viernes, 30 de diciembre de 2016

De 2016 a 2017



2016 no ha sido un buen año; 2017 no se espera mejor. Así lo ponen de manifiesto la opinión de expertos y la tendencia de los principales indicadores sociales y geopolíticos. En este año que termina hemos visto las inesperadas victorias del Brexit y de Donald Trump. Pero no ha sido lo peor. El radicalismo yihadista se ha proyectado en 2016 con mucha intensidad. La convivencia de diferentes civilizaciones parece una historia imposible en este comienzo del XXI.

2016 dejará siempre en nuestro recuerdo la masacre de Alepo. Un escenario donde las grandes potencias han librado sus batallas a través de fuerzas interpuestas con muchos muertos inocentes. Alepo ya comparte el horror de la historia con otras ciudades como Beirut o Sarajevo. Todo apunta a que las cuatro guerras civiles árabes en desarrollo –Siria, Irak, Yemen y Libia- continuarán sus contiendas en 2017. Me atrevo a prever que la barbarie humana se superará en estos lares en 2017. La acción geopolítica no ayuda, y la alianza rusa-americana emergente con el nuevo presidente americano, menos.

El mundo seguirá también bajo la amenaza terrorista, en especial yihadista. En 2016 en Orlando, Niza, Estambul y Berlín dejó el sello de la muerte y el desprecio a la vida del radicalismo islámico. En 2017 será muy probable que el Estado Islámico reducirá su potencial militar y político, pero el yihadismo seguirá sembrando el terror con nuevas víctimas, mutilados y muertos. Y sus aparatos de propaganda seguirán sembrado el miedo y el pánico en la calle con sus mensajes y videos. Debiéramos hacerles frente, y la mejor forma es ser insensible a sus alertas y mantener nuestros hábitos de vida. 

En 2016 el mundo ha cambiado. La UE no ha salido bien parada. El Brexit puso de manifiesto un rechazo hacia la cultura del progreso por parte de las zonas rurales de Gran Bretaña, a la vez que su malestar por la diferencia de renta con las zonas urbanas. Sin duda, el mayor ataque a la Unión Europea en sus 60 años de vida, a lo que se ha unido el triunfo del populismo en EEUU. Sus efectos sobre la economía y la acción geopolítica en 2017 no serán neutros. Este próximo año hay elecciones en Holanda, Francia, Alemania y, quizá, en Italia; a las que podría sumarse España. Puede suceder cualquier cosa. Europa está confundida y el comportamiento de los ciudadanos es difícil de predecir. El populismo no deparará nada bueno y sí mucha incertidumbre y deterioro social.

En España el panorama no es muy halagüeño. Continúa la inestabilidad política. Y es posible que los presupuestos salgan adelante con el apoyo de C’s y el PNV con un grave coste de inequidad territorial. El empleo precario seguirá creciendo en 2017. Necesitamos empleo de calidad, pero para ello hay que abordar el cambio de modelo productivo. La suficiencia de las pensiones es otro gran reto que se ha de abordar este próximo año. Y el problema catalán eclosionará, para bien o para mal. Confío y apuesto que sea para bien. Un Año Nuevo difícil, muy difícil.      


domingo, 25 de diciembre de 2016

El móvil



Hace unos días Willian Chistie, director de orquesta, en el Auditorio Nacional de Madrid,  decidió parar ‘El Mesías’ de Haendel cuando se estaba interpretando  ante el insistente sonido del timbre de un móvil. “Go out” (fuera) dijo a los músicos mientras miraba con enfado hacia la tribuna lateral. La decisión fue muy aplaudida por un público, no sin antes comprobar que no era el suyo el que sonaba.
El teléfono móvil está presente en nuestra vida cotidiana. No es de extrañar que en un espectáculo al que asisten más de 2.000 personas que requiere silencio el sonido de un teléfono se convierta en protagonista. Lo raro es que sólo fuera uno. Me atrevería a asegurar que un porcentaje importante de los asistentes al concierto estarían grabándolo con su móvil. 

El móvil nos ha cambiado la vida. Se ha convertido en un compañero inseparable. Si por alguna circunstancia no lo llevamos con nosotros, su ausencia se convierte en un motivo de inseguridad e incomodidad. Nos hemos convertido en personas ‘móvil dependientes’. Quién de nosotros no ha regresado a casa a recoger el móvil ante un olvido. No sé si ustedes lo han hecho, yo sí. Es difícil vivir sin él, a su lado. 

El celular ha transformado nuestros hábitos. Uno no va a disfrutar de una actuación de un familiar, va a grabarla con el móvil. En muchos de los actos a los que asistimos estamos más pendientes de la foto, el vídeo y su inmortalización con el móvil que de su propio contenido y desarrollo. La utilización del móvil nos hace convivir con nosotros mismos, subordinando la relación social a un segundo plano. Lo importante es todo aquello que prima lo que nos interesa, y para esto el móvil es el aliado perfecto.

Los hay convulsivos en su utilización. Apenas dejan pasar treinta segundos sin requerir sus servicios. Miran el WhatsApp una y otra vez, escriben mensajes, ven fotografías… en definitiva se relacionan y entretienen con su móvil al margen de lo que les rodea. El mundo es su móvil. Su utilización a veces sirve para el aislamiento y rechazo de todo lo que está en nuestro entorno. La cultura de utilización del móvil puede llegar a ser perversa si no se controla. Nos aleja del mundo y profundiza en nuestras peores ‘virtudes’. 

El móvil ha supuesto también una profunda transformación en los quehaceres diarios. Los de última generación nos permiten acceder al conocimiento de siglos y siglos en cuestión de segundos. El banco, el kiosko, el cine, la televisión y el ordenador, entre otros servicios, han sido sustituidos o complementados por nuestro móvil. ¡Qué maravilla! 

La bondad de la utilización del terminal viene determinada por el uso que se haga de él. No es lo mismo escuchar ‘El Mesías’ de Haendel en el móvil que formar parte de la orquesta con nuestro móvil en la interpretación de la obra. Para disfrutar de la vida real, en muchos actos de la vida cotidiana, no es necesaria la intermediación del móvil.      



domingo, 18 de diciembre de 2016

Brindis al sol



Cuando apenas han transcurrido 50 días de la investidura del presidente del Gobierno, la puesta en escena de algunos ministros e incluso del propio Rajoy nos puede llevar a pensar que estamos en capilla de un nuevo proceso electoral. La ministra de Empleo ha propuesto en la Comisión de Empleo del Congreso un pacto para que la jornada laboral acabe a las seis de la tarde. Un auténtico brindis al sol, porque, a poco que se conozca la realidad económica y laboral de nuestro país, se trata de un imposible, como muy bien es consciente la Sra. Báñez.

No sé ustedes, pero yo que he tenido la suerte de poder trabajar desde muy jovencito, en muchos de los trabajos desempeñados sabía cuándo entraba pero no cuando salía. Mucho más si el trabajo era precario. Esto le ocurre a una amplia mayoría de los españoles. Incluso con convenio. Casi el 80 por ciento de los españoles prolongan sus horarios fuera de la jornada laboral. Por tanto, permítanme que sea un tanto escéptico ante la inconsistencia de la propuesta.

El Gobierno, y en especial los ministros del ámbito económico, están empeñados en hacernos ver día a día con sus manifestaciones la posición idílica en la que se encuentra España.  Nos dicen que hemos superado la crisis económica y que se está creando empleo de calidad. La propuesta de la limitación horaria de la jornada de trabajo se dirige a asentar esta idea en el subconsciente de los españoles. Marketing político en estado puro. 

La realidad es muy diferente. España tiene en el momento actual 4,3 millones de ciudadanos sin trabajo y una tasa de paro del 19 por ciento. La estructura económica del país se sustenta en una base productiva muy intensiva, en mano de obra que compite a base de salarios bajos y amplias jornadas de trabajo. Cambiar el modelo productivo es necesario y urgente, pero requiere tiempo. No nos podemos hacer trampas en el solitario. Y menos la ministra responsable de Empleo, salvo que nos quiera engañar. 

Para avanzar hacia la propuesta de la ministra es necesario, en primer lugar, adaptar nuestro huso horario para provechar más el tiempo solar. Y flexibilizar la jornada laboral limitando el tiempo máximo de trabajo diario y horario obligado de presencia en el puesto de trabajo de forma diaria respetando las horas anuales. En muchas empresas, en especial las más grandes, esto es posible, pero se requiere un nuevo enfoque de la negociación de la jornada en los convenios de empresa y sector.
Pero, en lugar de un brindis al sol, lo que realmente necesitamos es que los trabajadores tengan un trabajo digno, con un salario decente y no absolutamente precario. Este es el objetivo prioritario, y no lanzar fuegos de artificio que sólo sirven para confundir y distorsionar la realidad. En España lo prioritario sigue siendo crear empleo, y de calidad.  


viernes, 9 de diciembre de 2016

Educación y brecha socioeconómica



Esta última semana hemos conocido el informe Pisa 2015, que evalúa cada tres años los conocimientos y competencias de los jóvenes escolarizados de 15 años de 72 países del mundo en las áreas de Lectura, Matemáticas y Ciencias. Los resultados nos han situado por primera vez en la media de los 34 países de la OCDE, los más avanzados del mundo, aunque la media ha caído notablemente.

El informe, una vez más, ha puesto de manifiesto enormes diferencias entre comunidades autónomas. Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia se sitúan a la cola. Los alumnos andaluces van, en términos equivalentes, un curso y medio por detrás de los castellanos y leoneses. Lo que ha permitido a los consejeros de ambas comunidades manifestar su satisfacción y sacar pecho por el trabajo bien hecho, en el caso del consejero de la Junta de Castilla y León; y mostrar sus quejas a la consejera de Andalucía por la elección de la muestra seleccionada de colegios.

No cabe duda de que la calidad docente y la programación de la enseñanza influyen en el aprendizaje de los alumnos, pero no es el único factor. No es lo mismo un seguimiento y atención más personalizada por profesores expertos a alumnos en aulas cohesionadas y con un nivel escolar y cultural equivalente, que en aquellas aulas en las que existen grandes diferencias culturales y sociales en el alumnado. Bajo la presión de un programa educativo consistente y de calidad las diferencias entre el aprendizaje del alumnado vienen marcadas por las diferencias culturales y socioeconómicas de las familias.

Andalucía, Canarias, Extremadura y Murcia no solo cuentan con una renta media menor al resto de España, sino que por desgracia muchos de sus pobladores sufren como nadie aún los estragos de una España históricamente abandonada. Cabe recordar como ejemplo el viaje de Alfonso XIII a las Hurdes en 1922 en el que el monarca pudo comprobar de primera mano el aislamiento, la pobreza y la enfermedad crónica. Las diferencias sociales y culturales no se corrigen de un día para otro. Y a pesar del fuerte avance social, económico y cultural registrado por estas comunidades desde el 78, persisten enormes diferencias entre grupos sociales que dificultan su avance educativo. La procedencia económica y social de los alumnos es clave para el éxito educativo. El informe pone de manifiesto que España es el tercer país del mundo donde menos se manifiesta este problema, pero los resultados dan pruebas inequívocas con el mapa socioeconómico y cultural de nuestro país.

Las becas son un instrumento necesario, pero no suficiente, para corregir esas desigualdades educativas. La socialización cultural y educativa de los grupos sociales más desfavorecidos, y en especial de los niños desde temprana edad, constituye un factor clave para corregir las desigualdades educativas. Para ello es clave la implicación en este programa de la Administración local y contar con un nuevo marco educativo orientado al desarrollo de habilidades y de la comprensión de conceptos, y menos al estudio memorístico. A la vez que es preciso un mayor reconocimiento social y laboral de la carrera docente.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Reforma constitucional



La Constitución del 78 acaba de cumplir 38 años. A pesar de su madurez y de algunos achaques asociados a determinadas disfunciones sociales como consecuencia del paso del tiempo, sus preceptos han contribuido a generar la mayor etapa de bienestar que nunca conociesen los españoles en su historia. Determinados sectores sociales abogan por su reforma y otros incluso reivindican un nuevo proceso constituyente. ¿Es necesario proceder a una reforma constitucional? ¿Con qué alcance en su caso? ¿Qué aportaría?  Y, ¿qué condiciones se han dar para proceder a su reforma? Estas son algunas de las cuestiones a las que debiéramos dar respuesta para iniciar una reforma constitucional. 

La Constitución del 78 es fruto de un momento histórico para dar salida a una dictadura que atenazaba al pueblo español. Contó con un amplio consenso y muy poca oposición. Una Carta Magna que nos dotaba de un marco de libertades y derechos como ninguno de los anteriores textos constitucionales lo había hecho. Perfilaba un modelo territorial inconcluso y continuista del iniciado con la Constitución del 31. Y otorgaba legitimidad a la institución de la Corona, como símbolo de la unidad y permanencia del Estado español, entre sus grandes rasgos.

El tiempo ha puesto de manifiesto algunas disfunciones. El Título VIII está pidiendo a gritos una concreción clara y precisa de las competencias territoriales que eviten las tensiones continuas que se producen entre diferentes comunidades, en especial las históricas, y el Estado. Muchas de ellas asociadas al modelo de financiación, que no necesariamente requiere un cambio constitucional. Es urgente dar un nuevo encaje constitucional al Senado como auténtica cámara territorial en el marco de un modelo Federal. Y modernizar el Poder Judicial garantizando su independencia y neutralidad política y evitando las interacciones entre poderes. Asimismo, es necesario reforzar y garantizar determinados derechos y perfeccionar el sistema de representación.

La Constitución ha de ser un proyecto de todos; no excluyente. Se requiere el máximo consenso posible. Superior a dos tercios, tal y como señala el actual texto, para llevar a cabo grandes reformas. De lo contrario, su reforma puede constituir un gran fiasco. Sólo con compromiso se puede abordar una reforma. En el momento actual no se dan estas circunstancias. Las nuevas fuerzas emergentes presentan opciones radicalmente diferentes: unos abogan por el derecho a decidir junto con los independentistas; y otros apuestan por un mayor centralismo. Los dos partidos tradicionales, la derecha y la izquierda, aun apostando por modelos distintos pudieran encontrar puntos de encuentro consensuados, pero su peso es insuficiente para abordar por sí mismo la reforma constitucional.

La reforma constitucional, con independencia de que se abra la ponencia de estudio en esta legislatura, tendrá que esperar el tiempo necesario hasta que se estabilice la situación política y económica,  y los españoles converjan mayoritariamente en las grandes líneas de su futuro. La CE del 78 seguirá envejeciendo y aportando bienestar a la sociedad española. Su reforma es necesaria pero puede esperar. No por mucho madrugar amanece más temprano.