
La creación de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) integrado por 46 países, es una oportunidad, no sólo para ensanchar el empleo y facilitar la movilidad del capital humano, sino también para romper las fronteras arcaicas de la educación. Hoy, cuando la información se nueve en tiempo real en todo el planeta; cuando las fronteras ya no tienen en mucho caso sentido; y cuando los países soberanos han apostado por entidades supranacionales que posibilitan la libertad de movimiento de personas, capitales y bienes, ¿qué sentido tiene que no se homogenicen las titulaciones que son necesarias para el desarrollo y el bienestar de nuestra sociedad en una economía de mercado?
El Plan Bolonia no sólo ofrece un conjunto de titulaciones modulares y flexibles –grados- capaces de desarrollarse en los diferentes países, sino también fomenta la especialización, a través de los estudios de postgrado: bien a través de másteres o estudios de doctorado, para aquéllos que aspiren a desarrollar la docencia y la investigación.
Bolonia es, ante todo, calidad en la enseñanza, gracias a sus estructuras de acreditación y control. Y contribuye de manera decisiva a aportar un valor añadido a la formación. Su orientación, no sólo técnica, sino también humanística y orientada a las necesidades que presenta la estructura productiva europea, va a permitir mejorar la competitividad y la productividad del tejido productivo, generando más empleo a medio y largo plazo.
Pero Bolonia tiene también una proyección social. El Plan Bolonia fomenta la igualdad de oportunidades y, para ello, prevé importantes dotaciones, para facilitar el acceso a la educación de las clases sociales más desfavorecidas, garantizando así la equidad social.
Bolonia es algo más que una oportunidad; es una necesidad para el progreso y desarrollo futuro de la vieja Europa, tanto de sus personas como de sus empresas e instituciones.
1 comentario:
De acuerdo en tus planteamientos del Plan Bolonia. Sin embargo hay que considerar que no es posible su puesta en marcha sin una dotación adicional de recursos, tal y como se está planteando en muchas Universidades. Sin dicha dotación se logrará poner en marcha gracias a la buena voluntad de los profesores y alumnos pero irá en detrimento de la tan buscada y ansiada calidad de la enseñanza superior.
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