Esta, sin duda, es una gran pregunta para el próximo año. A tenor de lo
afirmado por Rajoy estos días, en 2015 nos aproximaremos al paraíso. No importa que su acción de
gobierno hasta el momento se haya traducido en 600.000 ocupados menos y 140.000
parados más desde que llegaron al Gobierno. Lo importante es que los españoles
se lo crean, y para ello la propaganda es un buen medio, y la manipulación
informativa también.
Mucho ha llovido desde la Transición democrática hasta hoy. Los españoles
estábamos orgullosos de nuestro sistema democrático, de nuestros políticos, de
nuestro Estado del Bienestar y del desarrollo económico y social alcanzado
gracias al modelo político de la Constitución del 78. La crisis económica ha
desbaratado todo. Hemos descubierto nuestras miserias. ‘Nuestro sistema es
inconsistente. La democracia es imperfecta. Los políticos son unos corruptos
generalizados y la consistencia de la economía española era un gran fiasco. Y,
por supuesto, el bipartidismo, que tanta estabilidad dicen que daba al Estado,
se ha vuelto en una seria amenaza para nuestro futuro’.
Las aparentemente intrascendentes últimas elecciones europeas han
puesto todo patas arriba. El Rey de toda la vida ha abdicado, Rubalcaba se tuvo
que ir, y ha surgido Podemos, gracias
al impulso y apuesta del dueño de La Sexta, el Sr. Lara, no precisamente de
izquierdas, como apuesta para buscar las contradicciones y división de la
izquierda, que son muchas. Lo cierto que es que ha revolucionado la vida
política española.
España tiene problemas estructurales en su economía desde tiempos muy
remotos. Habría que remontarse al siglo XVIII para identificar sus causas.
Carecemos de un tejido empresarial sólido, nos falta una base industrial
innovadora y competitiva y nuestra sociedad, a pesar de que ha avanzado mucho
desde el 78 aquí, no lo ha hecho lo suficiente. Hemos sido y somos muy
vulnerables. Prueba de ello ha sido el impacto de la crisis y las altas tasas
de paro ya desde mucho antes. Los gobiernos desde la Transición democrática han
mantenido una posición inercial ante las buenas expectativas económicas que nos
proporcionó la entrada en el euro, y poco más. Pero nunca se atacaron las
causas estructurales, y los ensueños y aires de grandeza, o el espíritu latino,
ha marcado durante muchos años nuestra trayectoria.
El futuro se presenta incierto. Muy incierto. Son muchas las reformas
pendientes que necesita nuestro país para modernizar la economía y su sociedad.
Nunca creí en las revoluciones. Un buen ejemplo es la primavera árabe, salvando
las distancias. Pero tampoco en salvadores. Esos cuyos únicos principios son
alcanzar el poder al precio que sea. Si es necesario cambiar los principios, se
cambian, al estilo de Groucho Marx. Lo hemos visto de las elecciones europeas
aquí. Los maoístas ahora son socialdemócratas; la deuda ha pasado de no pagarse
a hacer una auditoria o cualquier otra ocurrencia; la corrupción vale según los
casos…
Solo queda confiar en la sensatez de los españoles. El futuro con
incertidumbre y una gran confusión, a
eso se enfrentan los españoles. También en esto tenemos que cambiar. No estaría
mal dejar de echar la culpa a los demás, entre ellos los políticos,
replantearse qué podemos hacer cada uno de nosotros por nuestro país. Sería un
gran avance para comenzar el año.
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