La sociedad occidental lleva camino de cautivar al mundo árabe. La caída de Ben Alí en Túnez y de Hosni Mubarak en Egipto son síntomas evidentes de esa ola de libertad que recorre e impregna las diferentes culturas del planeta a través de las nuevas tecnologías, en el marco del proceso de globalización que favorece Internet, Facebook o Twiter. Las nuevas generaciones de estos países islámicos a través de estos medios, poco a poco, y sin darse cuentas, se impregnan de los valores occidentales. La censura de los diferentes regímenes está sucumbiendo ante la capilaridad de la información occidental.
Todos los países que integran el Magreb y el Oriente Próximo se caracterizan por las amplias capas de población que se encuentran en niveles de pobreza alarmante; gran parte de ellos en paro y sin una clara expectativa de futuro. La corrupción es un factor común en muchos de ellos. De ella se beneficia un grupo de privilegiados que pululan en el entorno del dictador de turno, al más típico estilo feudal. Hasta el momento, el jefe del Estado y el ejército a sus órdenes han sometido a sus pueblos y han mantenido sus privilegios. Las economías de estos países son de subsistencia, estancada y sin ningún horizonte.
Países como Yemen, Argelia o Qatar pueden experimentar en los próximos días convulsiones importantes, pero también Marruecos. La revolución civil reclama democracia. Al igual que ha ocurrido en Egipto y Túnez la caída del presidente o el monarca no es suficiente. Quieren libertades y órganos de representación que expresen la voluntad popular y controlen a sus gobiernos para evitar el despotismo y la corrupción. Un proceso no exento de dificultad.
La sociedad islámica está impregnada de una fuerte religiosidad. El islam constituye el centro y la razón de ser de su vida civil. Superar esa cultura no será fácil. Sustituir una sociedad religiosa por una sociedad civil laica en el corto plazo es una utopía. Sin embargo, la mecha está encendida y la transformación es inevitable. No obstante, es necesario armonizar y equilibrar el cambio de forma progresiva y continua. De lo contrario, los efectos colaterales, tanto políticos como económicos, pueden generar enormes desequilibrios geopolíticos, incluso en la propia región.
La seducción es un buen arte, pero tiene sus tiempos; y toda precipitación puede tener efectos contrarios a los deseados.
1 comentario:
Los egipcios han dado un ejemplo a la sociedad en la lucha por la libertad que les habia robado un dictador, como otros muchos que por desgracia quedan por el mundo.
Han defendido su patrimonio cultural, como el bien mas preciado de esa cultura, que tanto ha aportado a la Humanidad. Yo destacaría, la imagen de los egipcios limpiando la ciudad y reparando los daños ocasionados durante las protestas, eso, demuestra las enormes ganas de un pueblo por recobrar la normalidad y con enorme esperanza de un futuro mas libre y mejor.
Un saludo
Maria
Publicar un comentario