domingo, 26 de junio de 2016

La locura británica



El Brexit ha inquietado a todos los europeos, incluidos a los británicos que votaron a favor, y creo también a su inductor, Mr. Cameron. La locura británica nos puede pasar factura a todos, pero especialmente a ellos. Más allá de la caída de la libra esterlina, el euro y la entrada en números rojos de las bolsas internacionales, el problema puede devenir a medio plazo con el deterioro del poder comercial de Europa y el mundo occidental frente a la economía asiática. Lo que en términos reales se puede traducir en una pérdida de rentas y bienestar ante una previsible caída de las transacciones comerciales y del PIB de los países afectados por este proceso. 

Esta crisis va a poner de manifiesto el riesgo asociado al populismo en la acción de gobierno. El presidente conservador ha pensado en todo este tiempo más en sus opciones políticas que en los ciudadanos británicos. Con la convocatoria del referéndum ha hecho guiños al ala más radical de su partido; ha echado un pulso a la Unión Europea; y ha intentado apaciguar los ánimos del UKIP. Todo menos pensar en las consecuencias para sus ciudadanos. 

El primer loco en la locura británica. Un primer ministro tiene que pastorear a sus ciudadanos y prevenirles de la demagogia, la propaganda y los intereses a veces ancestrales de quienes se resisten a mirar al futuro y admitir el progreso. Lo que no es incompatible con el respeto democrático. Hoy Cameron ha dimitido, aunque no se ha ido y tardará en irse. Un esperpento más de quien no ha sabido asumir las responsabilidades y ha lanzado la moneda al aire sin hacerse cargo del estado de ánimo y la responsabilidad colectiva de su país. Un mal dirigente. Los problemas de Estado nunca son binarios y requieren decisiones ahornadas y negociadas entre la partes. Todo lo contario de lo que ha hecho. Con el referéndum escocés actuó de la misma manera. Tuvo suerte, sin más.

El Brexit abre una crisis política, territorial y generacional en el Reino Unido. El partido conservador hecho trizas y sin un futuro claro; los laboristas con un liderazgo confuso y las bases confundidas, a pesar de contar con la opción de futuro más sensata para recomponer el mapa; y el UKIP subiendo. Territorialmente la división no puede ser mayor por el sentido de voto, a lo que se une el oportunismo escocés que apostó por el Brimain para pedir un nuevo referéndum. Y generacionalmente la juventud británica mira al futuro con sensatez y apuesta por la apertura mayoritariamente, pero se encuentra con el tapón de sus mayores conservadores que les intenta asfixiar.

En España casi todos los españoles hemos visto este proceso con preocupación. No así los partidos independentistas y el oportunismo del “viejo partido emergente” que ven el proceso como un posible aliado para sus intereses y para las urnas. Los mismos -Podemos, IU, Bildu- que hace unos días en el Parlamento Europeo se aliaron para declarar el estatus de economía de mercado a China, lo que hubiese supuesto de haber salido el dumping contra el comercio occidental y la pérdida de 3,5 millones de puestos de trabajo en occidente, ahora evocan como defensa del Brexit el respeto a las urnas como único argumento. Están perdidos, y como comenta algún amigo mío “locos”. En algo se parecen a los británicos. Hasta en sus continuas contradicciones. ¡Que no nos pase nada!  

          

domingo, 19 de junio de 2016

Sensatez, compromiso y responsabilidad socialista



Si algo se requiere en este momento ante la difícil situación social y económica que atraviesa España es sensatez, compromiso y responsabilidad para dar respuesta a los grandes problemas de nuestro país. El PSOE y los socialistas no sólo lo ofrecen sino que son una garantía para abordar el futuro con éxito.  

Si algo ha caracterizado al PSOE ha sido su compromiso con España. Su historia está estrechamente ligada a la historia de España y a la vida de los españoles. Con sus aciertos, con sus errores, el PSOE ha puesto en marcha casi todo lo bueno que le ha ocurrido a este país y a los españoles. La sanidad y la educación universales, las pensiones no contributivas, la extensión de derechos y libertades, la modernización del país tanto a nivel estructural, económico como social, la entrada en la Unión europea… En fin, un sinfín de actuaciones que han requerido mucho diálogo y confianza de los españoles. El PSOE ha impulsado y desarrollado un gran proyecto social y transformador en España desde la Transición. Ese proyecto que Alfonso Guerra catapultó con la expresión “A España no la va a conocer ni la madre que lo parió”. Una premonición que 50 años más tarde es una realidad.  

Los que hemos conocido la España de la Dictadura, aunque fuésemos muy jóvenes por aquella época, tenemos más criterios para valorar suficientemente la obra de los gobiernos del PSOE con Felipe González y Zapatero a la cabeza. La calidad de vida y el nivel de bienestar de los españoles no tienen nada que ver con el de aquella época, mucho más si la suerte de la fortuna te había asignado una familia humilde en el medio rural. Nuestra forma de vida, las costumbres, la renta e incluso los valores convergen hoy con gran parte de las señas de identidad europea. España ya no es una isla en Europa como en algún momento parecía. Los españoles deben mucho de ese cambio a la política reformista del PSOE en sus dos etapas de gobierno.

Sorprende que algunos que enarbolan la defensa del Estado del Bienestar y de las conquistas sociales de la socialdemocracia española –del PSOE- para defender su programa político, vituperen a los socialistas y a sus siglas. Un despropósito acompañado de enajenación mental. No se entendería que al mismo tiempo que se echa “cal viva” en el Parlamento español al presidente más emblemático del PSOE y al mismo tiempo que se echan flores a Zapatero, no se ha tenido ningún rubor en criticar la modificación que impulsó del artículo 135 de la Constitución española para garantizar la financiación de nuestros acreedores europeos para que los pensionistas pudieran cobrar las pensiones, los funcionarios su sueldo y las empresas pudieran contar con recursos para continuar su actividad y evitar el deterioro aún mayor del empleo.

Sin duda, estos que unos días son comunistas, otros peronistas, otros socialdemócratas y otros lo que toque, no están bien. Tan pronto dicen preocuparse de los más desfavorecidos, como unos días más tardes les preocupa intentar conseguir el control de los espías, el ejército y desvariar con toda la energía que haga falta, utilizando la propaganda y el patrocinio de la derecha su situación mediática; o si lo prefieren su instrumentalización de la derecha para dividir la izquierda. 

La sensatez y responsabilidad socialista contrasta con la de esta gente que quiere usurpar ante la opinión pública su obra. Los militantes socialistas han antepuesto ante todo su generosidad y capacidad de diálogo a todo. Son personas de bien. Su acción política se ha dirigido siempre a la búsqueda del interés general por encima del  interés personal. Hemos tenido siempre vocación de servicio público.  Y tenemos una paciencia infinita, y la seguiremos teniendo, contra quienes desde el año 21 del siglo pasado están obsesionados contra nosotros. Pero nuestra obra y nuestro reconocimiento por parte de los españoles se verá reflejado una vez más el próximo día 26 J.  No tenemos ninguna duda. 

El PSOE es el partido que más se parece y mejor representa al pueblo español. Su sensatez, responsabilidad y compromiso es lo que necesita España para conseguir una recuperación justa, corregir las desigualdades y mantener y perfeccionar el Estado del Bienestar.        


viernes, 17 de junio de 2016

El juego de la propaganda



Hace unos días en un ciclo de conferencias denominado Ética y Poder organizado por la Fundación Valsaín, que dirige Álvaro Gil-Robles, tuve la oportunidad de ver el documental The Propaganda Game, de Álvaro Longoria. Un documental sobre Corea del Norte que pone de manifiesto diversas técnicas utilizadas por el régimen totalitario para manipular la verdad y avanzar en la defensa de sus intereses, y que recuerda al despliegue de propaganda y técnicas que viene realizando aquí Podemos desde su puesta de largo. El film cuenta con la colaboración de Alejandro Cao de Benoa, un español que trabaja para el presidente norcoreano Kim Jong-un. Este español es amigo, o al menos eso dice, de Pablo Manuel Iglesias.  Una vez más el líder de Podemos converge con personajes extraños y exóticos que siembran no sólo dudas de su consistencia ideológica sino también de su madurez personal en el sentido más amplio. 

El aparato de propaganda de Podemos y su cohorte mediática lleva tiempo desplegando tácticas de marketing propias de países totalitarios. Su pasión por el régimen bolivariano de Venezuela tiene múltiples manifestaciones en su forma de actuar y concebir la política. Podemos no sólo se limita a recoger en el programa electoral propuestas de origen latinoamericano, como es el derecho de revocación  y la supresión de los viceministros,  que aquí no existen, en un claro corta pega, sino que apuestan por crear estados de ánimo mediante técnicas de manipulación mediática. 

Desde hace tiempo los publicistas de Podemos han asentado en la población española que el sorpasso es una realidad. Y, si no hubiese sido por lo mal que les salió el debate televisivo, ya estarían trasladando a la población española que van a ser el día 26J la primera fuerza política de este país, por delante del PP. Todo vale con tal de alcanzar el poder. Todo, incluso poner al país al pie de los caballos. Sus intereses personales están por delante de los ciudadanos. 

No hace mucho tiempo que el líder de Podemos y su formación se erigieron en defensores de los desahuciados y los más desfavorecidos ante la opresión de los partidos de siempre y la vieja casta, tal y como ellos despreciaban a los políticos y votantes de estas formaciones. En menos de seis meses el castillo de naipes se ha derrumbado. Y hemos visto cómo estos chicos, por lo general de buena clase y universitarios, están fuera de la realidad social. No conocen el paño. Están en los despachos universitarios, pero no saben lo que es no llegar a fin de mes; sufrir el paro o los problemas de habitabilidad de algunos pueblos. Son hijos de burgueses. Y, visto lo visto, sin convicciones ideológicas ni sensibilidad social. Sólo hacia el poder.

Pero están haciendo mucho daño a las clases sociales más humildes, que existen. Una de las pocas personas que estos días por la calle me confesaba que votaba a Podemos me pedía que hiciésemos todo lo posible para que la izquierda se una. Pronto me di cuenta de que su forma de pensar era una manifestación de sus problemas de renta y dificultades ante la vida. No le importaba nada que los Podemos ahora se presenten como socialdemócratas, hace unos meses como comunistas o bolivarianos. Lo que esa persona quería era esperanza cierta. Y la propaganda lo único que puede ofrecerle son expectativas inciertas que más pronto que tarde derivarán en frustración.

Para quien las ideologías hace unos meses eran cosas de trileros y ahora se aferra con fuerza a la socialdemocracia española y al presidente Zapatero, sólo con la intención de dividir y sembrar la discordia entre los socialistas, es un trilero. Quien reconoce que está en estos momentos representando un papel de “lobo con piel de cordero”, porque así se lo aconsejan los expertos en comunicación, no merece estar en el centro de vida pública española.   

Con más de 700.000 hogares sin rentas, con más de 4 millones de españoles que no tienen empleo, y un tercio de los parados sin ningún tipo de ingreso, y además sin expectativas económicas en el país, los españoles y los socialistas de corazón nos merecemos un respeto. La Izquierda siempre ha sido la esperanza para los más desfavorecidos. Este chaval al frente de esta formación política de nuevo cuño bajo el patrocinio del PP y su derecha mediática, no deja de ser un cáncer para los españoles que peor lo están pasando pero también para el equilibrio social, económico, institucional, territorial y político. Podemos puede colocarnos a todos los españoles en una posición muy difícil. La política no es un juego; es algo muy serio. Sobre todo quienes no tienen más herramienta para la defensa de sus intereses que su voto. 


martes, 14 de junio de 2016

Necesitamos empleo de calidad




El deterioro del empleo de calidad en España, a raíz de la crisis económica y de las políticas restrictivas en materia laboral puesta en marcha por el Gobierno del PP, es notable. Así lo pone de manifiesto la información facilitada por el INE. Hoy hay menos población ocupada (empleos) y población activa que en 2011. Entre el cuarto trimestre de 2011 y el primer trimestre de este año, España ha pasado de contar con 18,153 millones de empleos a 18,029. Al final de la legislatura hay 123 mil ocupados menos; y de tener una población activa de 23,44 millones a 22,821. La población activa ha descendido en 619 personas. 

El paro ha mejorado, pero su evolución es engañosa. En primer lugar, porque hay menos población activa y, en segundo lugar, porque la reforma del PP ha precarizado el empleo y los ocupados a tiempo completo son 500.000 menos, mientras que hay 390.000 personas más a tiempo parcial que quieren un trabajo a tiempo completo. A esto se une la fuerte devaluación salarial. La retribución salarial de las personas que viene de un salario ha caído un 3,6 por ciento, mientras que la retribución de los jóvenes ha caído un 10 por ciento, con un salario sensiblemente inferior. 

Esta es la herencia laboral del PP. Trabajadores que no llegan a fin de mes con su salario y largas jornadas de trabajo retribuidas muy mal. La precariedad y devaluación salarial han marcado este tiempo de Gobierno. Lo que a su vez incide en el consumo y en la sostenibilidad del sistema de pensiones. La mitad del PIB está asociado al consumo, pero si los salarios son precarios difícilmente nuestra riqueza podrá avanzar por esa vía. Y en las pensiones se da la circunstancia de que teniendo el mismo número de afiliados que en 2011 la recaudación es un 30 por ciento inferior. 

Salir del atolladero y mejorar el bienestar de nuestros ciudadanos requiere cambiar el modelo. El Gobierno del PP se ha limitado a lo más fácil: la devaluación salarial y laboral. No ha explorado la mejora de la productividad y competitividad de nuestro sistema productivo. No se ha tomado ninguna medida de altura en estos últimos cuatro años. Su inmovilismo les ha llevado a buscar excusas y a echar la culpa de todo a la herencia recibida. El ajuste de cuentas se ha hecho contra el Estado del Bienestar y el deterioro de los servicios públicos, lo que ha incidido en el incremento de los índices de desigualdad y en la pobreza y exclusión social del 28,6 por ciento de la población.

España necesita impulsar una recuperación justa que llegue a todos. Y para ello es imprescindible desarrollar cinco ejes de actuación en un marco de acuerdo que incluya a los empresarios, los trabajadores y las instituciones. La reindustrialización del país con la mejora de la productividad y competitividad es un factor clave para crear empresas y empleo de calidad. Pero es necesario también optimizar mejor los inputs energéticos y dotarnos de una fiscalidad justa. A lo que se une el desarrollo y recuperación de un Estado de Bienestar que nos permita generar una sociedad cohesionada.

Necesitamos un Cambio. Un cambio sensato y realista, y con el mayor nivel de consenso posible. Los españoles se lo merecen y para los más desfavorecidos se trata de una cuestión de Justicia Social. El 26J tenemos una excelente oportunidad. No lo desaprovechemos.