En el próximo
proceso de investidura del presidente del Gobierno, Podemos tendrá que decidir
entre apoyar directa o indirectamente al PSOE, con lo cual Pedro Sánchez
alcanzaría la Presidencia del Gobierno; o bien demorar el proceso hasta la
convocatoria de nuevas elecciones, a la vez que abrir nuevas expectativas de
gobierno al PP.
La llave de la
gobernabilidad la tiene, en estos momentos, Podemos. El PP no tiene ninguna
opción de gobierno. No suma más apoyos que los suyos. Su forma de gobierno, sus
políticas y su actitud de desprecio hacia el resto de las formaciones políticas
lo hacen ahora merecedor de un aislamiento absoluto. A ello se une la
corrupción congénita que arrastra el Partido Popular desde su refundación. Una
situación que estos días se pone de manifiesto con mucha intensidad, y que le
invalida socialmente para gobernar y presidir el futuro Gobierno de España en
un futuro inmediato.
En este momento
previo, el PSOE suscita el apoyo de gran parte de las fuerzas políticas a su
programa de gobierno. Y lo que es más importante, ocupa la centralidad del mapa
político, lo que le hace que sea la única fuerza política que es capaz de
suscitar un acuerdo entre izquierda y derecha para lograr un proceso de investidura,
y gobernar con pactos puntuales a izquierda y derecha. C’s, IU y PNV están dispuestos a favorecer
esa investidura. Para garantizar la mayoría simple en una segunda votación es
necesario el apoyo de Podemos. La única fuerza que se define de izquierdas que
no ha dado hasta el momento su apoyo expreso.
La gobernabilidad requiere
el concurso de tres de los grandes partidos. Descartado el PP, sólo es posible
con la conjunción de intereses de PSOE, Podemos y C’s entorno a un programa de
consenso entre ellos. No hay otra salida por más que se empeñe la que se
denomina “nueva izquierda”. La única vía
alternativa sería un amplio acuerdo con los independentistas, pero en
esa opción somos una inmensa mayoría de socialistas de verdad quienes no nos
identificamos, y, como comentó Pedro Sánchez, el acuerdo no puede ser a
cualquier precio.
Podemos, hasta el
momento, está más en la política mediática que en la política como herramienta
de servicio público. Le preocupa más tomar la iniciativa mediática que el despliegue
de un conjunto de acciones para dar respuesta a los grandes problemas de este
país. Todos sus hitos desde el día 20D han sido de estruendo, para llamar la
atención y poco más: el anuncio del derecho a decidir de Cataluña el 20D; el
espectáculo “circense” en la constitución de la Cortes; la petición de la Vicepresidencia
y los ministerios de poder institucional, que no social, en el encuentro con el
jefe del Estado. Y ahora esperamos el próximo, que será la presentación de la
contrapropuesta de programa de gobierno anunciada para esta próxima
semana. ¡Ojalá me equivoque!
Podemos no es
consciente de la responsabilidad asumida y de la representación que ejerce de
una amplia base social que votó de buena fe para motivar un cambio y regenerar
la vida política española, al igual que hicieron con C’s. En un momento como
éste, en que los nubarrones de la crisis aparecen de nuevos, y en el que
amplias capas de la población lo están pasando mal, Podemos tiene que abandonar
la vieja política y pensar más en los españoles que en ellos mismos. Un
problema enorme cuando todo indica que la causa es su inmadurez política. Esa
actitud nos conduce, sin duda, a nuevas elecciones. Ellos tienen la última palabra.
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