sábado, 2 de mayo de 2015

Señas de identidad



El panorama político español presenta una volatilidad sin precedentes. Los estudios de opinión varían de un día a otro con gran rapidez. Lo que se valora hoy se desprecia mañana. La crisis económica parece haber trastocado todo, incluido los referentes sociales y la percepción de la acción política. Los partidos políticos no sólo han  perdido aceptación y referencia, sino que para algunos segmentos de la sociedad han entrado en sospecha.
La vieja división entre derechas e izquierdas para algunos no está tan clara, en especial para las nuevas formaciones políticas que intentan acuñar la distinción entre “viejos partidos” y “nuevos partidos”. Una diferenciación interesada, al margen de la ideología y de la realidad social, que intenta presentar lo nuevo como atractivo y lo viejo como caduco.
Los españoles hoy buscan opciones políticas que les ofrezcan confianza y credibilidad. Quieren políticas y políticos consistentes, que trabajen por y para los ciudadanos. Que participen en la “cosa pública” para servir al interés general y no a sí mismos, y que sean limpios y trasparentes. Partidos como el PSOE, UPyD y Ciudadanos tienen un 10 en transparencia. Aunque la sociedad no lo reconozca, hoy los partidos políticos y sus políticos son mucho más exigentes en su compromiso público que antaño. En especial en materia de trasparencia y compromiso ético, lo que no impide que se arrastren los problemas del pasado.
Otra cuestión es la tarjeta de presentación social de sus políticas. En un momento de máxima competitividad electoral, la mayor parte intentan presentarse como partidos de centro para poder acceder al gran granero de los votos. Pero esa actitud puede conllevar la pérdida de sus señas de identidad y traducirse en unos efectos contrarios a los deseados.
Esta es la posición en la que se encuentra actualmente Podemos. Han pasado en cuestión de unos meses de posiciones leninistas a socialdemócratas, abrazando todo lo que no hace mucho denostaban. Lo mismo ocurre con el PP. No tiene ningún empacho en presentarse como partido de centro, pero sus políticas de gobierno lo delatan como un partido conservador con escasa sensibilidad social.
Ciudadanos ha emergido como la alternativa moderada a la derecha, y se presenta como un partido de centro. Su política económica y su radicalidad no difieren mucho de la casi extinta UPyD. Y, al igual que en esta formación, basta ver la procedencia de sus cuadros para comprobar que no son lo que nos quieren vender.
Y el PSOE aún sigue purgando su capacidad de respuesta ante la crisis y la quebrada promesa del presidente Zapatero de no efectuar recortes. Una posición que se tradujo en términos de credibilidad y votos.
El centro no es la centralidad. La centralidad tiene que ver con la capacidad de ordenar el juego político, de articular las diversas fracturas que producen las dinámicas de nuestra sociedad. En un momento de máxima fragmentación social se necesita una opción de gobierno que permita fraguar acuerdos y ser capaz de dialogar con los partidos representativos.
Hoy por hoy, el PSOE es la opción más realista para gobernar un país tan fracturado como la España de hoy, o del año que viene. Es mucho lo que nos jugamos para echarnos en manos de oportunistas sin escrúpulos y sin sentido de Estado. 


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