domingo, 3 de mayo de 2009

A vueltas con la gripe

Hoy me he levantado un poco resfriado. Con sensación febril. Por un momento me he sentido aturdido y preocupado. Sentía escalofríos. No sé si físicos o mentales. No he podido por menos que acudir a internet y documentarme sobre los síntomas de la ‘gripe porcina mexicana’, la ahora denominada ‘gripe A H1N1’. Después he llamado a una persona allegada, especialista en medicina interna, para confirmar mi diagnóstico. A última hora de la mañana he podido respirar, pues todo parece indicar que no tengo la tan temida gripe.

Mi hipocondría es el fiel reflejo de miles y miles de personas en España y en el mundo. Gracias a los medios de comunicación y a la alarma creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la gripe de tipo A constituye hoy la mayor preocupación para muchos ciudadanos del mundo. La OMS ha desplegado una ofensiva mediática sin precedentes. Ha advertido de los peligros del nuevo virus y de las medidas profilácticas necesarias para evitar su expansión. Pero a diferencia de otras ocasiones, que se ha caracterizado por una actitud conservadora, en esta ocasión ha generado alarma social.

En España en estos momentos hay 20 personas afectadas y 99 sospechosos que están obligados a guardar cuarentena. El testimonio de los afectados es que este tipo de gripe tiene unos síntomas similares a los que presenta la gripe tradicional. El virus es sensible a los medicamentos tradicionales, aunque siempre tiene la capacidad de mutar, como todos. Entonces, ¿de qué va esto? Es difícil de entender. Hasta el momento el nuevo virus ha matado a 19 personas en México. Muy lejos de las epidemias de gripe anuales que en todos los países del mundo durante el otoño e invierno, por lo general, muestran su capacidad asesina, sin que nadie se alarme.

No hay mal que por bien no venga. Hay quien se está poniendo las botas. El sector farmacéutico, que no precisamente estaba en crisis, ha reforzado su posición bursátil. Y los más previsores acuden a la farmacia de la esquina a proveerse de mascarillas por lo que pueda venir, no sea que se agoten. ¡Lo he visto con mis ojitos en la farmacia! Con lo cual no tuve más remedio que felicitar a la previsora señora, y ya de paso, yo también me llevé un 'kit', no sea que vaya a llevar razón.
Hace un par de días, sin ir más lejos, los periódicos anunciaban que la pandemia, sí pandemia, afectaría a la mitad de la población. Y el presidente Felipe Calderón ha tocado generala y ha pedido a sus súbditos que se queden en casa durante el puente de mayo. Ya sólo nos falta el anuncio del Papa para que nos arrepintamos de nuestros pecados y practiquemos la santa abstinencia sexual para evitar la propagación de este virus letal. Tiempo al tiempo. Yo, de momento, he decidido propagar la gripe, como síntoma de normalidad.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes razón en todo lo que apuntas. Yo creo que es condición inherente a los humanos que, ante una cierta alarma, todos acudamos al conocido de turno, a urgencias del hospital, a la farmacia ... todo por si acaso... Y todo ello a pesar de saber que por otras causas se ocasionan más pérdidas humanas, como por ejemplo los accidentes de tráfico que se producen cada fin de semana. Pero estos hechos son algo a lo que ya estamos acostumbrados y no nos llama la atención.
Esperemos que se quede tan solo en una alarma, proceda de quien proceda y que sepamos reaccionar ante aquellos que quieran apuntarse el tanto para orientarnos hacia lo que consideran que es una buena praxis para evitar males peores.