La desestimación por el Tribunal Supremo de la objeción contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EpC) debiera constituir el punto final de la estrategia ofensiva que han orquestado desde hace tiempo el PP y la Iglesia Católica, con su cardenal Rouco a la cabeza, contra la política educativa del PSOE.
Como hace unos días recordaba Fernado Vallespín en una tribuna de opinión en el diario ‘El País’, si el alto tribunal no hubiera fallado en este sentido, hubiese tenido que justificar que los principios, derechos y valores fundamentales reconocidos en nuestra Constitución no vinculan a nuestros ciudadanos. Es decir, se hubiese proclamado la superioridad de la vieja moral cristina y quebrado la neutralidad del Estado con respecto a las distintas confesiones y creencias.
La asignatura de religión constituye para los populares, y en general para los que impulsan las políticas conservadoras, la principal herramienta de proselitismo e inversión en futuros adeptos. Los valores y costumbres que se traducen a temprana edad en los colegios y escuelas, aprovechando la edad de aprendizaje, determinan en gran parte la actitud y posición futura de muchas personas ante los posicionamientos políticos. Es una inversión que nadie como la Iglesia ha sabido rentabilizar, a través de los réditos que recoge mayoritariamente el partido conservador por excelencia en España, el PP.
La EpC no deja de ser una amenaza para la mejor inversión ‘a coste cero’ que tienen los populares para aumentar su ejército de combatientes. Por eso, ante este contrapié no nos ha de extrañar que en los próximos meses, desde los púlpitos y las aulas, se escuchen voces para proseguir la ‘cruzada’. El presidente de la Generalitat valenciana ya la ha comenzado. Y es que la fe mueve montañas.
Como hace unos días recordaba Fernado Vallespín en una tribuna de opinión en el diario ‘El País’, si el alto tribunal no hubiera fallado en este sentido, hubiese tenido que justificar que los principios, derechos y valores fundamentales reconocidos en nuestra Constitución no vinculan a nuestros ciudadanos. Es decir, se hubiese proclamado la superioridad de la vieja moral cristina y quebrado la neutralidad del Estado con respecto a las distintas confesiones y creencias.
La asignatura de religión constituye para los populares, y en general para los que impulsan las políticas conservadoras, la principal herramienta de proselitismo e inversión en futuros adeptos. Los valores y costumbres que se traducen a temprana edad en los colegios y escuelas, aprovechando la edad de aprendizaje, determinan en gran parte la actitud y posición futura de muchas personas ante los posicionamientos políticos. Es una inversión que nadie como la Iglesia ha sabido rentabilizar, a través de los réditos que recoge mayoritariamente el partido conservador por excelencia en España, el PP.
La EpC no deja de ser una amenaza para la mejor inversión ‘a coste cero’ que tienen los populares para aumentar su ejército de combatientes. Por eso, ante este contrapié no nos ha de extrañar que en los próximos meses, desde los púlpitos y las aulas, se escuchen voces para proseguir la ‘cruzada’. El presidente de la Generalitat valenciana ya la ha comenzado. Y es que la fe mueve montañas.
1 comentario:
Pero, ¡qué razón tiene, señor Gordo! Todo esto me suena a los autoritarismos que no podían permitirse que la plebe supiese algo más que comer, trabajar y dormir (y no en ese orden, precisamente). O cuando a las mujeres no se les permitía saber más que coser, lavar, cocinar y tener hijos. Y es que, para la derecha de rancio abolengo, el peligro está en que la 'plebe', los ciudadanos, sepa, conozca, sea capaz de pensar y de decidir. Y consideran un gran riesgo el que la religión, su religión (claro está), no adormezca y controle hasta en la forma de respirar. Claro que están comiendo un craso error: No estamos en el medievo...
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