
La palabra crisis en el momento actual se extiende desde Nueva York, hasta Singapur, pasando por todos los países y ciudades del mundo, también por España. Abarca todo el mundo; o eso parece. Aparentemente estamos en una situación límite, aunque sigamos viviendo igual que antes, al menos los que tenemos la suerte de no haber perdido el empleo o no pasar hambre. Y es ahí donde aprieta el cinturón y la palabra crisis se asocia a bienestar social y económico.
La crisis económica actual, que algunos agoreros venían pronosticando desde hace tiempo, nació en 2007 al cobijo de un aparente problema hipotecario en el país más poderoso del mundo. Poco a poco, traspasó las fronteras financieras de los distintos países para convertirse en un problema económico real, cuya principal manifestación es la caída del empleo, como consecuencia de la caída del consumo de las familias y la inversión de las empresas. España no ha sido ajena al problema.
De no haberse presentado la crisis financiera internacional, España estaría creciendo a un ritmo del 3 por ciento de su PIB. La economía española en 2008 presentaba algún desequilibrio, entre ellos, la amplia expansión de la demanda en la construcción y el excesivo endeudamiento de las familias; pero en términos generales era muy consistente y sus principales indicadores estaban saneados, constituyendo nuestra principal amenaza el alto nivel de dependencia de la financiación externa –superior al 20 por ciento-, lo que, sin duda, ha contribuido a ahogar la expansión en los dos últimos trimestres del año.
Las medidas de política fiscal puestas en marcha por el Gobierno para ayudar a las familias y a las empresas han de permitir recuperar el tono económico a lo largo de 2009. El esfuerzo fiscal en España se aproxima al 1,7 por ciento del PIB –en la cumbre de Washington se recomendó el 2 por ciento del PIB-. Es de esperar que, a medida que se vayan materializando poco a poco, el empleo se recupere y se vayan creando puestos de trabajo.
El Gobierno tiene dos líneas de actuación: suavizar los efectos de la crisis especialmente para los más desfavorecidos y, por otra parte, trabajar para salir de la crisis y sentar las bases para un desarrollo económico futuro que no se fundamente exclusivamente en la construcción y el consumo.
No obstante, la crisis no deja de ser una cuestión de confianza, con un amplio componente subjetivo. De eso sabe mucho el PP, cuando argumenta que es fundamental la confianza de los ciudadanos para salir de la actual crisis económica, para acto seguido trabajar con plena convicción en la generación de desconfianza y el miedo entre los españoles, lo que no deja de ser otra manifestación de la esquizofrenia de la crisis.
No obstante, la crisis no deja de ser una cuestión de confianza, con un amplio componente subjetivo. De eso sabe mucho el PP, cuando argumenta que es fundamental la confianza de los ciudadanos para salir de la actual crisis económica, para acto seguido trabajar con plena convicción en la generación de desconfianza y el miedo entre los españoles, lo que no deja de ser otra manifestación de la esquizofrenia de la crisis.
2 comentarios:
Tiempos mejores hemos tenido. Y tiempos mejores tendremos. Confianza y al tajo...
Agradezco que en tiempos de crisis, haya personas como Vd,que se acuerde
de los trabajadores,estudiantes personas mayores, y niños que utilizan la línea convencional de Renfe,tanto como para conseguirnos unos trenes lanzadera con la Comunidad de Madrid, para poder llegar al trabajo,en mi caso.El problema es que..esta mañana nos han dicho que han anulado dichos trenes.Por favor, no nos olvide.
Un saludo,y mucha suerte en su andadura profesional.
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