2016 no ha sido un buen año; 2017 no se espera mejor.
Así lo ponen de manifiesto la opinión de expertos y la tendencia de los
principales indicadores sociales y geopolíticos. En este año que termina hemos
visto las inesperadas victorias del Brexit y de Donald Trump. Pero no ha sido
lo peor. El radicalismo yihadista se ha proyectado en 2016 con mucha
intensidad. La convivencia de diferentes civilizaciones parece una historia
imposible en este comienzo del XXI.
2016 dejará siempre en nuestro recuerdo la masacre de
Alepo. Un escenario donde las grandes potencias han librado sus batallas a
través de fuerzas interpuestas con muchos muertos inocentes. Alepo ya comparte
el horror de la historia con otras ciudades como Beirut o Sarajevo. Todo apunta
a que las cuatro guerras civiles árabes en desarrollo –Siria, Irak, Yemen y
Libia- continuarán sus contiendas en 2017. Me atrevo a prever que la barbarie
humana se superará en estos lares en 2017. La acción geopolítica no ayuda, y la
alianza rusa-americana emergente con el nuevo presidente americano, menos.
El mundo seguirá también bajo la amenaza terrorista,
en especial yihadista. En 2016 en Orlando, Niza, Estambul y Berlín dejó el
sello de la muerte y el desprecio a la vida del radicalismo islámico. En 2017
será muy probable que el Estado Islámico reducirá su potencial militar y
político, pero el yihadismo seguirá sembrando el terror con nuevas víctimas,
mutilados y muertos. Y sus aparatos de propaganda seguirán sembrado el miedo y
el pánico en la calle con sus mensajes y videos. Debiéramos hacerles frente, y
la mejor forma es ser insensible a sus alertas y mantener nuestros hábitos de
vida.
En 2016 el mundo ha cambiado. La UE no ha salido bien
parada. El Brexit puso de manifiesto un rechazo hacia la cultura del progreso
por parte de las zonas rurales de Gran Bretaña, a la vez que su malestar por la
diferencia de renta con las zonas urbanas. Sin duda, el mayor ataque a la Unión
Europea en sus 60 años de vida, a lo que se ha unido el triunfo del populismo
en EEUU. Sus efectos sobre la economía y la acción geopolítica en 2017 no serán
neutros. Este próximo año hay elecciones en Holanda, Francia, Alemania y, quizá,
en Italia; a las que podría sumarse España. Puede suceder cualquier cosa.
Europa está confundida y el comportamiento de los ciudadanos es difícil de
predecir. El populismo no deparará nada bueno y sí mucha incertidumbre y
deterioro social.
En España el panorama no es muy halagüeño. Continúa la
inestabilidad política. Y es posible que los presupuestos salgan adelante con el
apoyo de C’s y el PNV con un grave coste de inequidad territorial. El empleo
precario seguirá creciendo en 2017. Necesitamos empleo de calidad, pero para
ello hay que abordar el cambio de modelo productivo. La suficiencia de las
pensiones es otro gran reto que se ha de abordar este próximo año. Y el
problema catalán eclosionará, para bien o para mal. Confío y apuesto que sea
para bien. Un Año Nuevo difícil, muy difícil.