jueves, 20 de octubre de 2016

Altura de miras



El desarrollo económico y social de España en los últimos 40 años no se entiende sin el PSOE. La socialdemocracia española ha jugado un papel esencial para la modernización de nuestro país, pero en especial para la cohesión social y territorial. El Estado del Bienestar y la conquista de nuevos derechos tienen nombre y apellidos en nuestro país: Partido Socialista Obrero Español.

El PSOE no pasa por su mejor momento. Su senda no es muy diferente a la de otros partidos socialdemócratas de Europa, pero agravada por las consecuencias de la crisis económica y su división interna de cara a cómo afrontar la gobernabilidad de España después de casi 300 días sin Gobierno. Sin olvidar la presencia de un nuevo partido de corte populista que, a pesar de tener un carácter pendular en lo ideológico –tan pronto se declaran leninistas como socialdemócratas-, intenta competir por su electorado y la hegemonía de la izquierda para dar así respuesta a la vieja aspiración comunista: El sorpasso. Una amenaza que ha condicionado en los últimos tiempos la acción política del PSOE.

El PSOE necesita recuperar cuanto antes las señas de identidad que le han permitido ser el partido que más años ha gobernado este país en la última etapa democrática. Para ello no se necesita dar miedo como pretenden otros, sino desarrollar un proyecto político de país que permita crear riqueza y redistribuirla con progresividad entre las personas y territorios que más lo necesitan. Garantizar derechos y libertades. Reforzar la transparencia y la regeneración democrática y contribuir a que España sea el gran país que siempre fue, buscando la armonía y convivencia entre los diferentes pueblos que se integran en el Estado español, respetando sus diferencias, pero adaptando el marco normativo a la realidad de los tiempos, sin que ello suponga poner en peligro la unidad.  

La socialdemocracia hoy es más necesaria que nunca. Es la única herramienta real que tiene una inmensa mayoría de la población para garantizar su progreso y bienestar. El PSOE debe continuar siendo el partido moderado de centro izquierda que siempre antepuso su vocación de servicio público y los intereses de país a los intereses de partido. La aceptación social será una consecuencia de las políticas. La sensatez de la mayor parte de los españoles acaba penalizando a los filibusteros y a aquellos  que envenenan la convivencia en beneficio propio.

Unas terceras elecciones representarían un gran fracaso democrático y una falta de respeto a los electores. Contribuirían a incrementar aún más la desafección hacia la política y el desprestigio de todos aquellos que en estos momentos desempeñamos la que debiera ser una noble y respetada función. Ha pasado el tiempo de las mayorías, al menos de momento. La mejor forma que tenemos de defender nuestro programa y a los más desfavorecidos es permitir la gobernabilidad y condicionar las políticas del Gobierno con los votos de nuestros diputados y senadores. 

Hoy, más que nunca, se necesita altura de miras para pensar en clave de intereses de país y refundar y adaptar a los nuevos tiempos el partido más importante por historia y hechos de los siglos XX y XXI en España, el PSOE.


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