierdas. Y vienen desarrollando una campaña de desprestigio del PSOE y su líder en los medios de comunicación y las redes. La diputada popular por Segovia se ha atrevido a decir que “Sánchez nos vende a Maduro, ERC e Irán”, y no conforme con eso, lo ha complementado con que el bueno de Sánchez “está dispuesto a hundir España”. 

El PP, el partido de la corrupción, no tiene ningún escrúpulo para hacer lo que sea necesario para seguir gobernando, y así tener las claves del poder y avanzar en sus negocios. En estos días han sido imputados por el caso Bárcenas, y aún siguen sin condenar la actuación de Gómezde la Serna, ni reconocer sus errores en la gestión despótica que han realizado en estos últimos cuatro años: la causa de su aislamiento. El PP tiene que pasar por el purgatorio de la oposición para poder volver a gobernar, y eso no se puede conseguir con un pacto, y menos con el PSOE. Así que a la oposición. 

El otro gran esperpento político es Podemos. Día a día conocemos más su casposo proyecto para España: hacerse con el poder. Están muy al margen de los intereses de España y los españoles. Fueron aupados por las televisiones sobre las que ejercía el control el PP con el único objetivo de dividir a la izquierda, y pasaron de un plató de televisión a constituirse en un partido político, que por cierto ha recibido cinco millones de votos.

La política no es un juego mediático y de pillos. Ni consiste en escenificar acciones singulares para salir en la tele y ganar titulares. La política requiere concebir y tener la posibilidad de poder desarrollar un proyecto político para gobernar los destinos de los españoles. Algo muy serio, que debe ser ajeno a la superficialidad y frivolidad que día a día ponen de manifiesto estos “chiquillos” de Podemos.

España necesita un cambio y un Gobierno de izquierdas, pero no al cualquier precio, como ha afirmado Pedro Sánchez. El PSOE necesita a Podemos para poder conformar un Gobierno de izquierdas. Pero Podemos necesita alcanzar la madurez que aún no tiene. Se tiene que dar prisa. El PSOE no puede embarcarse en un proyecto de Gobierno a la aventura. Tiene que tener el compromiso a priori de la respuesta de sus posibles socios de gobierno ante situaciones como: el respeto al liderazgo de Pedro Sánchez; su posición ante una posible crisis económica derivada de la situación de China; la reacción y compromiso con los planes de estabilidad de la UE…

Si Podemos no alcanza la madurez política en un tiempo récord, lo mejor que puede hacer es quedarse al margen del Gobierno y garantizar con su abstención la investidura, a la vez que avanzan hacía la mayoría de edad política y profundizan en su formación política. De lo contrario, es posible que vayamos a nuevas elecciones, en las que, sin duda, Podemos caerá fuertemente y la derecha incrementará sus apoyos. De hecho, ya lo ponen de manifiesto las primeras encuestas de valoración realizadas estos días. 

España no necesita esperpentos políticos. Necesita políticas y políticos para servir a la ciudadanía, y no servirse a sí mismo. ¡Vaya casta!     


sábado, 16 de enero de 2016

Escenificación populista



El populismo democrático ha hecho mella en la política española. Así se puso de manifiesto en la sesión de constitución del Congreso de los Diputados de la XI legislatura. Podemos ha llegado a asumir que sobreactuó en su estreno en el Congreso. Algunos lo podríamos catalogar de “escenificación populista” para llamar la atención como fuera y buscar la foto de portada y el titular de los medios.

A los que desde muy jóvenes vivimos la política como la mejor herramienta para combatir la desigualdad por parte de los más desfavorecidos y la legítima defensa de sus intereses, esta visión populista, oportunista y mediática de la política no nos gusta. La política no es notoriedad y conquista del poder, como algunos ponen de manifiesto. La política es la transformación social para la búsqueda de unos objetivos que se han de plasmarse mediante programas concretos acorde con cada ideario político.  

La política no es como enfatiza Errejón, en su escrito dirigido a su militancia y titulado ‘Abriendo brecha: apuntes estratégicos tras las elecciones’, “una comunicación que, en las metáforas y las interpelaciones pero también en la estética y en los actos, enfatiza en una épica cotidiana e individualizada junto a la ya más habitual en Podemos épica de masas: un estilo más cercano, pedagógico y feminizado”

La política no es lo que vimos en el Congreso el pasado 13 de diciembre. No es arengar a los diputados como si estuviesen en una asamblea en la facultad a medidos de los 70; ni mirar a tribuna buscando al director del espectáculo u orquesta, el Sr. Monedero, para recibir su felicitación por su actuación; ni reivindicar la conciliación familiar para sacar la foto en portada, cuando en la Cámara está más que resuelta. Esa forma de entender la política es casposa. Propia de una élite extractiva que no es representativa de cinco millones de españoles, aunque les hayan votado.

La política es buscar puntos de encuentro y diálogo como abogó el nuevo presidente del Congreso, PatxiLópez, en su discurso de investidura. La política es trabajar para recuperar la convivencia y facilitar el debate y el diálogo en el Parlamento con la presencia de grupos parlamentarios y partidos que, de lo contrario, reivindicarán sus planteamientos soberanistas fuera del templo de la democracia. Eso es la alta política frente al populismo. 

La política no es como afirma Errejón, en su artículo para un futuro escenario tras el 20D, “saber gestionar el impasse y navegar los equilibrios inestables de días resbaladizos, en los que es crucial como se distribuye la presión y la iniciativa”. La política no es un juego de personas que desconocen lo que es pasarlo mal y tener necesidades de primer orden. Sólo tienen avidez de poder. Tocan de oídas y les falta madurez. Incluido al director de orquesta, al que por cierto le referenciaban con su mirada de autorización y consideración no sólo los diputados de a pie, sino también Iglesias y Errejón. Verlo para creerlo. Yo lo vi, y no daba crédito.        


domingo, 10 de enero de 2016

La amenaza china



Cuando China se enfría, el mundo se constipa. Esta es la sensación que estamos viviendo estos días ante el enfriamiento de la economía de este gran país asiático. Sólo una previsión de caída de unas décimas en su PIB están presagiando lo peor para el resto del mundo. Algunos inversores y analistas como Soros o Krugman no descartan una crisis de efectos similares a la del 2008.

La segunda economía del mundo supuso en 2014 el 17 por ciento del PIB mundial. Para 2016 el mercado espera que la economía china crezca un 6,5 por ciento. Los más pesimistas cifran en un escenario poco probable un crecimiento del 4 por ciento del PIB, pero cuyas consecuencias se harían sentir en todo el planeta. La caída del yuan frente al dólar del 1,6 por ciento y el discreto dato del PMI ha puesto en jaque a la renta variable en los mercados financieros de todo el mundo.

Lo cierto es que China presenta importantes desequilibrios económicos. La expansión del crédito y el gasto en infraestructuras ha sido enorme en los últimos años. Sin embargo, el aumento de la Deuda no ha sido consistente y el poder adquisitivo de las familias es muy bajo. El cambio y adaptación de la estructura económica del país no se puede producir de la noche a la mañana, lo que representa una amenaza latente, no sólo para los chinos sino también para el resto del mundo. Si bien, la baja exposición al resto de la economía mundial del capital chino, como afirma Krugman, puede limitar sus externalidades y efectos negativos al resto.     

La exportación y la producción industrial están cayendo en ese país. No hay que olvidar que China vende al mundo una cuarta parte de la fabricación mundial y compra por valor de 2 billones de dólares, en un mercado mundial de 60 millones. Para corregir el desequilibrio el Gobierno chino tendrá que efectuar ajustes y pinchar su burbuja industrial, bien subiendo los tipos de interés o limitando  el crédito. Claro que podrían invitar al equipo económico de Podemos a solventar el problema. No tengan duda que harían una salida hacía adelante con más inversiones públicas y más crédito. La hiperinflación estará servida y el crecimiento del paro y de la pobreza también. O bien a Rajoy, cuya receta típica sería no hacer nada tomando como aliado al tiempo. En ese caso la deflación y el estancamiento del PIB estarían garantizados.

El grave riesgo son las expectativas y el contagio psicológico, y sobre todo el antídoto a aplicar en este caso. La UE tiraría de más Deuda y el déficit público de los países de la zona euro se resentiría. La amenaza está ahí. La renta variable, los beneficios empresariales y el empleo pueden estar amenazados en los próximos años si el resfriado chino no mejora. En España también, pues se resentirían nuestras exportaciones no sólo a China sino a los países emergentes, entre ellos los más perjudicados. Abrigémosnos.