Esta última semana se ha celebrado el debate de los presupuestos en el Congreso de los Diputados. Más de lo mismo. Rajoy no aportó ni una sola propuesta y utilizó como base de su crítica las desviaciones en las previsiones de los presupuestos del último año. Su apuesta es clara: la crisis como el motor que ha de conducirle a La Moncloa, y esto no es compatible con cualquier política de colaboración responsable para la recuperación.
La política del Partido Popular es de “chufla y pandereta”, con una fuerte carga de cinismo. Ellos cacarean la necesidad de reducir el gasto público y de bajar los impuestos; pero, a la vez, reclaman en sede parlamentaria más infraestructuras y mucho más gasto para todo lo que se reivindica desde cualquier colectivo. Y en aquellos ayuntamientos y comunidades autónomas donde gobiernan no predican con el ejemplo. Prueba de ello es el alto endeudamiento de comunidades como la valenciana o el Ayuntamiento de Madrid.
Bajar impuestos, como quieren los populares, significa automáticamente reducir las prestaciones sociales –pensiones, parados, dependencia y becas, entre otras- y recortar la inversión productiva pública. Lo primero agravaría la situación de determinados colectivos, quebrando la cohesión y la paz social; y lo segundo, ante la ausencia de inversión privada en el momento actual, tendría un efecto perverso para la mejora de la productividad y el empleo en la economía española. A lo más que han llegado es a anunciar estos días la necesidad de eliminar los ministerios de Igualdad y de Vivienda, sin recordar que fueron ellos los que generaron la gran burbuja inmobiliaria y el fuerte endeudamiento de las familias españolas durante su etapa de gobierno; y demuestran una falta de respeto por la mujer y la defensa de sus derechos. Es algo más que falta de sensibilidad: es nepotismo conservador y rancio.
2010 será un año difícil. El PP en esta crisis, la más grave que ha padecido el sistema capitalista, lo único que ha hecho hasta el momento es meter miedo y generar desconfianza en la población. Una parte de la caída del consumo, que es tanto como decir del empleo, se la debemos a personajes como el señor Montoro y el señor Rajoy; otra, a los problemas estructurales de la economía española: orografía, escasez de recurso naturales, falta de tejido empresarial…, que prevalecen desde el siglo XIX. Por suerte, el Gobierno socialista, con la Ley de Economía Sostenible, se propone impulsar su solución. Otra vez más, el PP, con su señorito al frente, Mariano Rajoy, ni está ni se le espera: ni una sola idea, ni una sola propuesta. Así son los patriotas del siglo XXI, defensores del legado histórico de la derecha en nuestro país.
La política del Partido Popular es de “chufla y pandereta”, con una fuerte carga de cinismo. Ellos cacarean la necesidad de reducir el gasto público y de bajar los impuestos; pero, a la vez, reclaman en sede parlamentaria más infraestructuras y mucho más gasto para todo lo que se reivindica desde cualquier colectivo. Y en aquellos ayuntamientos y comunidades autónomas donde gobiernan no predican con el ejemplo. Prueba de ello es el alto endeudamiento de comunidades como la valenciana o el Ayuntamiento de Madrid.
Bajar impuestos, como quieren los populares, significa automáticamente reducir las prestaciones sociales –pensiones, parados, dependencia y becas, entre otras- y recortar la inversión productiva pública. Lo primero agravaría la situación de determinados colectivos, quebrando la cohesión y la paz social; y lo segundo, ante la ausencia de inversión privada en el momento actual, tendría un efecto perverso para la mejora de la productividad y el empleo en la economía española. A lo más que han llegado es a anunciar estos días la necesidad de eliminar los ministerios de Igualdad y de Vivienda, sin recordar que fueron ellos los que generaron la gran burbuja inmobiliaria y el fuerte endeudamiento de las familias españolas durante su etapa de gobierno; y demuestran una falta de respeto por la mujer y la defensa de sus derechos. Es algo más que falta de sensibilidad: es nepotismo conservador y rancio.
2010 será un año difícil. El PP en esta crisis, la más grave que ha padecido el sistema capitalista, lo único que ha hecho hasta el momento es meter miedo y generar desconfianza en la población. Una parte de la caída del consumo, que es tanto como decir del empleo, se la debemos a personajes como el señor Montoro y el señor Rajoy; otra, a los problemas estructurales de la economía española: orografía, escasez de recurso naturales, falta de tejido empresarial…, que prevalecen desde el siglo XIX. Por suerte, el Gobierno socialista, con la Ley de Economía Sostenible, se propone impulsar su solución. Otra vez más, el PP, con su señorito al frente, Mariano Rajoy, ni está ni se le espera: ni una sola idea, ni una sola propuesta. Así son los patriotas del siglo XXI, defensores del legado histórico de la derecha en nuestro país.