El caso Soria es la gota que colma el vaso. Inhabilita y deslegitima al PP ante la opinión pública para gobernar. Vuelve a poner, una vez más, si es que alguna vez ha dejado de hacerlo, la corrupción en el centro de la vida política española y al PP como su principal protagonista.
Los casos Gurtel
(en sus diversas manifestaciones territoriales en Madrid, Valencia, Galicia y
Castilla y León), Púnica, Matas, Bankia, Construcción en Castilla y León,
Brugally CCM en Valencia, o los ligados a sus dos tesoreros, los famosos Bárcena
y Naseiro, ponen de manifiesto que la corrupción no ha sido algo casual en el
PP.
Soria es el segundo
ministro del Gobierno de Rajoy que presenta su renuncia al cargo por un caso
oscuro. Antes lo hizo la ministra Mato.
Pero una vez conocidos los papales de Panamá es difícil entender cómo
hasta el momento no ha presentado la dimisión el actual comisario europeo y
antiguo ministro de Agricultura, el Sr. Cañete, tras conocer sus negocios
familiares en paraísos fiscales. Las palabras de Montoro son trasladables a su
caso: “No se puede estar en el Gobierno y haber operado en paraísos fiscales”.
No hay que olvidar
que nombres tan significativos como Rato, Fabra, Barberá, Granados, Ignacio
González, De la Serna… están inmersos en procesos judiciales. Una manifestación
más de que lo ha ocurrido en el PP no ha sido casualidad. La corrupción ha sido
sistémica. Son muchos los que se han acercado al PP para utilizarlos como
plataforma de sus negocios o sus triquiñuelas.
Qué se puede
esperar de un partido cuyo presidente se hace el don Tancredo ante los continuos
casos, o incluso les anima a resistir y ser fuertes, como hizo con su tesorero.
Y el anterior presidente, el Sr Aznar, defrauda a la Hacienda pública y
entiende que lo de la tributación a él no le corresponde. Claro que si tenemos
en cuenta que instrumentalizó el cargo de presidente del Gobierno para sus
futuros negocios con los todos poderosos magnates de las finanzas, utilizando
de testaferro a su yerno, la cuestión es más fácil de entender. Nos
hallamos ante un problema de entender la
participación en la vida pública muy “sui géneris”.
España atraviesa
por un mal momento. La situación económica, política e institucional necesita
un nuevo impulso. Las últimas elecciones han permitido visualizar que la Nueva
Política lejos de ser una solución es un fiasco que participa de lo peor de la
Vieja, incluida la corrupción. Hoy España necesita regenerarse. Rajoy no puede
liderar un futuro Gobierno de España y el partido que preside, tampoco. España
es algo más que los intereses de un partido, sea de derechas o izquierdas.
El caso Soria elimina
cualquier esperanza del PP para recibir apoyo del PSOE. No lo puede hacer. La
izquierda honesta no se lo perdonaría nunca a Sánchez, cuanto menos un Gobierno
presidido con Rajoy. El PP busca nuevas elecciones para ganarse el indulto de
los españoles. No hay que descartarlo.
Ante un nuevo proceso electoral muchos españoles pueden ser insensibles ante la
corrupción. Lo vimos muchos años en Valencia y lo hemos comprobado en las
últimas elecciones generales en Segovia con el caso De la Serna. Si eso
sucediese seguirán inhabilitados para formar Gobierno. Creo que lo mejor es que
se regeneren y pasen un tiempo a la sombra del poder. Debieran buscar una
solución ahora, haciendo un gran servicio a España, de lo contrario están
expuestos a un gran cataclismo.
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