sábado, 23 de febrero de 2019

El mercado electoral


Algunos insignes filósofos políticos mantienen la tesis de que el sistema democrático participa de la naturaleza propia de un mercado. Oferta y demanda se conjugan así para la búsqueda de su punto de equilibrio de forma indirecta, ya que la confianza para formar Gobierno se alcanza gracias a la conformación de esa mayoría que hace posible disponer de la mitad más uno de los representantes. La oferta se configura en torno a un conjunto de candidatos, con un programa político en el marco de una línea ideológica para orientar las políticas de acción, y bajo la marca de un partido. La experiencia nos enseña que son muchos los partidos políticos que presentan ofertas inconsistentes e imposibles de llevar a término, en caso de gobernar, como hemos tenido la ocasión de comprobar en muchas ocasiones. Y también nos muestra la autocomplacencia de muchos ciudadanos a apoyar con su voto estas ofertas imposibles; la demanda la constituye el conjunto del cuerpo electoral que selecciona mediante su voto la opción que en el momento de ejercer el derecho de sufragio mejor se adapta a sus deseos de gobierno. Su segmentación es dinámica. Cambia con el tiempo y las costumbres. La tradicional segmentación ideológica ha facilitado un mayor paso de los segmentos nacionalistas y transversales, a la vez que ha disminuido la fidelidad de voto. Hoy más del 20 por ciento de los votantes tienen predisposición a cambiar su voto de unas elecciones a otras.

Si por algo se van a caracterizar los próximos procesos electorales es por su fragmentaciónpolítica. La oferta tanto en la derecha, como en la izquierda, como en los grupos nacionalistas es más amplia que nunca. Y es posible que todos los grupos tengan representación en el Parlamento nacional, autonómico y en muchos ayuntamientos. La división del voto siempre complica la gobernabilidad futura de las instituciones. Lo hemos podido comprobar desde el 2012 hasta hoy, y todo lleva camino de complicarse aún más. Todo indica que en el futuro no habrá un bloque homogéneo que pueda conformar mayoría en el Estado, pero tampoco en  algunas Comunidades Autónomas y Entidades Locales. El bloque de la izquierda -PSOE y Podemos- para conseguir una mayoría de gobierno necesitará el concurso de al menos 30 diputados nacionalistas y el de centro-derecha (Cs y PP) el apoyo de más de 30 diputados del partido más extremo de la derecha, en función de cómo se retroalimenten sus propios resultados.

La política española y sus políticos participan cada día más de la cultura mercantilista electoral. Basta hacer un recorrido por su acción electoral para comprobar cómo las campañas y sus contenidos buscan fundamentalmente la persuasión de sus votantes, fuera de las propuestas para dar respuesta a los problemas de los ciudadanos. Por lo general, se busca un relato (un cuento) que presente la superioridad de su oferta y la diferencie claramente de otras opciones apoyándose en la imagen del líder del partido y, a veces, en la imagen de marca de la opción política. Agencias de publicidad y gabinetes técnicos diseñan campañas para ganar sustentadas en propuestas que situando al ciudadano en el centro de su acción, a veces están muy lejos de la naturaleza política. Campañas muy largas que producen hastío en la ciudadanía y distancian al ciudadano de su implicación en los temas públicos. Lo estamos viendo estos días. Aún no se ha disuelto la legislatura y todos los partidos están en modo de electoral desde hace tiempo. Al final todo acaba convirtiéndose en ruido, y los votantes se mueven a la hora de votar por el poso emocional que van dejando todas estas acciones electorales.

Las técnicas de márketing son perfectamente compatibles con la acción política. La política en mayúsculas, aquélla que se caracteriza por definir programas realistas de para dar respuesta a los problemas de la ciudadanía, por el respeto de las reglas del juego, el apoyo en los mejores activos posibles y la búsqueda de acuerdos en procesos de negociación, debe prevalecer sobre la política mediática vacía de contenido. La política, en sus múltiples manifestaciones, es una función noble que dice mucho a favor de quien la ejerce honestamente. Debemos recuperar el reconocimiento social que en su momento tuvo, desbrozando y desechando cualquier acción conexa que se aleje de su propia naturaleza. El mercado electoral ha de respetar su propia esencia. En las elecciones se busca “esperanza” y ésta es incompatible con el engaño.


domingo, 17 de febrero de 2019

Carpetazo


Con la devolución del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019, gracias a los votos del PP, Cs y nacionalistas-independentistas, no sólo se ha dado carpetazo a los presupuestos sino a la XII legislatura. Un plan que todo parece indicar que estaba en la hoja de ruta del presidente en su etapa de Gobierno. Aprobar los presupuestos y agotar la legislatura, a cambio de la cesión de un referéndum para Cataluña para “decidir si se quiere o no la independencia en Cataluña” -cómo ha llegado a propugnar Podemos en algún momento-, hubiese sido un suicidio político en toda regla del PSOE, que la mayoría de los españoles no habrían admitido, ni tampoco los militantes del PSOE. Sánchez, su Gobierno y la Ejecutiva del partido eran muy conscientes de ello -así lo expuse en el post de fecha 29 de diciembre de 2018,  titulado “2018, el año de la moción”- . Otra cuestión distinta era explorar la vía del diálogo con las fuerzas independentistas catalanas, desde la convicción de que no hay otra salida al problema y sólo en el marco de la Ley. Una vía que era necesario explorar y que ha retratado de lleno a los independentistas. Si algo ha quedado claro en este proceso es que ellos tienen clara su hoja de ruta, y además todo indica que no tienen otra alternativa.

ERC y el PDCaT se han equivocado en este proceso. Aprobar los presupuestos y admitir el marco constitucional era una cuestión de oportunidad política para salir del atolladero en el que han metido al pueblo catalán y ellos mismos. Ahora, acabaran desapareciendo a lo largo del tiempo, tras un largo proceso de descomposición interna que les llevará al rechazo social por su propia comunidad, tras el daño causado. Con la devolución de los presupuestos Cataluña no sólo han perdido más de 2.200 millones de euros de inversión -la mayor en Cataluña desde hace muchos años-, sino que han declarado la guerra al Estado. Un desafío que los partidos constitucionalistas no pueden admitir en el futuro, y para lo que será necesario un “gran pacto de Estado” para abordar el problema, lo que en esta ocasión no ha sido posible. Lo cierto es que pintan bastos. Todo indica que el futuro se presenta repleto de turbulencias y sin estabilidad política.

Las 25 medidas que se van a la papelera con el rechazo de los presupuestos puede ser lo menos malo. Lo verdaderamente problemático está por llegar. Todo indica, según los últimos sondeos publicados -véase el sondeo de este último domingo publicado por El Periódico-, nos encontraremos ante un posible escenario de ingobernabilidad, como ya ocurrió en 2016. Ninguno de los dos bloques que compiten en el futuro mercado democrático tendrá una mayoría clara. El bloque de izquierdas necesitaría el concurso de al menos 18 escaños de los nacionalistas-independentistas catalanes y cinco del PNV, mientras que el bloque de la derecha y liberal requeriría el concurso de al menos 44 escaños de Vox. En definitiva, más radicalidad en cada uno de los bloques que no auguran lo mejor. Bien es cierto, que los resultados están muy condicionados por el nivel de participación. En las elecciones de 2016 y 2015 acudió a las urnas cerca del 70 por ciento de la población, a pesar del alto nivel de expectación. Superar ese límite no será fácil, pero la fortaleza de cada bloque dependerá de su nivel de movilización.

La fecha de la convocatoria de las generales está resultando ser controvertida. En primer lugar, porque es muy próxima a la de celebración de los comicios autonómicos, locales y europeos. Ese día el Gobierno seguirá en funciones y la constitución de los ayuntamientos y los gobiernos autonómicos vendrán condicionados por negociaciones conexas y pactos para la constitución del Gobierno nacional. El primer gran hito con transcendencia política será la constitución de la Mesa del Congreso durante la última semana de campaña del 26-M, lo que estará muy presente para los ciudadanos más ortodoxos de un bloque o de otro en las votaciones del domingo; el 28 de abril no parece un domingo muy idóneo para movilizar a los votantes. La primera semana de la campaña electoral coincide con Semana Santa, en la que muchos españoles estarán de vacaciones ajenos a las cuestiones políticas, y la última, la semana de Pascua, otros muchos hacen una prolongación de su asueto en la semana anterior. No parece que al presidente del Gobierno le haya preocupado mucho este escenario para convocar. Las campañas por lo general, dicen los expertos, a medida que se calientan promueven la participación e inciden en un diez por ciento del voto.

Esperemos que el ansiado carpetazo de la XII legislatura nos traiga buenas nuevas. Como tuve la oportunidad de decirle personalmente al presidente del Gobierno el día en el que fue investido al ganar la legítima moción de censura, considero que se han terminado los tiempos de las mayorías absolutas y se impone la cultura de la negociación en la búsqueda de la centralidad democrática, situando al ciudadano en el núcleo de la agenda política. Esperemos que la XIII legislatura cambie el actual paradigma político y seamos entre todos capaces de desarrollar un proyecto político reformista y de progreso social y económico. 



miércoles, 13 de febrero de 2019

La VIII Carrera Monumental de Segovia


Un año más tuve la oportunidad de correr la Monumental de Segovia. El ambiente exquisito, como siempre. Somos muchos los segovianos que no faltamos a esta cita. Los prolegómenos de la carrera y el final de la misma brindan una excelente oportunidad para saludar y hablar de nuestro hobby con algunos de los participantes. No obstante, de todas las que he corrido –todas- ésta ha sido la más deslucida tanto en participantes como en organización. 

Corrimos aproximadamente 1.000 personas. La percepción que tuvimos varios de los participantes es que era una de las más flojas de las ocho ediciones. La promoción no fue muy potente. Estábamos más que nunca los asiduos. La organización y los actos complementarios fueron muy discretos. No soy el único que tiene la sensación de que la Monumental languidece. Es una pena, a su potencial deportivo hay que sumarle un fuerte potencial económico, en especial en el ámbito de la hostelería. La Monumental es una inversión que se debe cuidar y potenciar. 



Yendo a la carrera, el día amaneció propicio para correr, a pesar del ligero viento que de vez en cuando se hacía sentir. Como en otras ediciones la corrí con mi amigo Sanisán. A nosotros se unió, por segundo año consecutivo, mi amigo y diputado por Málaga, José Andrés Torres-Mora. Hicimos juntos casi todo el recorrido. Hicimos la bajada por el Paseo de Santo Domingo, contagiados por el resto de corredores, muy rápida. Los dos primeros kilómetros hasta La Fuencisla, a 4:40 minutos/km, un ritmo muy alto para nuestra categoría. La subida de la Cuesta de los Hoyos nos llevó a recuperar nuestro ritmo de carrera. El recorrido por la ciudad está repleto de cariño, a pesar de que había menos público que en otras ocasiones. Correr por las calles de la ciudad, observando el patrimonio, siempre da alas. Cuando te quieres dar cuenta ya estás en el Azoguejo. Es visto y no visto. El cansancio se hace mucho más llevadero.


Para nosotros lo importante es participar de esta fiesta colectiva y poner en valor nuestra ciudad. La competición es lo menos importante. Nosotros tres quisimos entrar juntos en meta para celebrar nuestra participación. Un año más, a pesar de seguir cumpliendo años, seguimos participando. Ahora estamos echando la cuenta atrás para correr y disfrutar al media maratón de Segovia el próximo mes de marzo. Os invitamos a participar.       





sábado, 9 de febrero de 2019

La tensión emocional, nuevo motor político


El debate a las enmiendas a la totalidad de los presupuestos y la propuesta del relator hace que la tensión emocional de los ciudadanos y de los actores políticos, en estos momentos, se encuentre en uno de los puntos más álgidos de la legislatura. La sensibilidad está a flor de piel. La política se mueve a golpe de sentimientos emocionales, y a las pruebas me remito. Basta seguir los medios de comunicación para constatar que la acción política se ha reducido a un campo de batalla en el que todo se reduce al “tú más”, o la descalificación permanente del contrario sin entrar a realizar un análisis causal o propuesta alternativa alguna sobre aquellos temas que preocupan y ocupan a los españoles. Lo importante es quién gana la batalla emocional. Esto nos lo pone muy difícil a algunos que, por educación y formación profesional, nos hemos criado al cobijo de los valores de la Ilustración. Hoy la razón y el análisis argumental se ven desplazados por la tensión emocional.

La posición política de las personas, por lo general, emula el fanatismo deportivo. Se busca más  reforzar la posición emocional que contrastar ideas para que sus opiniones sean más fundamentadas. Los niveles de testosterona bajan o suben en función de la intensidad de la pelea. Los partidarios de una determinada facción política ven siempre más defectos en los partidos con los que no se identifican, y en especial con el que consideran su principal rival. Rivalizan y actúan igual que las hinchadas del Madrid y el Barcelona.  Y a pesar de que la pericia, la inteligencia y el racionamiento consciente suelen aportar buenos resultados, tendemos a hacernos trampas en el solitario y explorar la veta emocional. Para ello no tenemos ningún escrúpulo en no dejar que la razón saque sus consecuencias y la dirigimos hacia la conclusión que preferimos, o nos hacemos fuertes defendiendo los fallos evidentes y objetivos en la posición que mantenemos. Lo importante es hacer prevalecer nuestra posición.

Los partidos políticos y los medios de comunicación contribuyen al desarrollo de esta heurística. La “política carroñera” ha alcanzado su máximo exponente. En tertulias, ruedas de prensa e incluso actividad parlamentaria los mensajes van buscando siempre el hígado del contrario aprovechado una debilidad conocida o magnificando y descalificando una posición reclamando la propia superioridad moral de quien la critica frente al contrario. El análisis posterior deja paso a la acusación: traidores, corruptos, totalitarios, egoístas... En definitiva, nosotros somos los buenos y los otros son los malos, así de sencillo. Cuanto más simples sean los mensajes y más alcance emocional tengan mayor será su eficacia. El político de turno por lo general, en estas circunstancias, tampoco dará más de sí. Ensimismado por su protagonismo su posición se aleja de la realidad, sin ser consciente de ello ni importarle; al fin y al cabo pensará que la política es la búsqueda del exabrupto, y cuanto más grande sea más notoriedad le permitiría alcanzar; o bien se comporta con el perfil psicológico de un “paleto ignorante”, que nos sufre ni padece pero tiene notoriedad y la gente puede hablar de él.

Los medios de comunicación cumplen muchos de ellos el papel de cómplice necesario. La cuenta de resultados manda y para ellos son claves las audiencias en las que se sustenta su publicidad. Prefieren un sentimiento a un argumento. La emoción es mucho más efectiva que una argumentación. Se comprende a los ofendidos y se condena a los ofensores, aunque no sepamos muy bien por qué. Bien es cierto que la mejor causa se puede degradar cuando se defiende con juicios y prohibiciones. Quien participa en una tertulia o un debate sabe muy bien que si no cumple con el papel preestablecido del papel asignado lo más posible es que no vuelva. Doy fe de ello. En una tertulia de una televisión de ámbito nacional en la que participé se me asignó un papel tácito de bloque junto con el representante de Podemos frente a otros dos participantes de partidos que representaban a la derecha. En una de las cuestiones que se debatieron yo manifesté mi independencia de criterio rompiendo la unidad de bloques, el castigo no se hizo esperar: nunca más volví a participar en esa tertulia. O entras en el juego emocional, o ya sabes lo que te espera. La política en mayúsculas no interesa, y los “hooligans” tienen todas las de ganar. Sólo hace falta hacer un repaso por el nuevo estilo de liderazgo político.

La tensión emocional se ha convertido en el nuevo motor de la política. Lo vamos a ver estos días con las manifestaciones en la calle y el debate de la primera fase de los presupuestos. Se trata de elevar tanto la temperatura que la olla a presión estalle. Algo parecido a lo que está pasando en Venezuela, salvando las diferencias, que son claras. Todos somos responsables de lo que está pasando. Un buen ejercicio sería dejarse llevar por la razón y olvidarse de la eficacia de los movimientos emocionales para la movilización de masas, pero me temo que para eso tendremos que aprender de los errores del pasado e incluso sufrirlos en las propias carnes. Hoy el espíritu de la Ilustración debiera estar en la sociedad española y europea más presente que nunca, lo necesitamos.