domingo, 18 de enero de 2015

J´aussi suis Charlie



Los últimos atentados contra la sede del semanario satírico francés Charlie Hebod, que costaron la vida de doce personas, y el asesinato posterior de cuatro judíos en un supermercado, han despertado la preocupación en toda Europa de la amenaza yihadista. El grito de solidaridad ha sido unánime. Todos nos hemos sentido amenazos y atacados. Por eso yo, como me imagino que todas las personas de bien, nos atrevemos a gritar je aussi suis Charlie –yo también soy Charlie.

La yihad sigue representando para los islamistas el instrumento de acción para conquistar e imponer al resto del mundo sus creencias. Por suerte, lo occidentales hace tiempo que abandonamos las cruzadas. Nuestra civilización ha hecho la transición cultural a lo largo de la historia con diversas corrientes de pensamiento. En especial, con el Renacimiento, que supuso un importante avance en lo social, en lo político, en lo económico y en lo religioso. El hombre pasó a un primer plano y se relativizó la figura de Dios.
Parte del mundo musulmán no ha sido capaz, o no ha querido hacer esa transición. Todo esta supeditado a los mandatos religiosos del Islam. La yihad les vincula hasta la expansión y aceptación total de sus creencias. La tensión impuesta por los más radicales está hoy más latente que nunca. Afganistán, el 11-S, el 11-M, Londres y ahora París marcan hitos relevantes de esta locura. Al-Qaeda y el EI (Estado Islámico) son sus instrumentos letales, como por desgracia podemos comprobar.

Hoy más que nunca tiene sentido trabajar en la Alianza de las Civilizaciones pergeñada y promovida por Zapatero y el presidente turco, Erdogan, y que fue denostada y vituperada por las fuerzas conservadoras. Es necesario buscar fórmulas que permitan cortar la espiral de violencia y solventar, hasta donde sea posible, los problemas asociados al diferente contexto cultural.

La globalización ha hecho que exista una continua interacción de la cultura occidental en la islámica a través de las nuevas tecnologías de comunicación. A muchos musulmanes les resulta muy difícil entender las viñetas de Charlie Hebod contra su Profeta. Como les es imposible entender el derecho a la libertad de expresión occidental. Esta diferencia de contexto cultural es la que iguala para estos musulmanes el derecho a la vida con el derecho a la libertad de expresión; algo que a los occidentales nos resulta imposible entender y condenamos con el sometimiento de sus actuaciones al  Estado de Derecho.          

El terrorismo asociado a la yihad no puede quedar inmune. Su acción solo se puede contrarrestar desde la inversión en la Alianza de las Civilizaciones, lo que sin duda requerirá mucho tiempo para poder compatibilizar sus valores, y mediante la acción preventiva en materia de seguridad. El derecho a la vida en las constituciones e ideario del mundo libre está muy por encima de otros derechos y libertades.

Perfectamente se puede y debe defender el derecho a la vida y a su seguridad, y establecer limitaciones al resto de derechos y libertades cuando puedan incidir en el derecho supremo o ponerlo en riesgo. Protegerse del terrorismo, sea del signo que sea, es un deber que deben promover todos los partidos que miren al horizonte con alturas de miras y antepongan en su ideario político la vocación de servicio público, y no de servirse a sí mismos.      



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