“Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Esta máxima es perfectamente aplicable a muchos españoles que creen llevar en su ADN la esencia del españolismo. No se es más español por llevar emblemas visibles del Estado español, o defender con pasión planteamientos maximalistas en todo lo referente a la nación española frente a los nacionalismos periféricos.
En la Transición, una época marcada por la baja cultura democrática y política, se establecieron estereotipos que el devenir histórico ha demostrado que no tienen nada que ver con la realidad. Alianza Popular -después devendría en el PP- adoptó los colores de la bandera nacional como símbolo de su partido, al igual que Fuerza Nueva. Flaco favor hicieron a España y al símbolo del Estado español. Muchos españoles de aquella generación perdieron el auténtico significado de la bandera y la comenzaron a identificar con determinados colectivos, que es lo que éstos perseguían. Por suerte, 'la roja’ nos ha devuelto un significado más preciso de la tricolor.
Los gobiernos de Aznar explotaron el sentido patriótico de lo español asociado a su visión excluyente de España y lo español, para todo aquello que no encaja es sus intereses. Su famoso eslogan “España va bien” era más que un mensaje político, era un mensaje patriótico, en su forma de entender lo que a ellos les interesa. Y hoy contrasta con el “España se rompe”, de Zaplana y Acebes en la legislatura anterior; o “España se hunde”, de Cospedal y Sáenz de Santamaría de ahora.
Tenemos la oposición más irresponsable de Europa. Niega sistemáticamente el apoyo a las medidas del Gobierno contra la crisis, cuando apoya medidas similares adoptadas en otros países. Le parece correcto el recorte del gasto público, del sueldo de los funcionarios o el recorte de las pensiones si lo propone Cameron en Inglaterra o Sarkozy en Francia. Sin embargo, se opone y deja sólo al Gobierno de Zapatero cuando propone ajustes fiscales. Esta posición no está sucediendo en ningún país. Al PP le importa muy poco España. Son patriotas de hojalata. Lo único que les interesa es que la cosa vaya cuanto peor mejor, para llegar cuanto antes a La Moncloa.
El PP actúa con deslealtad hacia España y los españoles. Siembra el miedo sin fundamento en la población y alienta su desconfianza en los mercados. España hoy más que nunca necesita una oposición con altura de miras, que anteponga los intereses de España y los españoles a los suyos. Lo que en términos de pensamiento patriótico requiere de un auténtico compromiso con los intereses de España. Patriotas de verdad, no de hojalata.
domingo, 28 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
El Yelmo
La Pedriza Anterior, elevándose escalonadamente desde el río Manzanares, en Manzanares El Real, hasta su culminación por esa gran mole granítica de color sonrosado, que es El Yelmo (1.717 m), ha sido el escenario de nuestra excursión en la mañana del domingo. Una excursión pasada por agua y por agua nieve en casi todo el recorrido, que no olvidaremos nunca. Llegamos y nos introducimos en las ‘chimeneas’ –cumbre del Yelmo-, pero el hielo y la humedad nos han dejado con la miel en los labios, a escasos 30 metros de la cumbre, por miedo a tener un accidente, después de superar los 700 metros de desnivel. Lo que nos obliga para saciar nuestros ánimos de revancha a subir de nuevo en primavera y, esta vez sí, coronar la cumbre.
Un grupo de amigos de Sangarcía hemos vuelto a salir a la montaña, tal y como quedamos en la última subida a la ‘Silla del Rey’. En esta ocasión hemos sido seis: Cristina, Javi, José Andrés, ‘Gabolillo’, Julián y su hijo Álvaro, un gran jabato con sus 11 años, y yo mismo, el abuelito del grupo. La excursión la han preparado Cristina y Javi. Muchas gracias. Y también han sido muchos los que nos han fallado por unas causas u otras. ¡Os esperamos en primavera! Ya sólo quedamos dos que hayamos estado en todas: el gran Javi, ‘Primitivo’, y yo -Si no lo digo, reviento-.
La ruta la empezamos a las 9:30 horas con una lluvia intensa. En menos de una hora, entre jaras siguiendo las marcas de pintura amarilla y blanca, y los hitos, del PR-1, alcanzamos la primera terraza, una inmensa pradera que nos deja una vista magnífica, a pesar de las nubes, de Manzanares el Real y el pantano de Santillana, no sin antes recibir el saludo de unas cabras montesas que pacían admirando el paisaje como si de montañeros se tratase. Fue por estos parajes por donde el marqués de Santillana, poeta y señor feudal de estas tierras, mantuvo un encuentro apasionado con una bella serrana:
“Descendiendo Yelmo Ayuso
Contra Bóvalo tirando
En ese valle de suso
Ví serrana cantando”
A partir de aquí hemos podido disfrutar de una subida salpicada de jara, brezo y algún aislado roble, y más tarde de una escalera entre paredes, cuevas y cumbres rocosas. También con algún hongo, que no ha pasado inadvertido en el camino y que ha permitido a Julián recordar su gran afición y conocimientos sobre micología. El ritmo ha sido aterrador. Javi y José Andrés nos han situado en la base del Yelmo en menos de una hora.
La subida al Yelmo por la parte posterior no ha estado exenta de dificultades. Nos ha costado encontrar la vía de acceso a las brechas del Noroeste que dan acceso que dan acceso a la plataforma que corona ese gran casco guerrero granítico que da nombre al Yelmo. Hemos pasado miedo, sobre todo por el hielo y la pendiente de las masas graníticas por las que nos deslizábamos repletas de hielo y nieve. Y nos hemos rendido posiblemente en lo más fácil, pero el frío de las manos y la humedad de la piedra podían generarnos algún golpe que complicase todo.
La bajada ha sido meteórica. Javier, en dos ocasiones, y yo, en una, hemos dado con nuestro cuerpo en el suelo. A veces el agua inundaba nuestro sendero y esto ha hecho que la ruta se complicase algo más. Así como la humedad de la piedra.
Nos hemos comido el bocata a la una y media en un refugio-bar junto al aparcamiento al borde del Manzanares. Tarde pero magnífico. Ha sido un rato muy agradable hablando de cosas de nuestro pueblo. Además hemos podido comprobar cómo Cristina poco a poco se convierte en una “papamoscas más”. Y eso está muy bien, pero nos encanta su carácter burgalés. No lo pierdas. Mil gracias. Y a los que no habéis venido os esperamos sin falta en primavera, pero también en verano.
Un grupo de amigos de Sangarcía hemos vuelto a salir a la montaña, tal y como quedamos en la última subida a la ‘Silla del Rey’. En esta ocasión hemos sido seis: Cristina, Javi, José Andrés, ‘Gabolillo’, Julián y su hijo Álvaro, un gran jabato con sus 11 años, y yo mismo, el abuelito del grupo. La excursión la han preparado Cristina y Javi. Muchas gracias. Y también han sido muchos los que nos han fallado por unas causas u otras. ¡Os esperamos en primavera! Ya sólo quedamos dos que hayamos estado en todas: el gran Javi, ‘Primitivo’, y yo -Si no lo digo, reviento-.
La ruta la empezamos a las 9:30 horas con una lluvia intensa. En menos de una hora, entre jaras siguiendo las marcas de pintura amarilla y blanca, y los hitos, del PR-1, alcanzamos la primera terraza, una inmensa pradera que nos deja una vista magnífica, a pesar de las nubes, de Manzanares el Real y el pantano de Santillana, no sin antes recibir el saludo de unas cabras montesas que pacían admirando el paisaje como si de montañeros se tratase. Fue por estos parajes por donde el marqués de Santillana, poeta y señor feudal de estas tierras, mantuvo un encuentro apasionado con una bella serrana:
“Descendiendo Yelmo Ayuso
Contra Bóvalo tirando
En ese valle de suso
Ví serrana cantando”
A partir de aquí hemos podido disfrutar de una subida salpicada de jara, brezo y algún aislado roble, y más tarde de una escalera entre paredes, cuevas y cumbres rocosas. También con algún hongo, que no ha pasado inadvertido en el camino y que ha permitido a Julián recordar su gran afición y conocimientos sobre micología. El ritmo ha sido aterrador. Javi y José Andrés nos han situado en la base del Yelmo en menos de una hora.
La subida al Yelmo por la parte posterior no ha estado exenta de dificultades. Nos ha costado encontrar la vía de acceso a las brechas del Noroeste que dan acceso que dan acceso a la plataforma que corona ese gran casco guerrero granítico que da nombre al Yelmo. Hemos pasado miedo, sobre todo por el hielo y la pendiente de las masas graníticas por las que nos deslizábamos repletas de hielo y nieve. Y nos hemos rendido posiblemente en lo más fácil, pero el frío de las manos y la humedad de la piedra podían generarnos algún golpe que complicase todo.
La bajada ha sido meteórica. Javier, en dos ocasiones, y yo, en una, hemos dado con nuestro cuerpo en el suelo. A veces el agua inundaba nuestro sendero y esto ha hecho que la ruta se complicase algo más. Así como la humedad de la piedra.
Nos hemos comido el bocata a la una y media en un refugio-bar junto al aparcamiento al borde del Manzanares. Tarde pero magnífico. Ha sido un rato muy agradable hablando de cosas de nuestro pueblo. Además hemos podido comprobar cómo Cristina poco a poco se convierte en una “papamoscas más”. Y eso está muy bien, pero nos encanta su carácter burgalés. No lo pierdas. Mil gracias. Y a los que no habéis venido os esperamos sin falta en primavera, pero también en verano.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Las cuitas de Herrera y sus chicos
“Dime de que presumes y te diré de que careces”. Este dicho es perfectamente aplicable al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, y sus secuaces en el asunto suscitado estos días en torno al futuro y deseado Palacio de Congresos y Exposiciones de Segovia.
En el reciente encuentro mantenido entre Herrera y el ministro de Fomento, parece ser, que a pesar de no estar en el orden del día, el presidente de la Junta en un tono jocoso y despectivo le espetó a Blanco algo así como: “Te traigo una petición de tu querido amigo, el alcalde de Segovia. Nosotros no estamos dispuestos a asumir una obra faraónica como la que plantea el alcalde de Segovia”. A lo que el ministro de Fomento contestó: “No conozco la propuesta del proyecto. El ministerio no es competente en esa materia, pero estamos dispuestos a ayudaros a buscar financiación”.
Hasta aquí todo correcto, salvo el calificativo con el que el presidente de la Junta tilda a la petición –lo que pone de manifiesto su desconocimiento absoluto del proyecto y sus características- y el tono despectivo utilizado hacia nuestro alcalde, Pedro Arahuetes. Sin embargo, Herrera no comunicó nada a los medios de comunicación, de forma premeditada, de este asunto de la reunión; y aprovechó el encuentro que ha mantenido una semana más tarde con el alcalde de Segovia para que el portavoz adjunto en las Cortes Autonómicas del PP, Juan José Sanz Vitorio, y el presidente del PP en Segovia, Francisco Vázquez, descalificasen al alcalde de Segovia, denunciasen la falta de compromiso político del Gobierno de España y anunciasen la presentación de una enmienda del Grupo Popular a los presupuestos de la Junta por valor de 100.000 euros para el Palacio de Congresos; a la vez que me retaban a mí para presentar una enmienda conjunta del Grupo Socialista y el Grupo Popular a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para incluir una partida para el Palacio.
Se trata de un fiasco, y, si no, tiempo al tiempo. Un lance guerrero de políticos de pacotilla, que hacen del esperpento y el engaño su leitmotiv en la acción política. En este caso, el procurador popular ha tergiversado como ha querido las palabras del encuentro de Blanco y Herrera, dejando al ministro como un desleal y cargando contra el alcalde. Pero, además, ha anunciado la presentación de una enmienda a los presupuestos de la Junta para el próximo ejercicio sobre el palacio y otra sobre el polígono industrial de Abades, que, como se puede comprobar con la documentación presentada, es mentira; al menos, una vez cerrado el plazo, no están en el conjunto de enmiendas presentadas por PP. Se trata de salir del paso ante la deslegitimación pública y la falta de compromiso del PP con Segovia, como se ha puesto de manifiesto en las diferentes partidas recogidas sobre infraestructuras culturales de cara a la Capitalidad Europea de la Cultura 2016. Burgos lleva 80 millones de euros más que Segovia.
Segovia necesita un gran Palacio de Congreso para recoger la demanda no atendida por IFEMA en los grandes eventos. Para ello, la inversión se sitúa en el entorno de los 80 millones de euros. Requiere en primer lugar, dada la gran cantidad de dinero a desembolsar, un estudio de viabilidad técnico-económica, y la colaboración-público privada. Si realmente se tiene la intención de abordarlo, la Junta, administración competente en materia de promoción turística, debe tomar junto con el Ayuntamiento de Segovia el liderazgo del proyecto. La Junta, hasta ahora, se ha dedicado a tirar balones fuera. Primero fue Herrera quien prometió en campaña un Palacio de Congresos para todas las ciudades de la Comunidad; después, se comprometió a pedir una cita a la vicepresidenta del Gobierno, junto con el alcalde de Segovia, para plantear el proyecto, pero no lo hizo; después, han prometido dedicar el 40 por ciento de su coste, pero no lo han recogido en el anexo de inversiones de su presupuesto; y, ahora, de una forma poco elegante, han puesto como pantalla al ministro de Fomento, que como ha recordado no tiene competencias en la materia.
Si de verdad quieren impulsar y desarrollar el proyecto, el consejero de Fomento de la Junta, Antonio Silván, y el alcalde de Segovia tienen que ir de la mano a presentarle el proyecto, analizar su viabilidad, plantearse la necesidad de la colaboración público-privada, y marcarse un calendario de actuaciones. Pero a esto la Junta es reacia. Prefiere hacer la guerra por su parte. No tiene problemas para ayudar a Burgos, y, de hecho, el presidente de la Junta comprometió su apoyo conjuntamente con el presidente del Gobierno al Palacio de Congresos de Burgos, pero no lo ha hecho para Segovia.
El Ayuntamiento de Segovia, por sí mismo, en incapaz de abordar este proyecto por el gran volumen de recursos que se necesitan. Por eso es absolutamente necesario abordar la viabilidad del proyecto, insisto, y buscar una alianza entre las administraciones -las tres- y los hosteleros, o cualesquiera otras empresas que sean capaces de rentabilizar en un futuro este negocio.
Lo de estos días del PP, que es lo que viene haciendo de forma continua con las diferentes mociones que presenta en el Senado sobre Segovia, sólo sirve para enmascarar los problemas reales y profundizar en el descrédito de la clase política, pero no para resolver ni avanzar en la resolución de los retos que tiene Segovia. A lo que contribuyen, aunque sea con buena fe, todos aquellos que, de una forma u otra, les jalean y dan crédito a sus informaciones.
En el reciente encuentro mantenido entre Herrera y el ministro de Fomento, parece ser, que a pesar de no estar en el orden del día, el presidente de la Junta en un tono jocoso y despectivo le espetó a Blanco algo así como: “Te traigo una petición de tu querido amigo, el alcalde de Segovia. Nosotros no estamos dispuestos a asumir una obra faraónica como la que plantea el alcalde de Segovia”. A lo que el ministro de Fomento contestó: “No conozco la propuesta del proyecto. El ministerio no es competente en esa materia, pero estamos dispuestos a ayudaros a buscar financiación”.
Hasta aquí todo correcto, salvo el calificativo con el que el presidente de la Junta tilda a la petición –lo que pone de manifiesto su desconocimiento absoluto del proyecto y sus características- y el tono despectivo utilizado hacia nuestro alcalde, Pedro Arahuetes. Sin embargo, Herrera no comunicó nada a los medios de comunicación, de forma premeditada, de este asunto de la reunión; y aprovechó el encuentro que ha mantenido una semana más tarde con el alcalde de Segovia para que el portavoz adjunto en las Cortes Autonómicas del PP, Juan José Sanz Vitorio, y el presidente del PP en Segovia, Francisco Vázquez, descalificasen al alcalde de Segovia, denunciasen la falta de compromiso político del Gobierno de España y anunciasen la presentación de una enmienda del Grupo Popular a los presupuestos de la Junta por valor de 100.000 euros para el Palacio de Congresos; a la vez que me retaban a mí para presentar una enmienda conjunta del Grupo Socialista y el Grupo Popular a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para incluir una partida para el Palacio.
Se trata de un fiasco, y, si no, tiempo al tiempo. Un lance guerrero de políticos de pacotilla, que hacen del esperpento y el engaño su leitmotiv en la acción política. En este caso, el procurador popular ha tergiversado como ha querido las palabras del encuentro de Blanco y Herrera, dejando al ministro como un desleal y cargando contra el alcalde. Pero, además, ha anunciado la presentación de una enmienda a los presupuestos de la Junta para el próximo ejercicio sobre el palacio y otra sobre el polígono industrial de Abades, que, como se puede comprobar con la documentación presentada, es mentira; al menos, una vez cerrado el plazo, no están en el conjunto de enmiendas presentadas por PP. Se trata de salir del paso ante la deslegitimación pública y la falta de compromiso del PP con Segovia, como se ha puesto de manifiesto en las diferentes partidas recogidas sobre infraestructuras culturales de cara a la Capitalidad Europea de la Cultura 2016. Burgos lleva 80 millones de euros más que Segovia.
Segovia necesita un gran Palacio de Congreso para recoger la demanda no atendida por IFEMA en los grandes eventos. Para ello, la inversión se sitúa en el entorno de los 80 millones de euros. Requiere en primer lugar, dada la gran cantidad de dinero a desembolsar, un estudio de viabilidad técnico-económica, y la colaboración-público privada. Si realmente se tiene la intención de abordarlo, la Junta, administración competente en materia de promoción turística, debe tomar junto con el Ayuntamiento de Segovia el liderazgo del proyecto. La Junta, hasta ahora, se ha dedicado a tirar balones fuera. Primero fue Herrera quien prometió en campaña un Palacio de Congresos para todas las ciudades de la Comunidad; después, se comprometió a pedir una cita a la vicepresidenta del Gobierno, junto con el alcalde de Segovia, para plantear el proyecto, pero no lo hizo; después, han prometido dedicar el 40 por ciento de su coste, pero no lo han recogido en el anexo de inversiones de su presupuesto; y, ahora, de una forma poco elegante, han puesto como pantalla al ministro de Fomento, que como ha recordado no tiene competencias en la materia.
Si de verdad quieren impulsar y desarrollar el proyecto, el consejero de Fomento de la Junta, Antonio Silván, y el alcalde de Segovia tienen que ir de la mano a presentarle el proyecto, analizar su viabilidad, plantearse la necesidad de la colaboración público-privada, y marcarse un calendario de actuaciones. Pero a esto la Junta es reacia. Prefiere hacer la guerra por su parte. No tiene problemas para ayudar a Burgos, y, de hecho, el presidente de la Junta comprometió su apoyo conjuntamente con el presidente del Gobierno al Palacio de Congresos de Burgos, pero no lo ha hecho para Segovia.
El Ayuntamiento de Segovia, por sí mismo, en incapaz de abordar este proyecto por el gran volumen de recursos que se necesitan. Por eso es absolutamente necesario abordar la viabilidad del proyecto, insisto, y buscar una alianza entre las administraciones -las tres- y los hosteleros, o cualesquiera otras empresas que sean capaces de rentabilizar en un futuro este negocio.
Lo de estos días del PP, que es lo que viene haciendo de forma continua con las diferentes mociones que presenta en el Senado sobre Segovia, sólo sirve para enmascarar los problemas reales y profundizar en el descrédito de la clase política, pero no para resolver ni avanzar en la resolución de los retos que tiene Segovia. A lo que contribuyen, aunque sea con buena fe, todos aquellos que, de una forma u otra, les jalean y dan crédito a sus informaciones.
domingo, 7 de noviembre de 2010
¿Estado aconfesional o laico?
Desde siempre, en España la Iglesia Católica ha procurado influir de una manera decisiva en la defensa de sus intereses sobre el poder político. Nada nuevo. Sin embargo, las etapas de liderazgo del cardenal Rouco se han caracterizado por una fuerte beligerancia hacia el poder establecido cuando éste ha sido de signo socialista. Para ello se ha alineado con la derecha más conservadora –Esperanza Aguirre y similares- y han intentado crear un frente antisocialista, para propiciar un cambio de Gobierno. Los banderines de enganche han sido de los más variados: desde la asignatura de ‘Educación para la Ciudadanía’; la financiación de la Iglesia; los conciertos de educación o el matrimonio homosexual, en lo que ellos denominan el ‘ataque a la familia’.
Se trata en todo caso de cohesionar a los creyentes en torno a la defensa de su fe y alinearse con los agnósticos conservadores y el Partido Popular, como principal fuerza política conservadora. En los diversos colectivos convergen intereses terrenales, incluida la Iglesia, que aconsejan un frente común. El movimiento, sin embargo, es de más profundo calado y proyección internacional. Ya en su momento el Papa Woijtyla, ante la aguda crisis por la que atravesaba la práctica religiosa, decidió impulsarla mediante el proselitismo activo de organizaciones sociales de carácter religioso y la difusión del mensaje a través de distintos medios y modos de comunicación. Se trata de conseguir la mayor polarización social posible en torno a la práctica de la fe, y, de esta forma, cohesionarla y evitar su sangría permanente. Todo parece indicar que el mentor de esta estrategia fue el cardenal Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI.
No es de extrañar que el Papa Ratzinger haya afirmado en su visita que en España se juegue la batalla decisiva entre el choque de la fe y el laicismo agresivo. La sociedad española es cada vez más madura y aboga, de una forma clara y mayoritaria, por la no injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno que haga peligrar una posición neutral en materia religiosa.
Bien es cierto que el Estado español es aconfesional, pero la Constitución española garantiza la cooperación con las diversas confesiones, con un reconocimiento especial a la Iglesia Católica que se traduce, entre otras manifestaciones, en una financiación prioritaria y en conciertos de enseñanza que, de hecho, es una inversión en la defensa de la cantera de nuevos fieles y principios de la fe. En este contexto la Iglesia Católica, como fuerza política de hecho, se alinea con los intereses del Partido Popular.
La visista del Papa ha servido a determinados líderes del PP para pedir una mayor implicación del Gobierno socialista en la pleitesía al pontífice. En esta dirección se han orientado las declaraciones del dirigente popular, Sr. Arenas, quejándose de la no presencia del presidente del Gobierno en el recibimiento en Santiago, o de algún otro representante popular en sede parlamentaria. Un guiño a los votantes del PSOE de orientación cristiana.
La visita del Papa ha puesto de manifiesto la necesidad de un estado laico en España, que saque a la religión del poder y de cualquier injerencia política, y se respete las creencias de todos los españoles por igual. A mí, como a otros muchos españoles, el besamanos del Príncipe de Asturias y de Rajoy al Papa, o la comunión pública de Letizia no nos ha hecho ninguna gracia. Con un estado laico esto no hubiese ocurrido.
Se trata en todo caso de cohesionar a los creyentes en torno a la defensa de su fe y alinearse con los agnósticos conservadores y el Partido Popular, como principal fuerza política conservadora. En los diversos colectivos convergen intereses terrenales, incluida la Iglesia, que aconsejan un frente común. El movimiento, sin embargo, es de más profundo calado y proyección internacional. Ya en su momento el Papa Woijtyla, ante la aguda crisis por la que atravesaba la práctica religiosa, decidió impulsarla mediante el proselitismo activo de organizaciones sociales de carácter religioso y la difusión del mensaje a través de distintos medios y modos de comunicación. Se trata de conseguir la mayor polarización social posible en torno a la práctica de la fe, y, de esta forma, cohesionarla y evitar su sangría permanente. Todo parece indicar que el mentor de esta estrategia fue el cardenal Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI.
No es de extrañar que el Papa Ratzinger haya afirmado en su visita que en España se juegue la batalla decisiva entre el choque de la fe y el laicismo agresivo. La sociedad española es cada vez más madura y aboga, de una forma clara y mayoritaria, por la no injerencia de cualquier organización o confesión religiosa en el gobierno que haga peligrar una posición neutral en materia religiosa.
Bien es cierto que el Estado español es aconfesional, pero la Constitución española garantiza la cooperación con las diversas confesiones, con un reconocimiento especial a la Iglesia Católica que se traduce, entre otras manifestaciones, en una financiación prioritaria y en conciertos de enseñanza que, de hecho, es una inversión en la defensa de la cantera de nuevos fieles y principios de la fe. En este contexto la Iglesia Católica, como fuerza política de hecho, se alinea con los intereses del Partido Popular.
La visista del Papa ha servido a determinados líderes del PP para pedir una mayor implicación del Gobierno socialista en la pleitesía al pontífice. En esta dirección se han orientado las declaraciones del dirigente popular, Sr. Arenas, quejándose de la no presencia del presidente del Gobierno en el recibimiento en Santiago, o de algún otro representante popular en sede parlamentaria. Un guiño a los votantes del PSOE de orientación cristiana.
La visita del Papa ha puesto de manifiesto la necesidad de un estado laico en España, que saque a la religión del poder y de cualquier injerencia política, y se respete las creencias de todos los españoles por igual. A mí, como a otros muchos españoles, el besamanos del Príncipe de Asturias y de Rajoy al Papa, o la comunión pública de Letizia no nos ha hecho ninguna gracia. Con un estado laico esto no hubiese ocurrido.
lunes, 1 de noviembre de 2010
El candidato
Todo parece indicar, según algunas fuentes del PP en Segovia, que el candidato a la Alcaldía de la ciudad será el actual presidente de la Diputación Provincial, Javier Santamaría. Beatriz Escudero, la actual portavoz en el Ayuntamiento, se caería del cartel ante la enorme presión que vienen ejerciendo algunos militantes significados de dicha formación política.
A pesar de que el presidente del PP en Segovia, Francisco Vázquez, ha reiterado últimamente que la candidata sería la actual portavoz en el Ayuntamiento, todo apunta a que esas declaraciones obedecen a un movimiento de distracción. Las aguas deben andar revueltas.
Primero fue la senadora Juana Borrego la que se postuló; después el delegado territorial de la Junta, Luciano Municio; y ahora, parece ser, que el que está en danza es el Sr. Santamaría, quien siempre recuerda en sus manifestaciones que está a disposición del partido. Una forma fina de ofrecerse. Se trata, pues, del ‘candidato tapado’. Lo que está claro es que a Beatriz Escudero muchos de los populares segovianos no la quieren ver ni en pintura, y no confían en ella para poder gobernar la ciudad.
A nosotros, desde el PSOE, “tanto nos da; que nos da lo mismo”. Es una cosa suya. En reiteradas ocasiones hemos denunciado la actual política de oposición que está haciendo el PP con su portavoz al frente. Nos parece poco constructiva y con un fuerte carácter emocional. Más propia del “quiero y no puedo”. Y eso es malo para Segovia y para los segovianos.
El Sr. Santamaría es lo más parecido a Rajoy, pero multiplicado por tres. Es posible que también le hayan dicho que no hable.
En su etapa como presidente de la Diputación no se ha caracterizado por su liderazgo e impulso de las políticas que necesita nuestra provincia, a pesar de haber contado con una superestructura: cuatro vicepresidentes con salarios superiores a los 60.000 euros, siete personas de confianza, más algún diputado cuasi-liberado para garantizarle el salario prometido y no alcanzado al no llegar a ser alcalde. Una estructura que tiene un coste muy superior a los 400.000 euros. Todo un dispendio de recursos públicos, teniendo en cuenta que la Diputación de Segovia -como él mismo recordaba-, es de las instituciones provinciales que tiene un presupuesto más bajo de España, y que las necesidades de muchos municipios son enormes.
Tampoco se ha caracterizado el presidente de la Diputación por dar la cara. Basta recordar la última comparecencia en la comisión institucional para explicar la gestión de ‘Segovia 21’. Tuvo que ser el representante de la empresa concesionaria quien explicase y enmascarase el desaguisado financiero de esta empresa pública con participación mayoritaria de la Diputación Provincial. Lo mismo ocurre en otros ámbitos, como es el problema de abastecimiento de agua o el impulso del Plan Estratégico Provincial, por citar alguno.
Todo ello no ha impedido la compra de un coche de más de 68.000 euros o el viaje a China de él y su equipo con sus respectivas parejas, sin contenido alguno. En fin, un singular representante de lo que es y representa el PP en la Comunidad de Castilla y León: la pasividad.
A pesar de que el presidente del PP en Segovia, Francisco Vázquez, ha reiterado últimamente que la candidata sería la actual portavoz en el Ayuntamiento, todo apunta a que esas declaraciones obedecen a un movimiento de distracción. Las aguas deben andar revueltas.
Primero fue la senadora Juana Borrego la que se postuló; después el delegado territorial de la Junta, Luciano Municio; y ahora, parece ser, que el que está en danza es el Sr. Santamaría, quien siempre recuerda en sus manifestaciones que está a disposición del partido. Una forma fina de ofrecerse. Se trata, pues, del ‘candidato tapado’. Lo que está claro es que a Beatriz Escudero muchos de los populares segovianos no la quieren ver ni en pintura, y no confían en ella para poder gobernar la ciudad.
A nosotros, desde el PSOE, “tanto nos da; que nos da lo mismo”. Es una cosa suya. En reiteradas ocasiones hemos denunciado la actual política de oposición que está haciendo el PP con su portavoz al frente. Nos parece poco constructiva y con un fuerte carácter emocional. Más propia del “quiero y no puedo”. Y eso es malo para Segovia y para los segovianos.
El Sr. Santamaría es lo más parecido a Rajoy, pero multiplicado por tres. Es posible que también le hayan dicho que no hable.
En su etapa como presidente de la Diputación no se ha caracterizado por su liderazgo e impulso de las políticas que necesita nuestra provincia, a pesar de haber contado con una superestructura: cuatro vicepresidentes con salarios superiores a los 60.000 euros, siete personas de confianza, más algún diputado cuasi-liberado para garantizarle el salario prometido y no alcanzado al no llegar a ser alcalde. Una estructura que tiene un coste muy superior a los 400.000 euros. Todo un dispendio de recursos públicos, teniendo en cuenta que la Diputación de Segovia -como él mismo recordaba-, es de las instituciones provinciales que tiene un presupuesto más bajo de España, y que las necesidades de muchos municipios son enormes.
Tampoco se ha caracterizado el presidente de la Diputación por dar la cara. Basta recordar la última comparecencia en la comisión institucional para explicar la gestión de ‘Segovia 21’. Tuvo que ser el representante de la empresa concesionaria quien explicase y enmascarase el desaguisado financiero de esta empresa pública con participación mayoritaria de la Diputación Provincial. Lo mismo ocurre en otros ámbitos, como es el problema de abastecimiento de agua o el impulso del Plan Estratégico Provincial, por citar alguno.
Todo ello no ha impedido la compra de un coche de más de 68.000 euros o el viaje a China de él y su equipo con sus respectivas parejas, sin contenido alguno. En fin, un singular representante de lo que es y representa el PP en la Comunidad de Castilla y León: la pasividad.
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