Sí, eso es lo que sentimos la mayor parte de los segovianos de buena fe ante el asunto de Caja Segovia. En menos de dos años hemos visto cómo se esfumaba el patrimonio de la que era “la nuestra”, nuestra Caja, a la vez que “orgullo de los segovianos”, pero también cómo se dilapidaba la Obra Social que ha desempeñado una importante labor social y cultural en nuestra provincia, en especial para los municipios más pequeños y las personas más necesitadas.
La integración de Caja Segovia en el Sistema Institucional de Protección –SIP-, que al final ha desembocado en la absorción por el grupo encabezado por Caja Madrid en Bankia, ha sido atropellada, mal gestionada, confusa y sin unos objetivos claros, como ya denuncié en su momento. La responsabilidad es de todo su equipo directivo y también de los consejeros implicados de forma directa o indirecta en la gestión.
En la gestión de Caja Segovia ha habido claros indicios de deslealtad en la Administración de la Entidad por parte del anterior equipo directivo, del que se puede derivar responsabilidad subsidiaria para el antiguo Consejo de Administración con la información que se va conociendo
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Esta valoración se sustenta en la legislación que protege a las sociedades de la actuación desleal y del ejercicio abusivo de sus funciones por parte de los administradores, ya que en el caso de Caja Segovia se ha causado directamente un perjucio económico a la entidad como consecuencia de la actuación d equines han tenido la responsabilidad de dirección y administración de la misma.
Es indignante, y presuntamente punible, que ocho directivos de Caja Segovia, con pleno conocimiento de su situación patrimonial, e inmersos en una grave crisis económica, se hayan embolsado más de 35 millones de euros en conceptos de salarios, planes de pensiones y prejubilaciones. Tampoco se puede entender que Caja Segovia haya aportado más de 6.000 millones de euros a Bankia, y, sin embargo, haya tenido que avalar con el Torreón de Lozoya y otros bienes inmuebles de gran valor patrimonial e histórico la totalidad de las deudas tributarias de una empresa participada en un 50 por ciento por Caja Segovia, y solo unos días antes de proceder a la renovación del Consejo.
Es indignante, y presuntamente punible, que ocho directivos de Caja Segovia, con pleno conocimiento de su situación patrimonial, e inmersos en una grave crisis económica, se hayan embolsado más de 35 millones de euros en conceptos de salarios, planes de pensiones y prejubilaciones. Tampoco se puede entender que Caja Segovia haya aportado más de 6.000 millones de euros a Bankia, y, sin embargo, haya tenido que avalar con el Torreón de Lozoya y otros bienes inmuebles de gran valor patrimonial e histórico la totalidad de las deudas tributarias de una empresa participada en un 50 por ciento por Caja Segovia, y solo unos días antes de proceder a la renovación del Consejo.
Es una situación que produce el rechazo social de los segovianos y que reclama justicia social y depuración de responsabilidades. Un dislate del ex presidente del Consejo y su equipo directivo, que deja sin margen de maniobra y condena al ostracismo a la Obra Social de Caja Segovia, que tan importantes servicios ha prestado y sigue prestando a los segovianos.