sábado, 19 de julio de 2008

El Tratado de Lisboa: Una respuesta a los retos de futuro de Europa


El pasado día 15 de julio, el Senado aprobó, por 232 votos a favor, seis en contra y dos abstenciones, el Proyecto de Ley Orgánica por la que se autoriza la ratificación por España del Tratado de Lisboa, que modifica los Tratados de la UE y la CE ahora en vigor, pero no los sustituye, una vez que las Cortes Generales han aprobado la citada Ley. El Tratado de Lisboa deriva del fallido tratado por el cual se establecía una Constitución para Europa, y que no contó con la ratificación de Irlanda y Holanda, no así la del pueblo español que la aprobó con una amplia mayoría por referéndum.

Europa sigue siendo algo lejano para muchos ciudadanos de sus estados miembros. Prueba de esta afirmación es la escasa identificación que muchos europeos tienen con sus instituciones y sus símbolos. Sin embargo, desde la constitución de la CECA –Comunidad Europea del Carbón y del Acero-, como embrión de lo que después fue la CEE –Comunidad Económica Europea-, y hoy es la UE –Unión Europea-, el avance en bienestar de los pueblos de Europa integrados en esta institución supranacional ha sido notable. Y sin riesgo a equivocarse, en ella se encuentra el origen y progreso de los pueblos de Europa.

Europa tiene una amplia diversidad cultural, patrimonial y lingüística. Por desgracia, se han sucedido grandes acontecimientos bélicos, que hoy repudiamos con fuerza. Nadie, concluida la II Guerra Mundial, hubiese apostado por una gran Europa unida. Y, sin embargo, en apenas 40 años han caído las fronteras; se permite la libre circulación de capitales y ciudadanos; la moneda única, el euro, se extiende a la mayoría de los estados miembros –alguien pudo pensar alguna vez que desaparecería la peseta como símbolo de identidad nacional de España- y Europa es el continente de la solidaridad. Hoy, por suerte, los Estados han cedido parte de su soberanía en aras a un beneficio solidario de todos.

Europa se constituye pasito a pasito. Muchas veces hemos estado al borde del precipicio, pero siempre hemos salido y avanzado. Lo mismo ocurre con el Tratado de Lisboa, como alternativa a la Constitución para Europa. Europa tiene que modernizarse. Necesita instrumentos eficaces y coherentes adaptados, no sólo al funcionamiento de la Unión que ha pasado de 15 a 27 miembros, sino a las rápidas transformaciones del mundo actual. El nuevo tratado proporciona más protagonismo al Parlamento Europeo, al potenciar la codecisión entre él y el Consejo; pero también establece la posibilidad, por primera vez, de que un Estado miembro se retire de la Unión; y se establece la figura de la “iniciativa ciudadana”, por la que al menos un millón de ciudadanos de un número significativo de Estados miembros podrá pedir a la Comisión que haga propuestas de legislación.

El Tratado de Lisboa aboga por una Europa más eficaz. A partir de 2014 la mayoría cualificada en la toma de decisiones obedecerá al principio de doble mayoría (55% de los Estados miembros y el 65% de la población); y se establece el cargo de presidente del Consejo de Europa, elegido por dos años y medio.

Europa sigue avanzando, aunque sea paso a paso, como ya ocurrió con Monet, Adenauer o Delors. Hasta el momento el tratado ha sido ratificado por 22 países, y faltan por pronunciarse cuatro, que todo indica que lo harán. La ratificación del Tratado de Lisboa por Irlanda es indispensable para su entrada en vigor, ya que se ha pronunciado en contra mediante referéndum. Seguro que los irlandeses estarán a la altura de las circunstancias, aunque la entrada en vigor prevista para el 1 de enero de 2009 tenga que retrasarse. En Europa siempre hay sobresaltos, pero al final siempre se llega. Por suerte para los europeos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo pero no comparto tu entusiasmo. El europeismo español va a experimentar un retroceso notable cuando dejen de llegar ayudas y los ciudadanos dejen de ver el beneficio. Además opino que Europa se ha equivocado con nosotros cuando haquerido convertir el medio rural en el jardincito trasero a base de hacerlo bucólico e improductivo. Opino que hay que ser europeo por encima de todo pero sin entusiasmos. JMA

Anónimo dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con el planteamiento que haces. Quizás el entusiasmo europeista haya disminuido coyunturalmente por razones monetarias . Por un lado , el euro nos ha supuesto mucha prosperidad , seguridad y estabilidad económica, aunque , en el corto plazo nos haya traido más inflacción y una evidente pérdida de capacidad de maniobra en la política monetaria. Por ejemplo, ante la escalada del euribor ya no tenemos la capacidad directa de bajar los tipos de interés para abaratar las hipotecas, sino que dependemos de un banco central europeo para que lo haga. En cualquier comunidad, sociedad o alianza lo que hace avanzar el interés común de los socios es el respeto por las reglas . Europa nos ha hecho avanzar, unas veces muy deprisa y otras muy despacio, como muy bien dices sufriendo y sabiendo estar a la altura de las circunstancias. Nos toca ahora ser solidarios con muchos otros países que lo necesitan para desarrollarse (como nosotros en su día) y contribuir al bienestar común europeo. Todos los días veo en el metro como Rumanos , Bulgaros, etc..se sacrifican ahora por el futuro de sus generaciones venieras, y sobre todo, como nos miran deseando llegar a lo que ahora nosotros tenemos. Estoy seguro que por este camino en unos años ellos habrán ganado en prosperidad en sus países :tendrán que sufrir para poder pagar una hipoteca, dos coches en casa, vacaciones en la playa, un móvil por cada niño y quien sabe si se podrán plantear contratar a una persona de origen turco, moldavo, etc..para que cuide de sus hijos y mayores.Moraleja: la prosperidad se construye sufriendo