La famosa frase del divino Cayo Julio César, y que nos traslada
Plutarco, hace referencia a la importancia que tenía en la sociedad romana la
mujer del César. Julio César se divorcio de Pompeya, su mujer, al poco de ser ungido
emperador porque ella asistió como espectadora a una orgía sexual. Las más
conspicuas matronas del patriarcado romano podrían haber hecho efectiva la
revocatoria de su divorcio, ya que su esposa no había cometido ningún acto
deshonesto. Julio César contestó: “La mujer del César no sólo debe ser honrada,
sino además parecerlo”. Esta actitud es perfectamente trasladable al papel
institucional que deben tener diversos representantes políticos.
Recientemente el Caso Soria
ha puesto bajo sospecha a la presidenta del Congreso de los Diputados en el
papel institucional que debe desempeñar la Presidencia y la Mesa del Congreso.
Su rol ha de garantizar la independencia y neutralidad de la institución en sus
actuaciones frente a los diferentes grupos políticos, a la vez que generar
confianza en la población. Un desempeño del cargo que debe estar presidido por
la lealtad institucional en la realización de sus funciones.
Los hechos han puesto de manifiesto una actuación de partidista por
parte de la presidenta y de los miembros de la Mesa propuestos por el Grupo Popular.
Primero haciendo caso omiso a la petición mayoritaria de la Junta de Portavoces
para que se convocase un pleno ordinario de urgencia para la comparecencia del
ministro de Economía, y después con una interpretación sesgada del Reglamento
del Congreso por parte de la Presidencia para favorecer la comparecencia del
ministro en la Comisión de Economía antes de la celebración del pleno.
La prueba del nueve se puso de manifiesto cuando la presidenta del
Congreso manifestó que no convocaría el pleno hasta que el Gobierno le
comunicase su disponibilidad para asistir. ¡Como si el Parlamento estuviese
subordinado al Gobierno! El propio secretario de Estado de relaciones con las
Cortes en funciones recordó que el Gobierno no puede manifestar su
disponibilidad sobre un pleno que ni tan siquiera se ha convocado. La presidenta
del Congreso y los miembros del PP en la Mesa han hecho dejación de su papel
institucional. Un asunto muy grave que esperemos no vuelva a repetirse en el
futuro.
El papel institucional no sólo está limitado al Rey y a los presidentes
de los órganos institucionales. No, esta función se extiende a los
representantes de todas las instituciones públicas o privadas que despliegan su
actividad sobre la masa social a la cual
se dirige su función y sus trabajadores. Es el caso de los presidentes y
secretarios generales de los partidos y de sus órganos de dirección. Cuando
actúan de parte y defienden sus intereses quebrantando la neutralidad de su representación
están no sólo poniendo en entredicho a la organización, sino también su
idoneidad y capacidad para el desarrollo de su papel.
La hemeroteca reciente está repleta de trasgresiones del papel
institucional político. Hoy, más que nunca, son necesarios políticos al frente
de las instituciones que entiendan esto del papel institucional. Sólo así
potenciaremos la democracia y la regeneración política que tanta falta nos
hace. Y es que la mujer del César no sólo
debe ser honrada, sino además parecerlo.
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