domingo, 30 de octubre de 2016

Desbloqueo político



Con 170 votos a favor de Mariano Rajoy como presidente, 111 votos en contra y 68 abstenciones, se ha desbloqueado la situación política después de 315 días de parálisis de las instituciones. Hemos sido muchos los socialistas los que hemos sido calificados de “traidores” por abstenernos en esta votación decisiva y permitir un Gobierno del PP. Pero nuestra auténtica traición habría sido obligar a los españoles a ir a unas terceras elecciones –en las que el PP obtendría mayoría absoluta- y  paralizar las instituciones y con ello las expectativas de inversión para la creación de empleo y riqueza. 

Según el último barómetro de La Sexta, el 60 porciento de los españoles valoran positivamente el desbloqueo. Un 58 por ciento de los votantes del PSOE, también. Y un 47 por ciento de los españoles prefiere un Gobierno del PP frente a un 45 que prefiere terceras elecciones. Como se puede comprobar a tenor de esta información, la población española está muy dividida. Aunque yo creo que la situación es de plena  confusión entre los ciudadanos como consecuencia del tratamiento superficial de un tema tan complejo como la gobernabilidad por líderes políticos y medios de comunicación. 
 
Han pasado los tiempos de las mayorías absolutas, al menos de momento. Hoy para gobernar se necesita como mínimo el concurso de tres fuerzas políticas en el escenario actual. El PSOE lo intentó con C’s y Podemos bajo el paraguas de un programa reformista que permitía un giro muy amplio en la política que el PP había hecho en la última legislatura. A esta alternativa se opuso Podemos que estaba pensando en dar cumplimiento a la vieja aspiración comunista del “sorpasso”, y nada en los intereses de los españoles. 

En esta legislatura no ha sido posible. El PSOE sólo podría haber gobernado si se hubiese plegado a la exigencia independentista del derecho a decidir que imponía ERC y la antigua CiU, y que veía con buenos ojos Podemos. Una barbaridad que hubiese tenido unos efectos parecidos al Brexit en Gran Bretaña y que hubiese roto entre otras cosas la caja única de pensiones y creado grandes tensiones sociales. Una frivolidad a la que los socialistas de verdad no podían acceder de ninguna manera.

El último debate de investidura nos ha permitido ver la auténtica cara de odio y rencor que practican los denominados populismos de izquierdas. En nada se diferencian el bufón Rufián del esperpéntico Pablo Manuel, o del representante de Bildu que intervino en la última sesión. Todos ellos quieren ajustes de cuentas. Se aplauden y vitorean entre ellos, incluida la cara amable de Errejón. Después de lo visto, algunos tenemos la certeza absoluta de que un Gobierno con ellos nos hubiese hecho repetir la historia del tripartito, pero mucho peor. El PSOE hubiera sido condenado al ostracismo, y la mayoría absoluta del PP no se hubiese hecho esperar mucho tiempo. Así que más vale una vez verde que mil amarillo. 

Se abre una etapa que tiene que ser de diálogo y negociación. El PSOE hará una oposición responsable pero exigente en la defensa de su programa, intentando buscar en todo momento el punto de equilibrio para romper la cuerda. En definitiva, negociando. El PP debe adecuar sus actitudes a los nuevos tiempos. Debe ser Rajoy y el PP quienes propicien acuerdos para dar estabilidad a la legislatura para que sea próspera y duradera. Sólo así España podrá avanzar y desbloquear el funcionamiento de las instituciones.



No hay comentarios: