Una vez más el Sr. Mayor Oreja, eurodiputado del PP y antiguo ministro del Interior, ha vuelto a dar la nota. Ya van unas cuantas. Sus manifestaciones son intolerables. Ha acusado al gobierno socialista de facilitar la fuga del etarra Troitiño. Esta declaración es una ofensa para todos los demócratas y bien nacidos. Con ellas ha demostrado, una vez más, que tiene perdido el norte. No es que no tenga vergüenza, sino que con esta actuación demuestra que es un “sinvergüenza”.
¿Qué le mueve a este señor a efectuar esta acusación? Los motivos pueden ser varios. En primer lugar, una senectud sobrevenida que le lleva a una demencia senil aguda. En este caso habría que perdonarle. Pero también puede ser un grito de guerra para aglutinar en torno a las siglas del PP a todos aquellos que se deleitan asiduamente y vitorean a Intereconomía, Telemadrid, Veo7, la Cope, ABC… Una forma de tensar la cuerda para mantener la llama viva. O bien puede tratarse, de forma independiente o como complemento a lo anterior, de un acto de santificación en torno a la máxima de la “santa desvergüenza”, pues este señor también pertenece al grupo. Ya se ha encargado de recordarnos que lo suyo es una obligación moral. Ya se sabe para ellos todo vale con tal de conseguir lo que persiguen: en este caso llegar a la Moncloa.
Sea como sea, su acción no tendría ninguna importancia si no contase con el apoyo de la dirección del Partido Popular y no formase parte de una estrategia mediática. Las declaraciones de Cospedal y el silencio de Rajoy lo dejan claro. La lealtad con el Estado y los españoles les debiera llevar a romper y denunciar el Pacto Antiterrorista. Esta es una decisión de riesgo que el PP no va asumir, mucho menos cuando los éxitos policiales acompañan al gobierno como nunca. En materia de terrorismo todo ruido es malo y contraproducente para los intereses de los españoles. No todo vale. El PP está tensando demasiado la cuerda. Ojala no nos tengamos que arrepentir todos de sus actuaciones.