domingo, 30 de mayo de 2010

Al borde del precipicio

Por suerte para los europeos el Gobierno de España pudo convalidar en el Congreso de los Diputados el Real Decreto que establecía las medidas de ajuste del déficit público comprometido con el resto de los países de la zona euro. Sólo el compromiso del Grupo Socialista ha hecho posible evitar la hecatombe del euro y de la economía española, ante la irresponsabilidad manifiesta del resto de los grupos políticos del arco político, y con más irresponsabilidad la del Grupo Popular.

La no convalidación de las medidas de ajuste hubiese supuesto una crisis sin precedencia en la Unión Europea (UE): El euro se habría desplomado hasta cotas inimaginables; la economía de los países miembros se estaría hundiendo con una intensidad inusitada, y estaríamos en una crisis política e institucional, sin precedentes, que cuestionaría el futuro de la UE.

Los efectos para España hubiesen sido mucho mayores, con un fuerte descrédito económico y político, que se traduciría, de una manera muy rápida, en un desplome de los mercados financieros; un prima de riesgo para la Deuda española con respecto al bono alemán muy alta; y el cierre de innumerables empresas; y, a medio plazo, una destrucción de empleo que hubiese roto la cohesión social. Por supuesto, el presidente del Gobierno se hubiese visto obligado a disolver las cámaras, pero esto hubiese sido lo menos malo.

Este proceso ha puesto de manifiesto la “frivolidad política” de gran parte de los partidos políticos del arco parlamentario. El PP, pero también los partidos nacionalistas y del Grupo Mixto, han demostrado no estar a la altura de las circunstancias. Las expectativas electorales y el desgaste del partido que sustenta al Gobierno presiden su acción de oposición. Así, la política como herramienta de acción para mejorar el bienestar de los ciudadanos pierde todo su sentido, y los políticos entran en sospecha y descrédito para los ciudadanos.

El PP ha demostrado que España le importa un pimiento. Sólo piensa en las elecciones; y, sin alguien tenía alguna duda, ya ha quedado claro que no va a mover un dedo por ayudar a su país –no al Gobierno- a superar la situación de dificultad que atraviesa España. Pero, además de no ayudar, está minando la confianza en España y en su economía con declaraciones dentro y fuera del país. A esta actitud no dan crédito muchos seguidores del PP e incluso senadores y diputados del Grupo popular, como he tenido la posibilidad de comprobar estos días. Su dirección está montaraz.

El Gobierno socialista está poniendo el interés de España, de sus ciudadanos, por encima de cualquier interés electoral. Está asumiendo, con la mayor responsabilidad, duras y difíciles decisiones, al igual que lo están haciendo el resto de los gobiernos de Europa para garantizar la recuperación económica.

España, hoy más que nunca, necesita estar a la altura de las circunstancias. Se requiere el sacrificio de todos loe españoles –sociedad civil, empresarios, trabajadores…-, pero también de la oposición.



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