miércoles, 11 de agosto de 2010

La Silla del Rey

Un año más, y ya van tres, cumpliendo con el rito iniciado hace dos años salimos a la sierra del Guadarrama un grupo de amigos de Sangarcía. La ruta elegida por nuestro serpa, Javier Gacimartín, y su novia, Cristina, fue un acierto. Hicimos cerca de 20 kilómetros desde los Jardines de La Granja, en la puerta de Cosio, subiendo desde ahí a la Silla del Rey para desde allí ir a la Fuente Infantes y bajar hasta la Mata de la Saúca, otra vez en La Granja de San Ildefonso, donde finalizó la marcha. En total, cuatro horas y medias a un ritmo relajado.

En el grupo se estrenaban Marce y Javi, y dos amigos suyos, quienes aguantaron como jabatos, más teniendo en cuenta que no habían salido nunca a la montaña. En poco más de 20 minutos llegamos a la Fuente de la Plata donde comenzamos a ascender hasta llegar a la pista asfaltada que nos condujo a la Fuente del Chotete, quizás el tramo con más dificultad por la gran pendiente de algunas de sus rampas. De ahí, nos dirigimos a Dos Cabañas donde, en tiempos, había dos chozas en las que pernoctaban los guardas forestales. Cruzamos el arroyo Carneros y nos encontramos con un grupo de montañeros segovianos, compañeros de trabajo de Dori en Telefónica. Hasta aquí el tiempo nos acompañó bien. Estaba nublado y no hacía mucho calor. Un día espléndido para salir a pasear.

Desde allí comenzamos la subida de las fuertes pendientes que nos llevaron al Salto del Corzo, desde donde enfilamos la última subida hasta el Cerro del Moño de la Tía Andrea en el que se encuentra la Silla del Rey. En la subida, alguna que otra gota nos cayó. Pero fue llegar arriba, a la Silla del Rey, y las nubes de una forma muy rápida nos mostraron su poderío. El aparato eléctrico, no excesivo, mostró la preocupación y el temor de algunos de los que allí estábamos. Javier y Cristina nos dieron confianza y mostraron un gran conocimiento de la montaña. No obstante, decidimos no comer el bocadillo y continuar nuestra ruta, no sin antes sentarnos en la Silla del Rey y disfrutar de las magníficas vistas, aunque un poco pasadas por agua, pero atenuadas por la copa de los grandes pinos.

Bajo un intenso diluvio bajamos de nuevo al Salto del Corzo y, a media ladera, nos dirigimos hasta encontrarnos de nuevo con el arroyo Carneros y seguimos su curso en sentido ascendente hasta llegar al Chozo del Tío Blas, junto a las majadas del mismo nombre. Éstas eran aprovechadas hace tiempo por el ganado para pastar y en ellas existían cercados de piedra; en una aún se distingue lo que queda de uno, donde se guardaba el ganado por la noche. Aprovechamos la ligera salida del sol para secarnos, cambiarnos de ropa, quien pudo, y tomarnos el bocata durante media hora. Alguno de nosotros aprovechó la ocasión para cobijarse durante el tiempo de descanso en la cabaña de pastores que hay junto a la majada. En este último recorrido nos encontramos con bonitos caballos que pastaban libremente.

Nos dirigimos, a partir de aquí, por una trocha de ganado atravesando piornales hacia el camino de La Granja a Rascafría por el puerto del Reventón. Un tramo difícil, en el que se pierde el sendero, y que aconseja llevar unos pantalones largos. El cruce del piornal nos llevó unos 40 minutos, sin gran esfuerzo dado la bondad del día.

Por último, una pronunciada subida nos lleva hasta la cabaña de Fuente Infantes junto a la fuente del mismo nombre. En este tramo Dori aprovechó para darnos una lección sobre el mundo de los sentidos. Muy interesante, pero que muy interesante. Tras el merecido descanso en la Fuente de Infantes, y la amenaza de lluvia, optamos por subir a El Chorro en otra ocasión y en 30 minutos nos pusimos en la puerta de la Mata de la Saúca, donde finalizó la marcha.

Valsaín fue el lugar elegido para disfrutar de unas excelentes viandas y comentar el recorrido. Javi y Cristina nos han prometido llevarnos al Yelmo antes de que finalice el año. Nosotros les estamos muy agradecidos. Sobre todo porque estamos descubriendo que el mundo no se termina donde todos pensábamos que concluía. Y, además, en los recorridos podemos conversar de cualquier cosa y discrepar, sin que nadie nos de voces. Muchas gracias.






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