“Miente que algo queda”. De eso sabe mucho el PP, como lo ha venido demostrando una vez más durante los últimos días. La señora Cospedal ha dicho que destacados dirigentes del PP están siendo sometidos a escuchas telefónicas por parte del Gobierno socialista, y se ha quedado tan ancha. Pero no, no ha sido una ocurrencia de verano, pues con posterioridad el presidente de los populares andaluces, el señor. Arenas, y el señor Rajoy han ratificado dicha crítica. Y para colmo, el señor Montoro nos ha dicho que si el Gobierno quiere desmentir esta afirmación que lo demuestre. Es decir que invierta “la prueba de la carga”.
El PP con esta actitud tiene como finalidad desviar la atención de los casos de corrupción que le acosan con la táctica del ataque político para dividir a la opinión pública. Y, con este fin, intentan colocar temas en la agenda política que erosionen a su principal rival político, aunque carezcan de fundamento y de pruebas. Ahora que, por primera vez en mucho tiempo, el CIS –Centro de Investigaciones Sociológicas- les da una pequeña diferencia con respecto al PSOE, el PP puede estar pensando que está inmunizado frente a la crítica y la erosión política de los españoles, dado que la crisis económica lo absorbe todo y aquí la peor parte se la lleva el Gobierno socialista.
Las declaraciones de Cospedal han abierto la caja de los truenos. Esta táctica premeditada nos devuelve a la estrategia de la crispación de la última legislatura. Tiempo al tiempo, pero el nuevo curso político se presenta caliente. Los estrategas del PP han optado por política de “tierra quemada”. Para ellos, el efecto de la ‘crisis’ unido a la ‘crispación’ pueden ser excelentes ingredientes para acelerar el descrédito de los socialistas y alcanzar el gobierno en las próximas elecciones generales con mayoría absoluta, única opción que les vale para aplicar su estilo de gobierno autocrático. Todo apunta a que los populares están moviendo naves en esa dirección: “cuanto peor, mejor”.
Sin embargo, la ciudadanía pisa el suelo. En un momento tan difícil como el actual, los pactos en materia económica y social son más necesarios que nunca; pero es notorio que ha sido el PP el que ha impulsado a la CEOE a la ruptura del pacto; lo mismo ocurre con la economía. La salida de la crisis requiere confianza, ante todo, de los españoles, y el PP se dedica a infundir miedo y remar en contra. Y para colmo ahora se dedican a crispar la vida pública.
La política canallesca del PP está en contra de los ciudadanos españoles, a ellos que tanto se les llena la boca de hablar de España. Sólo les preocupa recuperar el poder como sea, y para eso vale todo. Algo que ya hizo y verbalizó Aznar en el 93 cuando perdió las elecciones de ese año frente a González. La canalla política una vez más se manifiesta con cortedad de miras, y sin proyecto y visión de futuro de los problemas de Estado. El PP parece haber olvidado su posición frente a los atentados del 11 M. Entonces mintió para desviar la atención y el pueblo español se lo hizo pagar en las urnas; ahora, les puede volver a ocurrir lo mismo. En todo caso, los españoles nos merecemos una oposición menos ensimismada y más respetuosa con los ciudadanos.
El PP con esta actitud tiene como finalidad desviar la atención de los casos de corrupción que le acosan con la táctica del ataque político para dividir a la opinión pública. Y, con este fin, intentan colocar temas en la agenda política que erosionen a su principal rival político, aunque carezcan de fundamento y de pruebas. Ahora que, por primera vez en mucho tiempo, el CIS –Centro de Investigaciones Sociológicas- les da una pequeña diferencia con respecto al PSOE, el PP puede estar pensando que está inmunizado frente a la crítica y la erosión política de los españoles, dado que la crisis económica lo absorbe todo y aquí la peor parte se la lleva el Gobierno socialista.
Las declaraciones de Cospedal han abierto la caja de los truenos. Esta táctica premeditada nos devuelve a la estrategia de la crispación de la última legislatura. Tiempo al tiempo, pero el nuevo curso político se presenta caliente. Los estrategas del PP han optado por política de “tierra quemada”. Para ellos, el efecto de la ‘crisis’ unido a la ‘crispación’ pueden ser excelentes ingredientes para acelerar el descrédito de los socialistas y alcanzar el gobierno en las próximas elecciones generales con mayoría absoluta, única opción que les vale para aplicar su estilo de gobierno autocrático. Todo apunta a que los populares están moviendo naves en esa dirección: “cuanto peor, mejor”.
Sin embargo, la ciudadanía pisa el suelo. En un momento tan difícil como el actual, los pactos en materia económica y social son más necesarios que nunca; pero es notorio que ha sido el PP el que ha impulsado a la CEOE a la ruptura del pacto; lo mismo ocurre con la economía. La salida de la crisis requiere confianza, ante todo, de los españoles, y el PP se dedica a infundir miedo y remar en contra. Y para colmo ahora se dedican a crispar la vida pública.
La política canallesca del PP está en contra de los ciudadanos españoles, a ellos que tanto se les llena la boca de hablar de España. Sólo les preocupa recuperar el poder como sea, y para eso vale todo. Algo que ya hizo y verbalizó Aznar en el 93 cuando perdió las elecciones de ese año frente a González. La canalla política una vez más se manifiesta con cortedad de miras, y sin proyecto y visión de futuro de los problemas de Estado. El PP parece haber olvidado su posición frente a los atentados del 11 M. Entonces mintió para desviar la atención y el pueblo español se lo hizo pagar en las urnas; ahora, les puede volver a ocurrir lo mismo. En todo caso, los españoles nos merecemos una oposición menos ensimismada y más respetuosa con los ciudadanos.
2 comentarios:
'Manda'güevos', ¿no?
Pero no les saldrá bien la jugarreta. La gente no es tonta.
Es increíble. Pero, y con todo el respeto, ¿en qué piensan los votantes del PP? ¿No les afecta nada esto? No lo entiendo. Impresionante!!!
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