El atentado de la
Rambla en Barcelona y los hechos acaecidos en Cambrils han llevado a la
Generalitat, y más en concreto a su presidente y al consejero de Interior, a
enfrentarse con un problema real que entronca con la primera prioridad de
cualquier alto responsable político en el ejercicio de sus funciones:
garantizar el derecho a la vida de sus ciudadanos. En este caso la política de
salón no sirve, y mucho menos los juegos de artificio. Los Mossos d´Escuadra
reaccionaron con eficacia y evitaron esa misma noche lo que podía haber sido
otra masacre en el paseo marítimo de Cambrils. No es el momento de abrir un
debate sobre la concreción de la acción policial, mucho más cuando todo hacía
presumir que los terroristas podían llevar cinturones de explosivos. Las
imágenes que se han podido visualizar se prestan a la polémica. En todo caso,
estoy seguro que el Parlamento Catalán debatirá ampliamente sobre este suceso,
la seguridad de sus ciudadanos y la actuación de sus fuerzas de seguridad.
Espero que los parámetros que sirvan para medir la eficacia y oportunidad de
las actuaciones de la policía autonómica sean coherentes con el tratamiento que
se pueda dar en un futuro ante hechos similares al resto de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado.
Por suerte, el
día posterior al atentando en la plaza de Cataluña se trasladó a la ciudadanía
española una imagen de unidad de todas las fuerzas políticas frente a la
barbarie de la jornada anterior. Ver juntos en un mismo acto al Rey, al presidente
del Gobierno de España, al presidente de la Generalitat y al resto de los
líderes de las diferentes formaciones políticas es un gesto de obligado
cumplimiento hacia la dignidad de las víctimas. Cualquier político que se
precie no sólo debe condenar el atentado, sino que ha de expresar su horror
ante la crueldad y desprecio por la vida
humana mostrada por estos terroristas tan jóvenes, que apenas han tenido tiempo
para conformar su propio proyecto vital y que ponen de manifiesto las graves
heridas sociales que acosan a la sociedad del siglo XXI.
El atentado, sin
embargo, ha puesto de manifiesto algunas cuestiones preocupantes. En primer
lugar, el cierre de filas en torno al Pacto Antiyihadista. Una vez más Podemos
ha vuelto a dar la nota. A pesar de dar muestras evidentes de condena y repulsa
a la acción terrorista, como no podía ser de otra manera, ha reiterado su
posición de no integrarse en el Pacto. Cuando se analizan las razones
geopolíticas que esgrimen, lo mejor que se puede pensar es que viven en el
mundo de las utopías, más si se tiene en cuenta el desliz verbal de su socio de
IU. Lo cierto es que la acción de los yihadistas es trasversal, y cada célula o
llanero solitario va a su bola, de ahí la necesidad de cerrar filas en torno a
la acción preventiva y penal, así como la coordinación internacional. Y qué
decir de estos iluminados de la CUP. Ahora resulta que este tipo de acciones
terroristas son fruto del capitalismo y de movimientos fascistas. ¡Que se lo
expliquen a cualquiera de los muchachos que en un tiempo récord han conseguido
generar tanto terror, y sobre todo a las víctimas!
El Sr.
Puigdmemont ha puesto de manifiesto otra vez sus grandes taras políticas. Nadie
en su sano juicio, ante el miedo y la preocupación de los catalanes ante la
sicosis generada, puede recordar en estos momentos que para ellos lo más
importante es la hoja de ruta rupturista. Verlo para creerlo. La Generalitat y
los partidos que brindan su apoyo al proceso independentista están fuera de la
realidad política. Ni tan siquiera un sobresalto como el ocurrido estos días
les hace despertar. Esperemos que el pueblo catalán en unos próximos comicios,
más pronto que tarde, prescinda de quienes no están a la altura de las
circunstancias.
Muchos de ustedes,
igual que yo, es posible que siguieran la rueda de prensa del nuevo consejero
de Interior de la Generalitat con el Mayor de la policía autonómica. No dejó de
sorprenderme que el Sr. Forn no nombrase en un sólo momento a las Fuerzas y
Cuerpos de la Seguridad del Estado que estaban participando junto a los Mossos
en la acción policial; no así su mayor. Lamentable. En la acción antiterrorista
es absolutamente necesario el trabajo en red y bien coordinado para garantizar
la prevención y lucha antiterrorista. Estado, Comunidad Autónoma y Administración
local han de actuar como si se tratase
de un sólo cuerpo funcional. Los méritos no son de un cuerpo policial u
otros, sino de los resultados alcanzados para evitar y prevenir una acción
terrorista, y reaccionar de forma eficaz si no hubiese más remedio. Si algo
justifica la necesidad del Estado como nada es la defensa de los derechos y
libertades de los ciudadanos. La política de salón es una política ajena a la
realidad de los catalanes, y del resto de españoles.
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