domingo, 23 de noviembre de 2014

Transparencia



Pedro Sánchez ha afirmado que el “mayor patrimonio que tenemos los socialistas es la trasparencia”. En efecto, así es. El PSOE es un partido transparente. Su dirección ha hecho públicas las cuentas y el patrimonio del partido, al igual que los ingresos de su secretario general y demás miembros de la Comisión Ejecutiva Federal. Y el resto de los dirigentes del partido lo irán haciendo público paulatinamente a través de los diferentes portales de transparencia que ya se están poniendo en marcha en cada ámbito territorial.

El Grupo Parlamentario Socialista también ha hecho público estos días que a partir de la próxima semana publicará todos los viajes y agendas de su parlamentarios, tras el escándalo surgido a raíz de los viajes del presidente de la Junta de Extremadura a Tenerife pagados con fondos públicos del Senado.

Todo aquello que se financia con fondos públicos tiene que ser transparente. Forma parte de la responsabilidad social colectiva de las instituciones y sus cargos públicos con los contribuyentes, que a través del pago de sus impuestos posibilitan el funcionamiento de la Administración. No puede haber pretextos para no explicar a los ciudadanos hasta dónde va el último euro. Pero además la transparencia permite mejorar la eficiencia del sistema y evitar el fraude. Se trata de una cuestión de higiene democrática.

Así lo ha entendido el PSOE desde hace tiempo. La crisis económica ha acelerado la cultura de la trasparencia y su extensión a los diferentes ámbitos del Estado financiado con recursos públicos. Por eso, hemos propuesto en los últimos años propuestas para mejorar la transparencia de la Administración. El PP las ha rechazado sistemáticamente tanto en el Parlamento nacional, como en los autonómicos; hasta que se ha visto acorralado por la propia percepción pública de su actitud ante la corrupción, y el alto número de corruptelas en su partido y en las instituciones que gobierna. Lo hemos podido comprobar estos días en la Cortes de Castilla y León. Allí donde se negaron, ahora hacen todo lo posible para parecer como adalides del proceso de transparencia.   

Esta última semana en el Congreso, en la comisión de Hacienda, se sometió a votación la propuesta del Gobierno para nombrar a la nueva presidenta del Consejo de Transparencia. Para ello, sin ningún rubor, el ministro de Hacienda ha propuesto a una subordinada suya para que vele por la transparencia. Verlo para creerlo. Ahora resulta que el “controlado está eligiendo al controlador”, como afirmó el diputado Álvaro Anchuelo de UPyD. Un cargo que debiera haberse elegido por unanimidad, pero que, una vez más, el PP nos ha impuesto para mayor vanagloria de la susodicha, que ego no le falta. Y falta de visión tampoco.

El PP contempla la transparencia como algo instrumental para sus propios fines, pero creer, creer, lo que se dice creer, poco. Así es el PP: sinónimo de la oscuridad y de lo opaco como baluarte de su acción de gobierno.     


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