domingo, 14 de agosto de 2011

Entropía social y política




Durante la última semana hemos vivido con cierta perplejidad los saqueos, incendios de edificios y actos vandálicos que se han producido en ciudades del Reino Unido, entre otras: Londres, Birmingham y Manchester. Como consecuencia de esto actos han muerto cinco personas, se han producido cuantiosos daños y se ha detenido unas 1.700 detenciones.

Entre los asaltantes no solo se encontraban personas desahuciadas socialmente, sino también profesores, niños de clase bien y menores. La pregunta es: ¿Por qué se producen estos comportamientos? ¿Son una consecuencia de la crisis económica? ¿Cuál es la razón que lleva a un nutrido grupo de personas a comportarse como unos vulgares ladrones y matones? La respuesta no es simple. Y durante estos días los periódicos han vertido mucha tinta analizando las posibles causas.

Hay quien piensa que el problema radica en la marginalidad de muchos colectivos, en su exclusión social. Esa, sin duda, es parte del problema, pero no la única causa. Desde mi punto de vista, el núcleo de este movimiento de “odio” sobrevenido se encuentra en la cultura colectiva e impulsiva de consumo que ha creado el sistema capitalista. Hay muchas personas que viven en esa cultura: necesitan comprar y acceder a los bienes de consumo, y cuando no pueden por razones económicas son fruto de tensiones emocionales y envidias, que pueden desencadenar en actos como los que hemos visto esta semana en Inglaterra.

Otros han proyectado en estos actos vandálicos su frustración social: su fracaso en la búsqueda de empleo; el rechazo de la sociedad; o, incluso, el hartazgo a la monotonía y la falta de valores propios en los que proyectar su “modus vivendi”. El asunto es mucho más profundo que un simple problema policial, como en un principio lo calificó el premier británico, Sir Cameron. Es mucho más profundo y entronca en la propia cultura social del capitalismo. Un problema de difícil solución en un corto plazo.

Pero el nivel de entropía del sistema también se ha proyectado durante estos días en nuestro país en el ámbito político. El presidente del PP en Andalucía, Sr. Arenas, ha vuelto a lanzar dardos sobre el candidato del PSOE a las próximas elecciones generales y ha manifestado que “Rubalcaba en el ejercicio de sus funciones como ministro del Interior no ha hecho todo lo posible para acabar con ETA”. Idea que ha sido profundizada y ampliada por el portavoz de Interior del PP en el Congreso, Sr. Cosidó. ¡Que barbaridad y qué despropósito! Está visto que para esta gente –si quieren gentuza- todo vale.

Si alguien ha realizado una labor eficaz en la lucha contra ETA, ese ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba. Ha estado y es posible que esté, si ETA tiene capacidad operativa, que lo dudo, entre sus principales objetivos. O caso el Sr Arenas no recuerda ese atentado frustrado que la Guardia Civil logró desmantelar en Cádiz y que iba dirigido a Rubalcaba. Siguiendo el modelo termodinámico, la táctica política del PP es pura entropía política. A las pruebas me remito.

Pero hay otras muchas manifestaciones de entropía social y política, entendida esta como grado de desorden de un sistema. En general, todo aquello que adormece el intelecto individual y fomenta la manipulación colectiva contribuye a esto. Durante estos días y los próximos, muchas calles españolas están repletas de filas humanas, por lo general jóvenes, subsumidas al interés colectivo de la “cruzada del siglo XXI”. Pero esto merece un análisis diferencial.






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