Muy lejos quedan aquellas palabras de Juan XXIII cuando afirmó, poco antes de morir, el 23 de mayo de 1963, en el Concilio Vaticano I: “Hay que admitir que la libertad religiosa debe su origen no a las iglesias, no a los teólogos y ni siquiera al derecho natural cristiano, sino al Estado moderno, a los juristas y al derecho racional mundano, en una palabra al mundo laico”.
El laicismo, hoy en día, es considerado por la Iglesia católica como una amenaza a la expansión del catolicismo. De ahí la necesidad de frenarlo y crear encuentros como las ‘Jornadas Mundiales de la Juventud’ que acaban de concluir. La libertad religiosa deviene así en una mala compañera de viaje, auque no quede más remedio que admitirla en el nuevo marco social. Ahora se trata de sensibilizar a la población e impulsar el proselitismo religioso; una nueva fórmula de evangelización adaptada al siglo XXI. Una nueva cruzada que pone más su huella en las cuestiones emocionales que en el imperio de la razón. Todo parece indicar que es más importante la fortaleza del poder religioso y su expansión, que la consistencia de la profesión de la fe y la repuesta a los grandes problemas que presenta la humanidad.
En una sociedad tan compleja como la actual, donde los cambios y las transformaciones son constantes, la Iglesia sigue anclada en el dogmatismo, y ensimismada; lejos de lo que debiera constituir la esencia de su actuación. Basta escuchar y analizar los mensajes del Papa Ratzinger de estos días para constatarlo, al menos desde una perspectiva plural y de pleno respeto y equidad hacia la libertad religiosa.
El relativismo en el planteamiento y respuesta a los problemas de la sociedad del siglo XXI, lejos de ser una amenaza, es una oportunidad para su adaptación y respuesta a los mismos. El dogmatismo como doctrina de acción es propio de sociedades monolíticas y poco avanzadas, todo lo contrario que es y se manifiesta la sociedad actual.
En este contexto la “radicalidad evangélica” puede ser muy eficaz para el impulso de los más fanáticos o aquellos que presenten laxitud en sus convicciones, pero dudo que sea abrazada por la inmensa mayoría silenciosa, que al fin y al cabo es la dominante.
1 comentario:
SE PUEDE SEGUIR A CRISTO SIN NECESIDAD DE LA BÍBLIA NI DEL CLERO. BENEDICTO XVI DICE QUE NO, PORQUE SE LE ACABA EL NEGOCIO: Pobre juventud católica, la Iglesia los engaña para enajenarlos, someterlos, explotarlos, pervertirlos y sodomizarlos, enseñándoles una falsa doctrina; ocasionando el eclipse de Dios. La doctrina es falsa debido a que fenómenos naturales (la zarza ardiente o fuego fatuo; el pie del rayo que cruzó el altar de Moisés; la nube y los rayos del mito del pacto del Sinaí), fueron explicados por los redactores bíblicos como el encuentro cercano de Dios. Convirtiendo los textos sagrados de las religiones que transitan por la ecumene abrahámica (el Antiguo Testamento o Torah, el Talmud, el Mishná, la Halaja, el Corán, el Libro de Mormon) __en una letrina moral que envenena el alma__ En cambio la vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo iluminan con luz meridiana las jornadas y metas del camino del desarrollo espiritual que recorren los místicos en su búsqueda del encuentro cercano de Dios, unicidad o experiencia de la común unión (el Padre y yo, somos una misma cosa), convirtiendo las disciplinas místicas en medicina del alma http://www.scribd.com/doc/33094675/breve-juicio-sumario-al-judeo-cristianismo-en-defensa-de-las-raices-cristianas-de-europa-laica
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