La campaña electoral de estas elecciones autonómicas y locales es el
periodo más sucio que recuerdo desde la Transición. La derecha estaba y está
nerviosa. Y se ha notado. ¡Vaya que se ha notado! En esta campaña el PP ha ido
a por todas. Y para ello no ha tenido ningún reparo en utilizar todos los
resortes que el gran poder institucional que posee le depara.
Siempre me molestó que a las fuerzas conservadores se les denomine
“derechona”, por el carácter despectivo
de término para quienes se identifican con una línea de pensamiento radical en
el polo opuesto a la izquierda moderada, pero en esta ocasión he sentido con
plenitud lo que significa, y lo que es la pléyade de “logreros” que se mueven
en su entorno.
Es más, hasta he tenido tentaciones de entender el “radicalismo” que
profesan algunos hacia estas actitudes de poder que no respetan derechos y
libertades, que manipulan y compran todo, y que carecen de principios con tal
de llegar al poder y con sus cuitas beneficiarse de él. Una actitud muy
peligrosa para garantizar la armonía y convivencia social. Una situación que
genera desánimo, pero con la que nos van a seguir teniendo en la brecha y
peleando por la solidaridad y la justicia social más que nunca. Por suerte las
redes sociales y los medios de producción propia nos evitan depender del poder
de la “derechona”.
En estos días hemos podido ver cómo el Gobierno del PP anunciaba, el
último día de campaña electoral y con repercusión mediática en el día de
reflexión, la licitación de obras paradas desde hace cuatro años, como el
desdoblamiento de la variante de la SG-20 en Segovia; o el anuncio por parte de
la candidata del PP de la construcción de un centro de salud en el barrio de
Nueva Segovia en la ciudad si gana ella -¿y si no gana?-. Lo anuncia porque se
lo ha comunicado el presidente de la Junta telefónicamente en una clara
connivencia partidista. Y con un claro desprecio a la institución que
representa de Juan Vicente Herrera. Una actitud indigna de un presidente que
debe representar a todos los castellanos
y leoneses.
Durante estos días también hemos podido comprobar como algunos medios
de comunicación apostaban en Segovia por el PP de forma descarada y grosera. La
alcaldesa ya no existía y el futuro estaba en esa chica sosita y sin ninguna
capacidad de persuasión, que parece que los temas de la ciudad no van con ella,
pero a la que ya le denominaban “alcaldesa”, e incluso le han dedicado
titulares y algún día hasta 11 fotos en el mismo periódico, y por supuesto
siempre las páginas impares. Todo tiene una explicación: apostar por el PP para
ordeñar la vaca institucional de la Diputación más de lo que ya se hace y tratar
de hacer lo mismo con el Ayuntamiento.
La corrupción y la manipulación son los cánceres del sistema
democrático. Siempre que hay un corruptor y un manipulador hay un agente dual
que los suscita. El problema es mayor si viene del gobierno de una institución
pública. Entre todos daremos pasos para erradicar de las instituciones a
quienes entienden la "vida pública" bajo el prisma del clientelismo
político y su utilización en beneficio propio. Un insulto a la democracia.
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