sábado, 2 de junio de 2018

Creando futuro


Terminaba mi artículo de la semana pasada haciendo referencia a que el gran riesgo para la política española era su “italianización”, lo que nos pudiera llevar una situación de inestabilidad social y económica. Tras el debate de la moción de censura que ha permitido otorgar la confianza a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, el panorama político es mucho más optimista. A pesar de la complejidad y dificultad de armonizar programas de hasta ocho partidos políticos diferentes, algunos de ellos muy dispares, el debate de la moción puso de manifiesto el cambio del registro político que muchos de ellos estaban manteniendo hasta el momento. Hay voluntad política de cambio y de iniciar una nueva etapa política que permita crear entre todos un futuro de bienestar para España y los españoles. El papel primordial lo tiene el presidente Pedro Sánchez, que deberá administrar el alto capital político con mucha inteligencia, como tuve la oportunidad de comentar con él minutos antes de ser investido; pero también el resto de fuerzas políticas que han posibilitado para que esta investidura cumpla con sus compromisos. Es mucho lo que nos jugamos los socialistas, pero también ellos, y sobre todo la izquierda de este país.

Pedro Sánchez, en su primer turno de réplica al líder de Podemos, le recordó unas palabras del expresidente de Chile, Ricardo Lagos, que había tenido la ocasión de oír cuando departió con él: “Tenemos que ser recordados por la izquierda que supo y pudo gobernar este país”, demostrando ser capaces de gobernar sin pecar de ambición. Para ello le recordó la necesidad de ser humildes y no crear expectativas difíciles de alcanzar. Iglesias, en la dúplica, dirigiéndose al futuro presidente del Gobierno, expresó que “no podemos permitirnos que en España ocurra lo que está sucediendo en Italia”. Y lo remató diciéndole que “tenemos que ganar juntos las próximas elecciones”. Lo que hay que entender como un advenimiento a la socialdemocracia. Y bienvenido sea, si esto sirve para crear riqueza y repartirla; para avanzar en la justicia social y las libertades, y para hacer del Estado español esa patria grande en la cual podamos convivir todos los españoles en condiciones de igualdad, ganando estabilidad y huyendo del modelo italiano. Ahora el líder de Podemos tiene que cumplir su palabra y compromisos para hacer de la izquierda un baluarte de respuesta a los retos de las personas más desfavorecidas, y poder consolidar una opción alternativa de la socialdemocracia moderna. De lo contrario, el triunfo táctico puede ser un gran fracaso estratégico.

El PNV no ha desaprovechado su capacidad de influencia. La intervención de su portavoz en el pleno de la moción es de las que no te dejan indiferente. Necesitaban estirar la legislatura para que maduren las inversiones conseguidas en los presupuestos, cortar el paso de Cs ante la amenaza que supone para su ideario político y quitarse del medio a Rajoy, en solidaridad con los nacionalistas catalanes para buscar el diálogo. A ello se une la necesidad de dignificar la vida pública ante los continuos casos de corrupción del PP y su futura manifestación teniendo en cuenta la agenda judicial, lo que haría inviable su continuidad. Son ellos los que determinan la mayoría. De entrada, mantienen los presupuestos. Hay que reconocer su profesionalidad. El Euzkadi Buro Batzar (Comisión Ejecutiva del PNV) funciona como un auténtico consejo de administración. Evalúan riesgos, analizan alternativas y toman decisiones. No son muchos, ni les hace falta. Saben que para tomar grandes decisiones colegiadas más de diez personas puede ser un problema. Los órganos de decisión no son órganos deliberativos, son ejecutivos.

Sánchez prometió diálogo a los nacionalistas catalanes, pero se mantuvo firme en su compromiso constitucional. ERC y el PdeCAT se sienten perseguidos por el PP. Rajoy y Sánchez han defendido la Ley, su respeto, por eso han respaldado el 155. El resto lo ha hecho el Estado de Derecho con los jueces aplicando justicia. Sin embargo, han entrado en un enconamiento exacerbado con Rajoy. Le querían ver fuera de La Moncloa. Le veían como un obstáculo. Incluso, en algún momento, han llegado a insinuar que estaban dispuestos a ceder de sus posiciones con otro interlocutor. Tienen esperanza de diálogo, y lo habrá porque el PSOE siempre ha sido dialogante; pero que no se equivoquen, las líneas que marca la Constitución no se van a trasvasar. Pedro Sánchez se tendrá que sentar con el presidente de la Generalitat, pero no se va a excluir a nadie del diálogo. Ni a Cs ni al PP, ni a ningún otro grupo representativo catalán que quiera contribuir a buscar una solución para recuperar la convivencia en el marco constitucional. 

Crear futuro no sólo requiere que el Gobierno acierte en su línea estratégica y gobierne en equilibrio y para todos, sino que sus apoyos parlamentarios sean leales y responsables con las bases que han hecho posible el cambio de Gobierno; pero también que la oposición esté a la altura. Tanto Cs como PP deben replantear su oposición. La línea que siguió el portavoz del PP en el debate de la moción es un camino que no contribuye a crear futuro y sí a fomentar el radicalismo. El nuevo líder que ha de surgir esperemos que lo oriente con una visión de interés ciudadano y no de partido. Cs debe salir del tacticismo en el que se ha metido. Lleva tiempo y, a pesar de contar con un alto respaldo ciudadano, según indican las encuestas, su posición se puede evaporar. De hecho, esta situación le releva a un papel secundario en la oposición, lo que sin duda beneficiará al PP. Rivera tiene que demostrar su talla política. No se puede querer gobernar con prisas. Hay que otear el horizonte, y todo indica que vamos a un  futuro en el que nadie tendrá mayorías y aquéllos que sepan adaptarse y negociar podrán llevar las riendas de este país. De momento, el PSOE ha demostrado contar con un gran olfato táctico.


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