Durante estos últimos días, los periódicos se han hecho eco de las cifras de paro, así como del drama social que representan. Los que en alguna ocasión hemos tenido la oportunidad de hacer cola en alguna de las oficinas de empleo sabemos lo difícil que resulta esa situación. El paro no sólo produce una merma de los ingresos económicos y del bienestar personal, sino también un importante deterioro de la autoestima y del estado anímico de las personas que lo sufren. Nadie está exento de engrosar la lista del paro, por muy preparado que se esté. El paro no deja de ser más que la manifestación de un problema económico, como es el caso.
La actual tasa de paro asciende en España a 13,4 por ciento -8,3 por ciento en Segovia-, lejos de la alcanzada a finales del año 87, cuando se elevó al 20 por ciento, con una población activa de 15 millones de personas. Aún así el fuerte incremento experimentado durante el último año, y en especial durante los últimos tres meses, pone de manifiesto importantes y viejos problemas estructurales en la economía española, más si se tiene en cuenta el diferencial de la tasa de paro de España con el resto de los países de Europa –más de seis puntos-.
La crisis financiera internacional ha sido el detonante de la crisis de la economía real en todo el mundo occidental. Pero, ¿por qué en España se manifiesta con más virulencia, al menos en términos de empleo? La respuesta hay que buscarla en las debilidades que presenta la economía española, y se manifiesta de forma desigual por la geografía española. El fuerte crecimiento de la economía española desde la década de los sesenta se ha fundamentado siempre en el crecimiento del consumo y, desde finales de la década de los 80, en un crecimiento acelerado de la inversión residencial.
La burbuja inmobiliaria no ha parado de crecer en estos últimos años. Viviendas con un precio de mercado muy superior a su valor han permitido la creación de muchos puestos de trabajo - por lo general poco cualificados y temporal-, pero han generado un alto endeudamiento de las familias y en las empresas, y creado grandes desequilibrios en la economía, más cuando España tenía una fuerte dependencia otros países en su financiación –superior al 30 por ciento de su necesidades-.
La caída del ladrillo es la principal causa del crecimiento del desempleo. En el último año se ha duplicado el número de parados en la construcción. Y es previsible que el paro en este sector siga aumentando durante el primer semestre de este año. Pero hay otros problemas estructurales. La economía española es poco competitiva y necesita mejorar su “progreso técnico” a la vez que articular fórmulas laborales que compatibilicen la seguridad laboral con la flexibilidad empresarial. El Gobierno está trabajando no sólo en medidas de corte Keynesiano que permitan mantener el empleo y dar respuesta a las familias más necesitadas, sino también establecer las bases de un nuevo sistema productivo, más tecnológico, que nos permita mejorar la productividad y crear más y mejor empleo en los próximos años.
En estos momentos hemos de trabajar en la generación de confianza en los ciudadanos para así recuperar el consumo e incrementar las expectativas empresariales, con el consiguiente incremento de la inversión privada y la creación de empleo. Para ello, es clave el posicionamiento del principal partido de la oposición. Hasta el momento ha dado muestras de clara irresponsabilidad, con una orientación más de oportunismo electoral que de respuesta las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, la responsabilidad de todos es devolver la esperanza a los tres millones de parados que hay en España. Los socialistas estamos y vamos a estar a la altura de las circunstancias: trabajando y arrimando el hombro. No lo duden.
La actual tasa de paro asciende en España a 13,4 por ciento -8,3 por ciento en Segovia-, lejos de la alcanzada a finales del año 87, cuando se elevó al 20 por ciento, con una población activa de 15 millones de personas. Aún así el fuerte incremento experimentado durante el último año, y en especial durante los últimos tres meses, pone de manifiesto importantes y viejos problemas estructurales en la economía española, más si se tiene en cuenta el diferencial de la tasa de paro de España con el resto de los países de Europa –más de seis puntos-.
La crisis financiera internacional ha sido el detonante de la crisis de la economía real en todo el mundo occidental. Pero, ¿por qué en España se manifiesta con más virulencia, al menos en términos de empleo? La respuesta hay que buscarla en las debilidades que presenta la economía española, y se manifiesta de forma desigual por la geografía española. El fuerte crecimiento de la economía española desde la década de los sesenta se ha fundamentado siempre en el crecimiento del consumo y, desde finales de la década de los 80, en un crecimiento acelerado de la inversión residencial.
La burbuja inmobiliaria no ha parado de crecer en estos últimos años. Viviendas con un precio de mercado muy superior a su valor han permitido la creación de muchos puestos de trabajo - por lo general poco cualificados y temporal-, pero han generado un alto endeudamiento de las familias y en las empresas, y creado grandes desequilibrios en la economía, más cuando España tenía una fuerte dependencia otros países en su financiación –superior al 30 por ciento de su necesidades-.
La caída del ladrillo es la principal causa del crecimiento del desempleo. En el último año se ha duplicado el número de parados en la construcción. Y es previsible que el paro en este sector siga aumentando durante el primer semestre de este año. Pero hay otros problemas estructurales. La economía española es poco competitiva y necesita mejorar su “progreso técnico” a la vez que articular fórmulas laborales que compatibilicen la seguridad laboral con la flexibilidad empresarial. El Gobierno está trabajando no sólo en medidas de corte Keynesiano que permitan mantener el empleo y dar respuesta a las familias más necesitadas, sino también establecer las bases de un nuevo sistema productivo, más tecnológico, que nos permita mejorar la productividad y crear más y mejor empleo en los próximos años.
En estos momentos hemos de trabajar en la generación de confianza en los ciudadanos para así recuperar el consumo e incrementar las expectativas empresariales, con el consiguiente incremento de la inversión privada y la creación de empleo. Para ello, es clave el posicionamiento del principal partido de la oposición. Hasta el momento ha dado muestras de clara irresponsabilidad, con una orientación más de oportunismo electoral que de respuesta las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, la responsabilidad de todos es devolver la esperanza a los tres millones de parados que hay en España. Los socialistas estamos y vamos a estar a la altura de las circunstancias: trabajando y arrimando el hombro. No lo duden.
1 comentario:
Es triste comprobar como el alcalde de El Espinar crea un puesto de trabajo de administrativo en el ayuntamiento a cubrir mediante concurso oposición y el puesto resulta cubierto por otro alcade también del PSOE y con un cargo en la diputación provincial. Creo que todo queda muy feo y o bien deja el puesto en la diputación o deja el puesto de trabajo.
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