domingo, 1 de agosto de 2010

Toros sí, toros no

La prohibición por el Parlamento de Cataluña de la celebración de las corridas de toros a partir de 2012 está generando una conmoción social y política en España y despertando grandes pasiones a favor y en contra. Algunos partidos políticos han aprovechado esta polémica para posicionarse en el contexto que consideran más ventajoso para sus intereses políticos, pero en un debate ajeno al que pretendía suscitar la iniciativa popular elevada a la Cámara autonómica.

Para todos aquellos que nacimos en el franquismo, los toros en sus diversas variedades han formado parte de nuestra vida cotidiana. A alguno, de la mano del abuelo, ya nos pilló una vaquilla con dos años en una de las calles del pueblo. Para la mayor parte de los municipios de España los toros han sido sinónimo de fiesta. No sé si con una asociación biunívoca a lo que se denomina fiesta nacional, pero sí ligada a un componente lúdico y muchas veces tedioso y cruel

La lidea de toros bien entendida es arte, belleza, miedo, pasión y riesgo. Pero tampoco se puede obviar su carácter cruento y sanguinario en un marco público de uno de los animales más bellos en libertad. Los festejos taurinos ha servido y sirve de pretexto para llenar la falta de imaginación y buen gusto de la programación festiva de muchos pueblos de España. A muchos de ellos se trasladan las pasiones y frustraciones humanas.

El correbous, el toro embolado, el toro enlazado, el toro de la Vega, e incluso algunos encierros taurinos son espectáculos más propios de la Edad Media que de una sociedad moderna, sensible, avanzada y respetuosa con la vida de los animales. Su desarrollo requiere de una regulación urgente que evite el maltrato de este bello animal, que a veces sufre de forma desmedida ante al barbarie y la falta de sensibilidad.

La afición taurina es cada vez menor, al menos a las corridas de toros. Basta asistir a los distintos cosos de España para comprobar que la llamada fiesta nacional lleva muchos años de capa caída. Sin embargo, las corridas de toros son el único espectáculo taurino donde el sufrimiento del animal está tasado en tiempo, a pesar de que su agonía y muerte es un rito que cuenta con el aplauso y alegría colectiva. No ocurre así en los otros espectáculos taurinos, por lo general muy participativos y tediosos, donde la vejación y el maltrato suelen constituir un denominador común en muchos casos.

El debate taurino no es, ni debe plantearse, como un tema identitario, porque no lo es, salvo en la mente de algunos políticos oportunistas y populistas vacíos de contenidos y convicciones; tampoco se puede regular en contra de la lógica de los tiempos; ni se pueden cambiar las costumbres y tradiciones de un día para otro. Es bueno ir dando pasos acorde con la sensibilidad que requieren los nuevos tiempos. Por suerte, España es plural. Respetemos sus decisiones soberanas y miremos al futuro con visión larga.




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno...bueno... QUIETO si que te has quedado, que es lo mas difícil

Anónimo dijo...

Sr Gordo se ke ve el plumero. Ha hecho usted un artículo muy inteligente en defensa del mundo taurino. Es una vergüenza que un espectáculo como lo que ustedes, los taurinos llaman los "toros", siga vigente en este siglo. Por digidad hay que suprimir las corridas y encierros taurinos. No se puede estar más tiempo al dictado del populacho. !Abolición, ya!

Anónimo dijo...

"Aunque la mona se vista de seda, mona se queda". Es el caso de las fiestas taurinas. En estos días por casualidad coincidí en uno de los muchos encierros que se celebran en su tierra. Ví con mis propios ojos como a unos becerritos se les empujaba con una retroexcavadora ante al impasibidad e indiferencia del público allí presente. ¿Qué me dice? Dé la cara como senador y trabaje para acabar de una vez por todas con este espectáculo tercermundista. Por favor,no les defienda.

Anónimo dijo...

Se le ha olvidado la suelta del toro de Coria, donde la vasca se dedica a torturar al toro tirándole dardos, que muy bien se los podían tirar a ellos mismos. En gran parte de los encierros de los pueblos de España se maltrata a los toros y vaquillas. A estos maltratadores les ponía yo una rueda de molino. Con esta canallada hay que terminar. Eugenio

Ignacio dijo...

Determinar toros si, toros no,genera un debate más profundo. Como bien expresa en su articulo, el sufrimiento al toro, va más allá de las corridas de toros. En muchos pueblos de la geografia española, celebran estos dias sus fiestas en las que el "toro" parece ser lo más importante. La diversión que generan tradiciones ancestrales, sin tener en cuenta el sufrimiento indiscriminado, incontrolado y muchas veces salvaje del animal. Centrarse solo en eliminar el espectáculo de las corridas de toros, es superficial y articulos como el suyo, nos abren los ojos.
Ignacio Gonzalez.

Anónimo dijo...

Y digo yo: ¿Qué mejor defensa del mundo taurino que evitar las barbaridades que algunos humanos practican con astados?

Anónimo dijo...

Es triste, muy triste, comprobar cómo algunas personas tratan (seguro que inútilmente) de contrarrestar sus problemas, inquietudes o frustraciones haciendo sufrir a un pobre animal. Y me estoy referiendo, sobre todo, a las barbaries a las que, en nombre de la tradición, algunos defienden. Tenemos que acabar con esas barbaries.

Anónimo dijo...

Hola Juan Luis,
personalmente opino que una cosa es regular las fiestas de los toros y educar a la gente en el trato apropiado de los animales durante los festejos y otra muy distinta es prohibirlos.
Si al final prohibimos aquellas cosas que nos hacen distintos (sí, ya sé que habrá comentarios acerca de la reducción de cabezas o de la antropofagia) nos homogeneizaremos como el resto del planeta. De ahí a hacer concursos de flores (muy dignos, por cierto, no se me malinterprete), no queda nada. Pero seguro que las fiestas nos parecen bastante más aburridas e insípidas. Y no se trata de que se sigan haciendo burradas a los toros (cosa contra la que estoy en contra), si no de que se los respete y se los corra o se los toree como ya sucede en festejos de muchos pueblos de España como Sangarcía. Las anécdotas de Coria o la de la retroexcavadora son hechos aislados, deleznables, eso sí.
Si seguimos así, ¿habrá alguien que proponga que se eliminen los encierros de Pamplona? Porque... ¿quién no nos dice que llegará un día en que se diga que los toros sufren por perseguir a los humanos y no cogerlos? Al tiempo...