domingo, 3 de julio de 2011

El ejemplo luso

Passos Coelho, el nuevo primer ministro de la coalición gubernamental de centro derecha en Portugal, ha anunciado un nuevo tributo extraordinario equivalente al 50 por ciento de la paga de Navidad en la cuantía que exceda el salario mínimo -485 euros/mes-. La medida afecta a tres millones de portugueses. Se da la circunstancia de que esta medida no está incluida en el acuerdo firmado con la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que han impuesto un durísimo programa de austeridad de tres años a cambio de 78.000 millones de euros para poner en orden las cuentas públicas.

El anterior jefe de Gobierno, el socialista Sócrates, se vio avocado a disolver las cámaras al negarse el actual partido de gobierno, el PSD, entonces principal partido de la oposición, a aceptar las medidas de ajuste propuestas por el gobierno socialista para hacer frente a la crisis. Con posterioridad fue necesario el rescate por parte de la UE. Al actual jefe de Gobierno durante al campaña electoral del mes de mayo repitió una y otra vez que no se podía pedir más sacrificios a los portugueses. Verlo para creerlo. Claro que en aquel momento las encuestas le daban como favorito para las elecciones.

Hoy, los populares, con su líder al frente, Mariano Rajoy, claman por la convocatoria de elecciones generales ya. Este fue su único y reiterado mensaje en el debate del estado de la nación. Un 50 por ciento de la opinión pública española está más preocupada por la fecha en la que se celebrarán las elecciones que por las medidas que se han de adoptar para impedir los destructivos efectos que la crisis esta provocando en el crecimiento económico, en el tejido productivo, en las políticas sociales y en el empleo. No podemos distraernos ni descuidar el impulso de las reformas ya iniciadas, ni las que aún faltan por concretar. Con la que está cayendo, este país no se puede permitir una prórroga de presupuestos. Sería tanto como llevar el barco al puerto sin rumbo durante un año.

En el futuro, todo será distinto. El sector público ha de fundamentar su actuación en pautas de austeridad y eficiencia. El crecimiento, cuando llegue, se ha de asentar sobre nuevos nichos de actividad y el Estado del Bienestar tendrá que reformularse para garantizar su futuro. La austeridad marcará la pauta de la política económica. Y nos queda mas remedio que adaptarnos a las directrices que nos vienen de Europa, o bien soltar amarras y cabalgar por la senda de la incertidumbre. Europa es nuestra tabla de salvación, aunque ello conlleve enormes sacrificios y nos esperen tiempos difíciles. El futuro de España pasa inexorablemente por Europa.

La situación que se atisba es muy diferente a la que promete Rajoy. El ladrillazo no volverá. El espejismo económico que vivimos desde el 2000 hasta el 2008, era eso, un espejismo. Y el PP debiera poner los pies en la tierra, mucho más cuando todo apunta a que puede ganar las próximas elecciones generales.

El PP ha demostrado hasta el momento una absoluta irresponsabilidad en el ejercicio de la oposición. Intentó en mayo de 2010 derribar al Gobierno socialista siguiendo la misma estrategia que el actual primer ministro de Portugal, lo que hubiese tenido enormes costes colaterales para los españoles.

A Rajoy y al PP lo único que les interesa es llegar al poder como sea. Si llegan, no tendrán ningún reparo en aplicar el nuevo modelo portugués; o en despedir a 500.000 funcionarios como pretende hacer la derecha británica. Fue el propio Rajoy quien, en su momento, afirmó que en caso de llegar al poder haría algo como lo que propone Cameron. Hay cosas que la derecha lleva en los genes. El PP, si llega al poder, meterá “motosierra” frente a “tijeras” para abordar la crisis. Lo han hecho sus homólogos europeos. Espero que prime la sensatez, y los españoles no tengan un ataque de locura.




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