domingo, 6 de septiembre de 2015

Golpe de mano



El PP con el registro, calificación unilateral por el presidente del Congreso y publicación de la Proposición de reforma de la Ley Orgánica 2/1979, del Tribunal Constitucional, para la ejecución de las resoluciones del Tribunal Constitucional, ha intentado dar un Golpe de mano electoral ajeno a las pautas democráticas que han de guiar un Estado democrático.

No nos sorprende. Ya lo intentó Aznar promoviendo una reforma del Código Penal, poco antes de unas elecciones generales, para meter en la cárcel a un presidente autonómico. Perdió las elecciones y la reforma devino en anticonstitucional. Lo llevan en los genes.  

La función del Constitucional es interpretar la Carta Magna. No es un tribunal de justicia. Como ha manifestado la Asociación de jueces y magistrados Francisco de Vitoria, “si lo que se quiere es reforzar los mecanismos legales para hacer que se cumpla la ley, quizás deberían reforzar el código penal o la jurisdicción de lo contencioso administrativo”.  

Pero el golpe de mano también se convierte en un golpe de efectos inconmensurables a la credibilidad del Tribunal Constitucional. Un órgano constitucional que ya de por sí tiene poca credibilidad, y que con la posibilidad que se le abriría de suspender cargos públicos profundizaría aún más en su descrédito. Más cuando ya hay canales ordinarios para ello.

No es fácil entender el fondo de la iniciativa que ha presentado el PP. Y mucho menos las prisas en su tramitación alevosa y con la complicidad del presidente del Congreso. Sin pedir informes ni al CGPJ, ni al Consejo de Estado, ni al Ministerio Fiscal. Han tenido cuatro años. Y el Grupo Parlamentario Popular la ha presentado en el último momento y sin ningún tipo de diálogo ni de acuerdo.

Desde el primer momento el PP ha instrumentalizado la iniciativa de forma mediática. Ese era el objetivo de cara a las elecciones del próximo día 27 en Cataluña. Para ello no tuvieron ningún reparo en presentar la Proposición de Ley con el cabeza de lista del PP, el Sr. Albiol.

El PP ha demostrado no tener ningún pudor en utilizar los órganos constitucionales en beneficio propio. 


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