miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ambigüedad calculada

Una vez conocido el programa del PP para las próximas elecciones generales, si algo se puede constatar es su carácter genérico, repleto de propuestas vagas y grandes frases grandilocuentes, que poco o nada pueden aportar a dar respuesta a los problemas que tiene nuestro país. Lo que sí que queda claro es que bajarán los impuestos a las rentas del capital y los salarios a los trabajadores. Esto es lo más concreto que se puede encontrar. Tras esta ambigüedad calculada, como ha recordado Rubalcaba, se encuentra el “programa oculto” del PP para estas elecciones. Ese que no quiere explicitar por miedo a que perder muchos votos.

No hace falta ser adivino para darse cuenta de que si el PP llega al poder el día 20 de noviembre, seguirá la misma estela en la acción de gobierno que su número dos, la Sra. De Cospedal, está marcando en la acción de gobierno de Castilla La Mancha: grandes recortes en sanidad, educación y servicios sociales. Pero, a su vez, otros líderes como el propio Rajoy han cuestionado la actual prestación por desempleo; o la gratuidad de la educación pública, como Esperanza Aguirre. O sea, que blanco y en botella.

El programa es el fiel carácter de Rajoy: “sí, pero no”; o el “depende”, en respuesta a la pregunta que se le hizo sobre si mantendría la congelación de las pensiones, el impuesto del Patrimonio o el recorte del sueldo de los funcionarios. Eso precisamente lo que no necesita España en estos momentos. Hoy, más que nunca, se necesita una hoja de ruta clara y fortaleza para llevar a cabo un programa que permita salvar los problemas estructurales de la economía española, conseguir financiación y crear empleo. Exactamente lo que no ofrece Rajoy.

El programa del PP ofrece humo. Así, sobre la “reforma laboral” da pocas pistas. Dice que simplificarán los tipos de contratos pero no se habla de un contrato único. Respecto al “terrorismo”, el programa hace una promesa genérica de no negociar con ETA, pero tampoco aclara nada sobre qué hará el líder del PP. En cuanto al “aborto”, un asunto en el que el PP tiene mucha presión de una parte de su electorado, no habla de derogación, pero trata de contentar a este electorado prometiendo cambios.

EL PP sigue en sus trece. Desde que comenzó la crisis han visto en ella su mejor oportunidad para volver al poder: se han opuesto a todas las medidas que ha ido tomando el Gobierno; no han presentado una sola propuesta; han extendido el malestar dentro y la desconfianza hacia fuera de España; se han negado a colaborar con las reformas; han torpedeado el diálogo social; han convertido a sus gobiernos municipales y autonómicos en trincheras de obstrucción y de enfrentamiento con el Gobierno de España; ante una situación de emergencia nacional, en mayo de 2010, trataron de derribar en el Parlamento las medidas urgentes, a sabiendas de que eso hubiese supuesto un desastre para la economía nacional.

Y ahora hacen gala de un comportamiento tan oportunista, tan irresponsable y tan antipatriótico, presentando un programa que es papel mojado, con el único fin de ocultar a los españoles su programa de gobierno y llegar a La Moncloa. ¡Que Dios nos pille confesados!


1 comentario:

RUBÉN dijo...

Es inconcebible que nos llegue a gobernar un partido que se ha caracterizado por anteponer sus intereses partidistas y sus ansias de poder a los intereses de Estado.

El Presidente del Gobierno se ha suicidado políticamente, dicen algunos, al anteponer los intereses de Estado a los suyos personales y a los del partido al que pertenece. Es un ejemplo de responsabilidad del gobernante.

Ahora nos quieren gobernar quienes solo han puesto trabas y se han ido alegrando de cada dato negativo para nuestra economía.

Esa bajeza política la siguen empleando ahora al no ser valientes al presentar su programa. Si tan orgullosos están de sus medidas y tan convencidos que las hagan públicas con luz y taquígrafos. Su grado de ambigüedad es directamente proporcional al grado de sufrimiento que sus medidas van a ocasionar a los que menos tienen, a los más desfavorecidos de nuestra sociedad. Es para pensárselo y para echar a temblar.

Pero hay solución: en las urnas el 20N podemos y debemos hablar.