Hace ahora 60 años, en un mundo convulso que intentaba reconstruirse tras la última gran guerra, la mayoría de los países se pusieron de acuerdo en que había que redactar una declaración que unificara todos aquellos aspectos que, según su manera de ver, deberían de ser inviolables: el derecho a la vida, a la libertad, a la educación, a una vivienda digna…, a un sinfín de cosas, que no por ser fundamentales, no dejan de ser inalcanzables en muchos lugares de este planeta.
El escritor y Premio Nobel de las Letras, José Saramago, enfundado en su armadura de “defensor de los derechos humanos”, ha dicho en los actos en los que ha participado con tal motivo que: “A día de hoy, los derechos humanos no dejan de ser más que papel mojado”; y posiblemente lleve razón.
Si bien en algunas partes del mundo se disfruta de un amplio ‘Estado del Bienestar’, en otros lugares algunos aspectos tan básicos como ‘el derecho a la vida’ no dejan de ser una utopía prácticamente inalcanzable, simplemente por algo tan obvio como la falta de alimentos.
Y si hablamos de ‘Libertad’, basta con que pensemos en China, donde su Gobierno ha detenido a decenas de activistas que se manifestaban a favor de los derechos humanos; o en Venezuela, donde el presidente electo pretende, con artimañas, permanecer como tal hasta que le venga en gana.
¿Y qué pasa con Cuba, donde el bloqueo internacional, y la sinrazón del régimen, permiten que este país viva en pleno siglo XXI como si estuviera en los años 60? Desde luego, la mayor desvergüenza la encontramos en África, continente vecino, inmenso, rico, pero que ha resultado ser incapaz -siempre por causas externas o por la corrupción de muchos dirigentes- de impedir que sus habitantes tengan un futuro digno; contempla día a día cómo sus jóvenes se embarcan en cayucos para alcanzar lo que para ellos no deja de ser la esperanza -‘Europa’-, arriesgando en esta empresa sus propias vidas.
Habría miles de ejemplos que poner; algunos probablemente serían más cercanos, pero de lo que no cabe la menor duda es de que todavía a este mundo le quedan muchas cosas por hacer.
La Humanidad ha cambiado, pero algunas cosas parecen inalterables. La intolerancia, la incapacidad para evolucionar las mentalidades con los tiempos es un ejemplo. Me gustaría hacer mención a la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, algo que nadie se atreve hoy en día a cuestionar y que, sin embargo, mientras se intentan poner leyes para evitarlo, continúa a día de hoy produciendo tantas muertes innecesarias de mujeres en nuestro propio país.
No deberíamos, en todo caso, dejar pasar la ocasión para que esta celebración constituya un alto en el camino que nos hiciera pensar, no en lo hecho, sino en todo a aquello que falta por hacer; pero sobre todo, de qué manera y cómo podemos contribuir a realizarlo, cada uno de nosotros en el lugar y en la responsabilidad que nos ha tocado en la vida.
El escritor y Premio Nobel de las Letras, José Saramago, enfundado en su armadura de “defensor de los derechos humanos”, ha dicho en los actos en los que ha participado con tal motivo que: “A día de hoy, los derechos humanos no dejan de ser más que papel mojado”; y posiblemente lleve razón.
Si bien en algunas partes del mundo se disfruta de un amplio ‘Estado del Bienestar’, en otros lugares algunos aspectos tan básicos como ‘el derecho a la vida’ no dejan de ser una utopía prácticamente inalcanzable, simplemente por algo tan obvio como la falta de alimentos.
Y si hablamos de ‘Libertad’, basta con que pensemos en China, donde su Gobierno ha detenido a decenas de activistas que se manifestaban a favor de los derechos humanos; o en Venezuela, donde el presidente electo pretende, con artimañas, permanecer como tal hasta que le venga en gana.
¿Y qué pasa con Cuba, donde el bloqueo internacional, y la sinrazón del régimen, permiten que este país viva en pleno siglo XXI como si estuviera en los años 60? Desde luego, la mayor desvergüenza la encontramos en África, continente vecino, inmenso, rico, pero que ha resultado ser incapaz -siempre por causas externas o por la corrupción de muchos dirigentes- de impedir que sus habitantes tengan un futuro digno; contempla día a día cómo sus jóvenes se embarcan en cayucos para alcanzar lo que para ellos no deja de ser la esperanza -‘Europa’-, arriesgando en esta empresa sus propias vidas.
Habría miles de ejemplos que poner; algunos probablemente serían más cercanos, pero de lo que no cabe la menor duda es de que todavía a este mundo le quedan muchas cosas por hacer.
La Humanidad ha cambiado, pero algunas cosas parecen inalterables. La intolerancia, la incapacidad para evolucionar las mentalidades con los tiempos es un ejemplo. Me gustaría hacer mención a la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, algo que nadie se atreve hoy en día a cuestionar y que, sin embargo, mientras se intentan poner leyes para evitarlo, continúa a día de hoy produciendo tantas muertes innecesarias de mujeres en nuestro propio país.
No deberíamos, en todo caso, dejar pasar la ocasión para que esta celebración constituya un alto en el camino que nos hiciera pensar, no en lo hecho, sino en todo a aquello que falta por hacer; pero sobre todo, de qué manera y cómo podemos contribuir a realizarlo, cada uno de nosotros en el lugar y en la responsabilidad que nos ha tocado en la vida.
5 comentarios:
Esperemos que no haya que esperar otros 60 para que se hagan realidad...
Un gran avance esta declaración de Derechos Humanos que se realizó hace 60 años. Pero aún queda tanto...
Felices años venideros. Suerte y tino en tus decisiones. JMA
Feliz año 2009, Senador.Los jovenes apoyamos el nuevo proyecto.
El nieto de Gregorio.
parece que los Derechos Humanos, se han quedado en el papel . Porque la realidad dista mucho de parecerse a la Declaración. Hoy en día hay que redoblar la lucha por instaurar esos derechos como universales. Si basta mirar a nuestro alrededor, Irak, Afganistán, y en estos terribles días la Franja de Gaza en Palestina.
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