En la semana
marcada por la convulsión de los casos Cifuentes y Puigdemont, la Comisión de
Cooperación del Congreso, con la presidenta del Congreso al frente, sus
portavoces y algunos miembros de la Mesa hemos realizado una visita a Mozambique para conocer y hacer seguimiento de los programas de cooperación españoles con ese país, la actividad de las
empresas españolas y las expectativas de futuro. El país sigue siendo uno de
los más pobres del mundo, al situarse en el Índice de Desarrollo Humano (IDH)
del PNUD 2016 en el puesto 181, sobre un total de 188 países. El 44 por ciento
de su población está en riesgo de pobreza extrema. La pobreza se visualiza por
doquier, incluso en la capital, Maputo; pero la alegría de sus gentes también.
Un pueblo que lleva la sonrisa en la cara y, a través de sus canciones y bailes,
glosa día a día su supervivencia. Los niños, la amabilidad de sus gentes y el
colorido y belleza de sus mujeres hacen el resto. Mozambique es un país
significativo de lo que es África y puede ser a futuro. Un país joven -el 44,3
por ciento de la población tiene menos de 15 años- que poco a poco alcanzará su
bienestar en el siglo XXI, como gran parte del hemisferio sur, e influirá en el
nuestro.
A pesar de su
riqueza en recursos naturales, la falta de infraestructuras y su ineficiente
organización política repercuten negativamente en el bienestar de su población.
El caso más paradigmático es el tema del agua. Sólo una de cada diez personas tiene acceso al agua potable, y siete de cada diez carecen de
saneamiento. El incremento del 80 por
ciento de la esperanza de vida se debe al agua y a los alimentos. Ahora viven
58 años de media, y enfermedades como el SIDA tienen una tasa de prevalencia
del 38 por ciento; el paludismo o la tuberculosis marcan su día a día; no
piensan en el futuro. El sistema sanitario es testimonial y centra toda su
atención en combatir la malaria o evitar la propagación del SIDA. A la falta de
especialistas sanitarios se une la ausencia de carreteras y redes de
distribución. Aun cuando disponen de medicamentos, a veces es imposible que
estos lleguen a tiempo a sus destinos.
España
restableció relaciones diplomáticas hace 40 años con Mozambique. Las mismas se
han centrado en el ámbito de la cooperación internacional. Sin embargo, los
intercambios comerciales han presentado siempre valores bastante modestos. En
materia de cooperación, España viene trabajando en tres intervenciones
relevantes: Salud, Gobernanza y Desarrollo rural. En salud cabe destacar el
apoyo del Gobierno de España al Centro de Investigación de Manhiça, creado en
1996 para el estudio de la malaria y enfermedades transmisibles. Destaca la
lucha contra la desnutrición y la formación de especialistas médicos. En
Gobernanza, la cooperación se limita a estudios y programas de formación. En
Desarrollo Rural, en la provincia de Cabo Delgado - la más pobre del país- se
promueve el aumento de productividad y la diversificación de la producción
agraria, a través de la gestión sostenible de los recursos hídricos. La
ordenación jurídica de la tierra, toda ella de propiedad estatal, limita
cualquier alternativa al desarrollo.
Mozambique es un
país con una enorme potencialidad económica. Recientemente se han descubierto
yacimientos de gas natural que lo pueden situar como el segundo país
abastecedor del mundo. Pero dispone de grandes yacimientos de bauxita. Prueba
de ello es que el 56 por ciento del aluminio en bruto importado por España
proviene de allí. Todos los expertos coinciden en que el país experimentará un
cambio muy grande en los próximos años. Su crecimiento con la explotación de
gas alcanzará los dos dígitos. El déficit de la balanza comercial española
puede resarcirse con nuestra contribución al desarrollo de las infraestructuras
y al incremento de las exportaciones de maquinaria y equipamiento. Hay que
tener en cuenta que nuestras exportaciones actuales no superan los 28 millones
de euros anuales, ocupando Mozambique el puesto 113 en nuestro ranking de
exportación. Para ello hace falta apostar y buscar seguridad jurídica a la
inversión.
La seguridad
jurídica ha sido la asignatura pendiente de Mozambique. Logró independizarse de
Portugal en el 75. Dos años después se inició una guerra civil entre el
gobierno de tendencia marxista leninista, apoyado por la URSS, y la resistencia
guerrillera anticomunista, alentada por Sudáfrica. En 1992 se celebró el
Acuerdo de Paz. En 1994 las primeras elecciones democráticas dieron como
ganador a los prosoviéticos, que han venido gobernando ininterrumpidamente y
con amplias mayorías, si bien en 2013 se reabrió el conflicto. El acuerdo de
alto el fuego de 2014 y las nuevas elecciones abrieron una puerta a la
esperanza para afrontar su asignatura pendiente: recobrar la paz, descentralizar
el país y modernizarlo. Y para ello es clave la seguridad jurídica, la
inversión extranjera y la confianza externa. Hay que destacar que en estos
momentos su deuda externa no está validada, y se encuentran en default, después
de la desaparición de 2.200 millones de dólares. La transición de los regímenes
autoritarios a los democráticos nunca es fácil, y menos para la clase
dirigente.
La visita a
Mozambique pone de manifiesto, al menos para mí, que la felicidad y la alegría
de un pueblo no siempre van ligadas a su nivel de riqueza, y todo depende como se
oriente ésta. Su forma de entender la vida en torno a la danza, la alegría y su
sentido del humor es una buena prueba de ello. El centro de educación e
integración de niños y jóvenes ‘Gaito’ es un reflejo de esa filosofía de vida.
Destaca también, y muy positivamente, el papel de la mujer. A pesar de partir
de una imperante cultura machista, su peso en la vida pública es muy alto y su
papel será determinante, por suerte, en los próximos años. Se palpa, y las
capoeiras tienen que triunfar. Y nosotros volvemos otra vez a la rutina de los
problemas de un mundo donde la jerarquía de los mismos no se corresponde con la
que debiera ser. Esta vez sueño con que Puigdemont termine de una vez con su
delirio de poder y Cifuentes presente la dimisión. España también se merece una
sonrisa.
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