Más de tres mil personas hemos corrido este domingo la III Media Maratón 'Ciudad de Segovia'. A pesar del frío – 2 grados durante el recorrido, con agua nieve de vez en cuando- el ambiente era magnífico. También el calor de los segovianos. Eran muchos los que estaban en la calle animándonos y poniendo colorido a esta gran fiesta de Segovia del mes de marzo, que, sin duda, acabará siendo un clásico.
El esfuerzo físico se ve recompensado en todo momento por la belleza monumental y paisajística de la ciudad. Salir del Azoguejo, junto al Acueducto, es un lujo. Pero 6 kilómetros más tarde, uno se ve inmerso en la Alameda del Parral, a la orilla del río Eresma, junto al monasterio jerónimo de ‘El Parral’, en un paraje envidiable, con el Alcázar de fondo; para atravesar más tarde el casco histórico de la ciudad, pasando por debajo del Acueducto y subiendo por la Calle Real hasta la Catedral, saludando de nuevo al Alcázar y disfrutando, en gran parte del recorrido, de una magnífica vista de la sierra del Guadarrama nevada. ¿Se puede pedir más?
No obstante, no es oro todo lo que reluce. El recorrido es duro, muy duro. Subidas y bajadas continuas que nos recuerdan la dureza de la vida diaria. Uno sufre, y mucho; y mucho más si no has tenido el tiempo de entrenar los suficiente, como era mi caso. Sólo la tenacidad, el sufrimiento y la persistencia te hacen llegar. En todo momento, la tentación de retirarse es máxima. Las piernas pesan y el corazón se resiste. Sin embargo, el poder de la mente es lo que te impulsa. La distancia restante hasta llegar a la meta se trocea en varias metas consecutivas, que poco a poco se va alcanzado, y la fatiga se disipa con el pensamiento: siempre hay algo que solucionar o pensar mientras van cayendo los kilómetros, así como gente conocida en el recorrido que te da ánimos. Gracias a todo ellos.
Al final llega la recompensa al esfuerzo. La satisfacción es difícil de describir. No importa el tiempo, sobre todo si el objetivo es llegar y no se ha podido preparar. Uno se encuentra feliz consigo mismo por varias razones: “la media” ha sido el pretexto para no dejar de hacer deporte, cuidar la salud y mantener el peso, que a cierta edad es importante; y también por haber podido compartir ilusiones y hacer amigos; o por disfrutar de la proyección de nuestra ciudad a través del deporte. Todo un lujo, del que no pueden presumir todos.
domingo, 29 de marzo de 2009
domingo, 15 de marzo de 2009
Euforia popular y nerviosismo…
Las elecciones gallegas han devuelto la euforia al PP. Vuelven a ser ellos en estado puro: altivos, soberbios y prepotentes. Se sienten ya ganadores de las próximas elecciones generales, que son las que ellos entienden que les legitiman y con las que sueñan. Feijó ha dado un respiro a Rajoy cuando más lo necesitaba. No obstante, el camino es largo y aún queda mucho recorrido antes de la próxima cita electoral nacional: las elecciones europeas y las municipales, entre otras.
El triunfo popular en Galicia entraba dentro de las posibilidades. La diferencia de votos era muy reducida y, como ha reflexionado Pepe Blanco, la coalición ha trasladado en muchas ocasiones más ánimo de competir entre ellos que de servir a los gallegos. Y así es difícil alcanzar la meta; amén de otras cuestiones no menores. Las elecciones vascas sirven también de acicate a los populares para sacar pecho. No han mejorado resultados, pero son árbitros, y esta tarjeta de presentación les sirve para alimentar la esperanza. Mucho más cuando son conscientes de que el Gobierno del PSOE en el País Vasco resta apoyos al Gobierno socialista para sustentar la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, el PP está claramente tocado. La “santa desvergüenza” con la que han venido ejerciendo la acción política, como está poniendo de manifiesto el caso Gürtel o de “espionaje madrileño”, les coloca en una posición muy difícil en cuanto a credibilidad pública. A pesar de ello, se echa en falta una oposición más firme por parte del PSOE ante esta situación. Parecemos hermanitas de la caridad. Somos distintos, en efecto, pero “al pan, pan; y al vino, vino”. No puede ser que quien ha estado organizando grandes eventos electorales, gastándose en publicidad todo lo habido y por haber; quienes han adjudicado contratos a amiguetes para después recibir prebendas personales y políticas, se vayan impunes políticamente; porque la carga penal por los delitos y faltas cometidas hace suponer que no escaparan de la justicia.
La euforia popular no puede llevarnos a una situación de nerviosismo en ningún caso. Nos encontramos ante la mayor crisis económico financiera del último siglo, pero la estamos afrontando con seriedad y rigor, arrimando el hombro como dice el presidente, y con toda la oposición intentando desgastarnos, con el PP a la cabeza. El trabajo y el esfuerzo darán sus frutos y los ciudadanos españoles nos reconocerán el esfuerzo realizado. Es fundamental no cometer errores. Por eso, es difícil entender la envidia expresada por Solbes hacia la situación del ex-ministro Bermejo; el mensaje velado de un cambio inminente de gobierno o la riña a los subsecretarios. Son gestos que nos debilitan ante la opinión pública y que no reflejan la realidad del entusiasmo y el proyecto socialista. Hoy más que nunca España nos necesita, y lo que no necesita son vividores. Galicia pronto contará con uno al frente, y si no que se lo pregunten a los que aún están sufriendo las consecuencias de las decisiones en Correos, o los grandes desaguisados que dejaron en el antiguo Insalud.
El triunfo popular en Galicia entraba dentro de las posibilidades. La diferencia de votos era muy reducida y, como ha reflexionado Pepe Blanco, la coalición ha trasladado en muchas ocasiones más ánimo de competir entre ellos que de servir a los gallegos. Y así es difícil alcanzar la meta; amén de otras cuestiones no menores. Las elecciones vascas sirven también de acicate a los populares para sacar pecho. No han mejorado resultados, pero son árbitros, y esta tarjeta de presentación les sirve para alimentar la esperanza. Mucho más cuando son conscientes de que el Gobierno del PSOE en el País Vasco resta apoyos al Gobierno socialista para sustentar la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, el PP está claramente tocado. La “santa desvergüenza” con la que han venido ejerciendo la acción política, como está poniendo de manifiesto el caso Gürtel o de “espionaje madrileño”, les coloca en una posición muy difícil en cuanto a credibilidad pública. A pesar de ello, se echa en falta una oposición más firme por parte del PSOE ante esta situación. Parecemos hermanitas de la caridad. Somos distintos, en efecto, pero “al pan, pan; y al vino, vino”. No puede ser que quien ha estado organizando grandes eventos electorales, gastándose en publicidad todo lo habido y por haber; quienes han adjudicado contratos a amiguetes para después recibir prebendas personales y políticas, se vayan impunes políticamente; porque la carga penal por los delitos y faltas cometidas hace suponer que no escaparan de la justicia.
La euforia popular no puede llevarnos a una situación de nerviosismo en ningún caso. Nos encontramos ante la mayor crisis económico financiera del último siglo, pero la estamos afrontando con seriedad y rigor, arrimando el hombro como dice el presidente, y con toda la oposición intentando desgastarnos, con el PP a la cabeza. El trabajo y el esfuerzo darán sus frutos y los ciudadanos españoles nos reconocerán el esfuerzo realizado. Es fundamental no cometer errores. Por eso, es difícil entender la envidia expresada por Solbes hacia la situación del ex-ministro Bermejo; el mensaje velado de un cambio inminente de gobierno o la riña a los subsecretarios. Son gestos que nos debilitan ante la opinión pública y que no reflejan la realidad del entusiasmo y el proyecto socialista. Hoy más que nunca España nos necesita, y lo que no necesita son vividores. Galicia pronto contará con uno al frente, y si no que se lo pregunten a los que aún están sufriendo las consecuencias de las decisiones en Correos, o los grandes desaguisados que dejaron en el antiguo Insalud.
domingo, 8 de marzo de 2009
Bolonia: algo más que una oportunidad, una necesidad
El tan controvertido Plan Bolonia no deja de ser una amenaza para todos aquellos que en la política educativa están anclados en el pasado, pero también ven con incertidumbre el futuro y prefieren que nada cambie: mantener los mismos temas, las mismas asignaturas, los mismos apuntes de año en año. ¡Cómo si el mundo de los conocimientos se mantuviese estático! Para esos viejos conservadores, en sus diversas versiones (profesores, estudiantes o instituciones) no es Bolonia.
La creación de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) integrado por 46 países, es una oportunidad, no sólo para ensanchar el empleo y facilitar la movilidad del capital humano, sino también para romper las fronteras arcaicas de la educación. Hoy, cuando la información se nueve en tiempo real en todo el planeta; cuando las fronteras ya no tienen en mucho caso sentido; y cuando los países soberanos han apostado por entidades supranacionales que posibilitan la libertad de movimiento de personas, capitales y bienes, ¿qué sentido tiene que no se homogenicen las titulaciones que son necesarias para el desarrollo y el bienestar de nuestra sociedad en una economía de mercado?
El Plan Bolonia no sólo ofrece un conjunto de titulaciones modulares y flexibles –grados- capaces de desarrollarse en los diferentes países, sino también fomenta la especialización, a través de los estudios de postgrado: bien a través de másteres o estudios de doctorado, para aquéllos que aspiren a desarrollar la docencia y la investigación.
Bolonia es, ante todo, calidad en la enseñanza, gracias a sus estructuras de acreditación y control. Y contribuye de manera decisiva a aportar un valor añadido a la formación. Su orientación, no sólo técnica, sino también humanística y orientada a las necesidades que presenta la estructura productiva europea, va a permitir mejorar la competitividad y la productividad del tejido productivo, generando más empleo a medio y largo plazo.
Pero Bolonia tiene también una proyección social. El Plan Bolonia fomenta la igualdad de oportunidades y, para ello, prevé importantes dotaciones, para facilitar el acceso a la educación de las clases sociales más desfavorecidas, garantizando así la equidad social.
Bolonia es algo más que una oportunidad; es una necesidad para el progreso y desarrollo futuro de la vieja Europa, tanto de sus personas como de sus empresas e instituciones.
La creación de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) integrado por 46 países, es una oportunidad, no sólo para ensanchar el empleo y facilitar la movilidad del capital humano, sino también para romper las fronteras arcaicas de la educación. Hoy, cuando la información se nueve en tiempo real en todo el planeta; cuando las fronteras ya no tienen en mucho caso sentido; y cuando los países soberanos han apostado por entidades supranacionales que posibilitan la libertad de movimiento de personas, capitales y bienes, ¿qué sentido tiene que no se homogenicen las titulaciones que son necesarias para el desarrollo y el bienestar de nuestra sociedad en una economía de mercado?
El Plan Bolonia no sólo ofrece un conjunto de titulaciones modulares y flexibles –grados- capaces de desarrollarse en los diferentes países, sino también fomenta la especialización, a través de los estudios de postgrado: bien a través de másteres o estudios de doctorado, para aquéllos que aspiren a desarrollar la docencia y la investigación.
Bolonia es, ante todo, calidad en la enseñanza, gracias a sus estructuras de acreditación y control. Y contribuye de manera decisiva a aportar un valor añadido a la formación. Su orientación, no sólo técnica, sino también humanística y orientada a las necesidades que presenta la estructura productiva europea, va a permitir mejorar la competitividad y la productividad del tejido productivo, generando más empleo a medio y largo plazo.
Pero Bolonia tiene también una proyección social. El Plan Bolonia fomenta la igualdad de oportunidades y, para ello, prevé importantes dotaciones, para facilitar el acceso a la educación de las clases sociales más desfavorecidas, garantizando así la equidad social.
Bolonia es algo más que una oportunidad; es una necesidad para el progreso y desarrollo futuro de la vieja Europa, tanto de sus personas como de sus empresas e instituciones.
lunes, 2 de marzo de 2009
Mirando al futuro
El PSOE cuenta con un importante respaldo social. Así se ha puesto de manifiesto en las últimas elecciones vascas y gallegas. Ahora, estamos en disposición de asumir la alta responsabilidad de conducir al País Vasco a la vía de la normalidad, para lo cual esperamos contar con el apoyo de los partidos constitucionalistas; y estaremos en Galicia en la oposición, tendiendo la mano al nuevo Gobierno para trabajar por el bienestar de todos los gallegos, hasta que las urnas decidan darnos otra vez la confianza.
El Gobierno socialista de España, y del resto de las comunidades autónomas, se caracteriza por extender su acción a todos los ciudadanos, con independencia de su ideología, y por buscar soluciones para los problemas que les acucian, acometiendo los proyectos que son necesarios.
Una de las herramientas más eficaces que el PSOE utiliza para realizar estas tareas es el diálogo, el contacto franco y claro con las diferentes organizaciones y sociedad civil, en general, para conocer sus inquietudes y propuestas; para plantear iniciativas; para consensuar acciones. Ese diálogo que es muestra irrefutable del respeto por los derechos y libertades. Ésta es la forma de actuar del PSOE, en España, pero también de los responsables socialistas en Segovia, en sus agrupaciones, en la oposición municipal y en los equipos de Gobierno, como el del Ayuntamiento de Segovia.
En estos momentos de dificultades económicas, ese diálogo y ese esfuerzo forman parte también de la acción del Gobierno y sustentan el Plan E, que constituye el conjunto de líneas de actuación para hacer frente a la crisis económica, nuestra mayor preocupación y empeño en estos momentos para mejorar el bienestar de las familias y garantizar la viabilidad de las empresas.
En Segovia también nos enfrentamos a grandes retos de futuro. Los socialistas plateamos en las últimas elecciones el ‘Pacto por Segovia’ por Segovia. Se trata de un conjunto de actuaciones, en el ámbito competencial de cada administración, que permita dotar a la provincia de unas modernas infraestructuras, que posibiliten ganar competitividad a la economía segoviana y mejorar el bienestar social de sus ciudadanos. Nos preocupa solucionar el problema del abastecimiento y la calidad de las aguas; y, por eso, el Gobierno socialista ha puesto encima de la mesa la disponibilidad de 26 millones de euros -sin ser de su competencia-, esperando que la Junta firme lo antes posible un convenio de colaboración para su acción. Pero consideramos urgente también cerrar la variante de la ciudad o contar con un gran Palacio de Congresos y Exposiciones. Ahí es donde tenemos que trabajar todos.
Los socialistas miramos al futuro, y no al espejo retrovisor de la nostalgia de lo que pudo ser y no fue, como hacen otros. Por eso, no podemos entender el artículo repleto de carga demagógica y reminiscencias aznaristas hacia el PSOE que en estos últimos días ha publicado el presidente del PP en Segovia en un diario local. El PSOE va a continuar trabajando por y para los ciudadanos, a buscar soluciones, a impulsar proyectos. Y no va a caer en las provocaciones de la crispación y el insulto. Nuestro estilo es el diálogo y el trabajo por y para los ciudadanos; y ahí nos encontrarán siempre, tanto en el gobierno como en la oposición. Es algo que resume muy bien el talante de Zapatero, aunque al PP parece no gustarle.
El Gobierno socialista de España, y del resto de las comunidades autónomas, se caracteriza por extender su acción a todos los ciudadanos, con independencia de su ideología, y por buscar soluciones para los problemas que les acucian, acometiendo los proyectos que son necesarios.
Una de las herramientas más eficaces que el PSOE utiliza para realizar estas tareas es el diálogo, el contacto franco y claro con las diferentes organizaciones y sociedad civil, en general, para conocer sus inquietudes y propuestas; para plantear iniciativas; para consensuar acciones. Ese diálogo que es muestra irrefutable del respeto por los derechos y libertades. Ésta es la forma de actuar del PSOE, en España, pero también de los responsables socialistas en Segovia, en sus agrupaciones, en la oposición municipal y en los equipos de Gobierno, como el del Ayuntamiento de Segovia.
En estos momentos de dificultades económicas, ese diálogo y ese esfuerzo forman parte también de la acción del Gobierno y sustentan el Plan E, que constituye el conjunto de líneas de actuación para hacer frente a la crisis económica, nuestra mayor preocupación y empeño en estos momentos para mejorar el bienestar de las familias y garantizar la viabilidad de las empresas.
En Segovia también nos enfrentamos a grandes retos de futuro. Los socialistas plateamos en las últimas elecciones el ‘Pacto por Segovia’ por Segovia. Se trata de un conjunto de actuaciones, en el ámbito competencial de cada administración, que permita dotar a la provincia de unas modernas infraestructuras, que posibiliten ganar competitividad a la economía segoviana y mejorar el bienestar social de sus ciudadanos. Nos preocupa solucionar el problema del abastecimiento y la calidad de las aguas; y, por eso, el Gobierno socialista ha puesto encima de la mesa la disponibilidad de 26 millones de euros -sin ser de su competencia-, esperando que la Junta firme lo antes posible un convenio de colaboración para su acción. Pero consideramos urgente también cerrar la variante de la ciudad o contar con un gran Palacio de Congresos y Exposiciones. Ahí es donde tenemos que trabajar todos.
Los socialistas miramos al futuro, y no al espejo retrovisor de la nostalgia de lo que pudo ser y no fue, como hacen otros. Por eso, no podemos entender el artículo repleto de carga demagógica y reminiscencias aznaristas hacia el PSOE que en estos últimos días ha publicado el presidente del PP en Segovia en un diario local. El PSOE va a continuar trabajando por y para los ciudadanos, a buscar soluciones, a impulsar proyectos. Y no va a caer en las provocaciones de la crispación y el insulto. Nuestro estilo es el diálogo y el trabajo por y para los ciudadanos; y ahí nos encontrarán siempre, tanto en el gobierno como en la oposición. Es algo que resume muy bien el talante de Zapatero, aunque al PP parece no gustarle.
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