El cambio de Gobierno que se ha producido esta semana era decisión no anunciada, pero esperada. En los mentideros políticos, pero también en alguna tertulia radiofónica, ya se dio por hecho que ese cambio se produciría después de la cumbre del G-20. Y es más: se daba por hecho la destitución de Solbes y la entrada de Blanco en Fomento.
Quizá pudiera paracer que no era el mejor momento, dado que aún no se habían agotado los ecos de la cumbre del G-20, donde el presidente Zapatero ha rayado con luz propia, pese a que algunos no les guste. Nunca España había pertenecido a un foro de tanta relevancia y había tenido tanto peso en la esfera política internacional. Salvo que algunos -con perdón para los tercos de mollera e insensibles- quieran comparar la ‘cumbre de Las Azores’, áquella que decidió la invasión de Irak, con ésta.
El nuevo Gobierno aporta una mayor solidez para afrontar la crisis. El ministro de Economía y su equipo habían dado alguna muestra de fatiga; y eso no es bueno. Han trabajado duro, muy duro, ante un vendaval, el de la crisis económica y financiera internacional, insólito desde la crisis del 29, pero muy diferente a éste, considerando que hay grandes diferencias en el tiempo y en su naturaleza. La nueva ministra de Economía es una mujer capaz y tenaz, con una buena formación económica y un amplio conocimiento de la Administración. El nuevo reto le viene como anillo al dedo. Ella siempre se ha movido bien en entornos competitivos, y de esa circunstancia nos beneficiaremos todos los españoles.
El Gobierno está formado por hombres y mujeres de prestigio y sobrada experiencia política y profesional. Sin duda, ha ganado peso político. El fin de semana ha sido una buena muestra. Pepe Blanco ha vuelto a dar muestras de su gallardía política. Muy medidos sus discursos y sus primeras acciones. Basta observar las páginas de los periódicos de estos días para comprobar que nos hayamos ante un gran político con visión de Estado. Toda una lección para ese pedante que escribe en ABC y participa en las tertulias de Telemadrid, Juan Manuel de Prada, quien, en una de sus valoraciones, le tachó de hombre “poco cultivado”; y todo por no tener carrera y venir de buena clase, como él. Y es que para algunos la lucha de clases está presente aún en la acción política.
El cambio es posible que se hubiese podido redondear más, pero el presidente es un hombre prudente y el horno no está para bollos. Ahora nos queda el reto de las elecciones europeas y el de tomar la iniciativa política ante un Partido Popular en el que la corrupción hace mella por todas partes, incluida Castilla y León, donde también se manifiesta cada vez con más intensidad el ‘caso Gürtel’.
Quizá pudiera paracer que no era el mejor momento, dado que aún no se habían agotado los ecos de la cumbre del G-20, donde el presidente Zapatero ha rayado con luz propia, pese a que algunos no les guste. Nunca España había pertenecido a un foro de tanta relevancia y había tenido tanto peso en la esfera política internacional. Salvo que algunos -con perdón para los tercos de mollera e insensibles- quieran comparar la ‘cumbre de Las Azores’, áquella que decidió la invasión de Irak, con ésta.
El nuevo Gobierno aporta una mayor solidez para afrontar la crisis. El ministro de Economía y su equipo habían dado alguna muestra de fatiga; y eso no es bueno. Han trabajado duro, muy duro, ante un vendaval, el de la crisis económica y financiera internacional, insólito desde la crisis del 29, pero muy diferente a éste, considerando que hay grandes diferencias en el tiempo y en su naturaleza. La nueva ministra de Economía es una mujer capaz y tenaz, con una buena formación económica y un amplio conocimiento de la Administración. El nuevo reto le viene como anillo al dedo. Ella siempre se ha movido bien en entornos competitivos, y de esa circunstancia nos beneficiaremos todos los españoles.
El Gobierno está formado por hombres y mujeres de prestigio y sobrada experiencia política y profesional. Sin duda, ha ganado peso político. El fin de semana ha sido una buena muestra. Pepe Blanco ha vuelto a dar muestras de su gallardía política. Muy medidos sus discursos y sus primeras acciones. Basta observar las páginas de los periódicos de estos días para comprobar que nos hayamos ante un gran político con visión de Estado. Toda una lección para ese pedante que escribe en ABC y participa en las tertulias de Telemadrid, Juan Manuel de Prada, quien, en una de sus valoraciones, le tachó de hombre “poco cultivado”; y todo por no tener carrera y venir de buena clase, como él. Y es que para algunos la lucha de clases está presente aún en la acción política.
El cambio es posible que se hubiese podido redondear más, pero el presidente es un hombre prudente y el horno no está para bollos. Ahora nos queda el reto de las elecciones europeas y el de tomar la iniciativa política ante un Partido Popular en el que la corrupción hace mella por todas partes, incluida Castilla y León, donde también se manifiesta cada vez con más intensidad el ‘caso Gürtel’.
2 comentarios:
Habla usted, señor Juan Luis, del 'caso Gürtel'. Supongo que alguien del PP de Segovia, de Castilla y León o de su ejecutiva nacional tendrá, en algún momento, que hablar. Se trata de un diputado nacional. La cosa parece seria. Y a los medios de comunicación de Segovia parece que el asunto no les interesa (¿¿??).
Confianza. Este nuevo Gobierno da confianza. Y confiamos en que su gestión al frente de los ministerios la dé. Pero, eso sí, pronto. Es necesario que sea pronto. Si no, no servirá de nada.
Publicar un comentario