México y España
comparten una estrecha relación que encuentra su origen en una historia en
común, y hoy es inmensamente sólida gracias sobre todo a la existencia de
millones de españoles y mejicanos que, con sus acciones diarias, hacen posible
que nuestros países hayan creado una verdadera comunidad transatlántica. Estos
lazos humanos y culturales permiten a ambos países ser puentes entre Europa y
América en un momento en el que es absolutamente necesario incrementar la
cooperación a la luz de los acontecimientos por los que atraviesa la comunidad
internacional. Para reforzar ese papel cooperativo en los últimos días se ha
celebrado la XV Cumbre Interparlamentaria México-España en la pontevedresa
ciudad de Baiona, de la cual he tenido el honor de formar parte. Desde 1975,
año en el que reanudaron sus relaciones bilaterales, tras un largo periodo de
suspensión en la Dictadura, sus políticas exteriores siempre han buscado puntos
de apoyo para resolver sus problemas. La amenaza de Trump hacia su pueblo, la
necesidad de impulsar las relaciones económicas con Europa y los problemas de
seguridad han marcado la agenda de este encuentro.
La victoria de
Donald Trump en EEUU es un motivo de incertidumbre, tanto en materia económica
como migratoria. La economía mejicana se caracteriza por su elevada dependencia
de EEUU. El 80 por ciento del destino de sus exportaciones van a ese país. De
ahí la necesidad imperiosa en estos momentos de diversificar su economía para
evitar incertidumbre, mucho más cuando el petróleo está a la baja (pasó de 120
$/barril a 16), y la aportación de sus ingresos a los presupuestos es
fundamental. México necesita revitalizar y actualizar el ‘Acuerdo de Asociación
Económica, Concertación Política y Cooperación Unión Europea-México’, suscrito
en el 95. Porque, frente a los que pueden tener la tentación de buscar el
aislamiento económico, lo cierto es que el intercambio de inversiones entre
nuestros países ha creado en los últimos 20 años más de cien mil puestos de
trabajo directos, que se han concentrado en sectores como la intermediación
financiera, los transportes, las comunicaciones, el turismo, la alimentación o
la energía. Un intercambio beneficioso para los trabajadores y para el conjunto
de la sociedad.
El Parlamento
español tendrá que pronunciarse en los próximos meses sobre la actualización
del Acuerdo. México forma parte del Tratado de Libre Comercio entre EEUU,
Canada y ellos mismos. El TTIP no ha culminado con Europa por el rechazo de Trump,
no así el CETA que se encuentra en estos momentos en proceso de ratificación
por los Estados miembros. España lo ha ratificado recientemente, si bien ha
contado con el rechazo de Podemos y los reparos del PSOE, tras la elección de
Pedro Sánchez como nuevo líder de su partido. Los reparos al CETA pueden
trasladarse al Acuerdo con México. Una posición que los parlamentarios mexicanos
de todo su arco parlamentario no pueden llegar a entender. En primer lugar, por
los fuertes lazos republicanos que unen a ambos países y la fuerte relación
fraternal entre España y México en especial en los momentos más difíciles de la
historia moderna de España; y, en segundo lugar, porque la actualización
refuerza los compromisos con las instituciones democráticas, la protección de
los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y la defensa del Estado de
Derecho. Desde el Parlamento debemos apostar por un Acuerdo que proteja los
derechos de los trabajadores y el reparto de beneficios equitativo entre el
capital y los empleados. En las sucesivas rondas de negociación se ha de
apostar por incorporar estos y otros activos. Y huir de las posiciones
maximalistas y los calificativos de los acuerdos que llevan a posicionarse e
instrumentalizarlos con fines políticos. La “política de salón” no resuelve los
problemas de las personas, sólo contribuye a restar credibilidad a la política
y los políticos.
España y México
mantienen una fuerte relación de confianza. Prueba de ello es el flujo de
inversiones que hemos conseguido alcanzar en estos últimos 20 años: 58.000
millones de dólares hemos invertido los españoles en México. España es el
segundo inversor exterior en ese país y México el sexto en España. La
liberalización en México de mercados como el de la energía o el de las telecomunicaciones
en 2012 abren nuevas puertas para la colaboración entre ambos países del que se
podrán beneficiar de una prestación eficiente y competitiva, que redundará en
mejoras de bienestar para toda la sociedad. La actualización y firma del
Acuerdo entre México y Europa puede constituir un importante revulsivo para la
creación de empleo y bienestar en ambos países.
La seguridad es
otro ámbito donde cabe una estrecha colaboración, aprovechando la experiencia
española en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo. Es una
asignatura pendiente para México. Los datos son espeluznantes. En los últimos
tres años han aumentado los homicidios, secuestros y extorsiones (20.789
víctimas en 2016). Tienen una tasa de homicidios cercana a 17,3 por ciento por
cada 100.000 habitantes. Los secuestros han aumentado en un 7 por ciento. En el
origen del problema se encuentra el narcotráfico y la extorsión por la droga.
El consumo llega a los 5,7 millones. A pesar de haber declarado la “guerra
contra el narcotráfico”, la iniciativa impulsada por el anterior presidente y
continuada por el actual no funciona. La corrupción es otro de los cánceres,
teniendo su ramificación en el ámbito político. México tiene que resolver estos
problemas a corto plazo, de lo contrario tendrá un panorama muy difícil. Y los
políticos deben comprometerse aún más con los valores republicanos para hacer
que ese gran país en costumbres, cultura y recursos naturales salga de la
amenaza a la que está sometido.
La migración es
otro de los retos pendientes. México es un país de tránsito hacia EEUU. En la
actualidad hay 35 millones de mexicanos en ese país (5,8 indocumentados), cuyas
remesas constituyen una de las principales fuentes de riqueza para el Estado mexicano.
Trump ha amenazado con la construcción de un muro. Se trata de un mensaje
simbólico. De los 3.200 kilómetros de frontera comunes, 1.200 kilómetros están
ya delimitados por rejas o vaya, y el resto (840 kilómetros) por accidentes
naturales. Aunque Trump quiera no podrá parar la relación comercial entre ambos
países. Los parlamentarios mexicanos son conscientes de ello y desprecian al
“gringo inculto e indocumentado” que intenta meter miedo a sus paisanos.
México y España
han de ir de la mano. México ha sido un pueblo de acogida para los españoles
que salieron huyendo a raíz de la guerra civil. Pero nuestras relaciones
siempre han sido intensas y fraternales. Es el momento de cooperar y mirar al
futuro. La ‘Madre Patria’ tiene que servir de puente del continente americano
con Europa. El tacticismo político tiene que quedarse al margen; de lo
contrario, cometeremos un gran error.
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