¡Nuestro gozo en un pozo! Soñamos, pero no pudo ser. La Selección Española de Baloncesto en este último campeonato mundial, no solo no ganó la
final esperada ante EEUU, sino que nos quedamos fuera en cuartos de final de
forma súbita e inesperada ante la Selección Francesa.
Hemos muerto de éxito. Pero eso también ocurre, y a las pruebas me
remito. El juego de la selección en la liguilla de clasificación, e incluso en
octavos ante Senegal con menor intensidad, nos hizo ver un baloncesto que en
nada envidiaba al de la NBA. Ganamos a nuestro verdugo por 24 puntos, pero selecciones
como Brasil, Serbia, Egipto o Irán fueron un paseo triunfal.
Todo nos hacía pensar que llegaríamos a la final casi con toda
seguridad ante la Selección Americana; y por primer vez la podríamos hacer
frente e incluso ganar. El Rey, en un acto con la embajada americana, se
permitió gastar una broma y recordarles que ya nos veríamos las caras en esa
final. Mal augurio.
Jugadores como Navarro –un genio del balón-, los Gasol, Ricky Rubio,
Llull o Ibaka, pero también Felipe, son jugadores de clase. Posiblemente los
mejores que haya tenido la Selección Española. Pero una vez más se demuestra
que en este juego competitivo, como en otros ámbitos, hay que ganarse el “pan
día a día”. Nos relajamos en el último partido y así nos ha ido. Navarro lo
definió muy bien al terminar el partido con Francia: “No hemos preparado el
partido”. Nos falló la motivación y el esfuerzo sistemático. Un exceso de
confianza que el seleccionador nacional no supo gestionar. Inadmisible. Más
cuando todo jugaba a nuestro favor, incluso el efecto campo. Las
manifestaciones de los aficionados al final del partido son bien merecidas.
Lo sucedido en el basket bien
pudiera servir de ejemplo al Gobierno para el ejercicio de su acción política. A
pesar de los fuertes nubarrones que amenazan una nueva recesión en el panorama
europeo e internacional, la mala situación social de los españoles y el
problema estructural del empleo, el Gobierno sigue empeñado en hacernos creer
que el país llegará a la final y superará la crisis bajo la tutela de ese “gran
coach” que es el Orenga de nuestro Ejecutivo, Mariano Rajoy. Tiempo al tiempo,
pero la prepotencia y el desprecio hacía todo lo que no viene de ellos también
se paga. La decepción puede ser mayor, y súbita como ha ocurrido con la
selección española de baloncesto.
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