miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ambigüedad e inconcreción

Rajoy ya es presidente del Gobierno de España. A la tercera fue la vencida. En el debate de investidura se ha comprometido a “decir siempre la verdad” y ha pedido a los españoles compromiso. Ha llegado a afirmar que “el futuro de España es cosa de todos”. Quien le ha visto y quien le ve. Él, que utilizó la crisis como arma arrojadiza y nunca apoyó medida alguna de ajuste, ahora pide compromiso. Antes el futuro de España era cosa de los socialistas; ahora, de todos. La actitud de Rajoy no deja de ser curiosa, o cuanto menos hipócrita.

El nuevo líder de la oposición, el Sr. Rubalcaba, ha comprometido su apoyo al nuevo Gobierno de España mediante propuestas y una oposición responsable. Un nuevo estilo de oposición, como se ha visto en el debate, honesto y que huye del oportunismo político, anteponiendo los intereses de España por delante de los intereses del partido.

Rajoy ha vuelto a su estilo difuso y ambiguo. Sus propuestas han sido ambiguas y poco concretas. Tan sólo ha anunciado con concreción el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones. Y lo ha hecho como elemento diferenciador de los socialistas. Una propuesta que está obligada por ley, ya que el Pacto de Toledo así lo contempla. El Gobierno socialista congeló las pensiones de mayor poder adquisitivo excepcionalmente un año ante la situación económica. Las cosas no han cambiado, pero el populismo se impone.

El resto de medidas dan continuidad a la política de ajustes que venía aplicando el PSOE, si bien para alcanzar los objetivos de déficit público los recortes serán mayores, a los que habrá que añadir la falta de ingresos asociada a las ayudas y subvenciones encubiertas que llevará a cabo el PP, como la que conlleva la modificación del impuesto de sociedades. Otras, como la reforma de la educación o la nueva actitud ante la renovación de los órganos constitucionales, vuelven a poner en valor el carácter oportunista y poco honesto del Partido Popular en la oposición.

Por la vía de los ingresos, ni una sola propuesta; por la vía de la reducción de gastos, falta de concreción y aplazamiento al primer trimestre del año. Lo que en la oposición y en campaña era urgente, ahora no lo es. El compromiso del déficit sigue estando ahí. El problema es otro. La referencia al primer trimestre hubiese sido más precisa si se hubiese hecho al 31 de marzo. Ese día ya se habrán celebrado las elecciones andaluzas y Rajoy tendrá la mano libre para poder hacer todo. Y eso que se había comprometido siempre a decir la verdad. Mal empieza.


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