¡Qué miedo pasamos algunos! Por suerte ha llovido mucho, y lo que sucedió aquel día del 81 hoy es inimaginable. Este país no tiene nada que ver en estos momentos con el de aquel tiempo: casposo y pobre, muy pobre, que acababa de salir de la dictadura, y cuyo nivel cultural dejaba bastante que desear.
El 23-F fue la acción reactiva de un grupo de militares impulsados por las clases privilegiadas provenientes de la dictadura ante el temor de perder sus privilegios, a la vez que reacios a un cambio de régimen como el que se estaba produciendo, que garantizaba el ejercicio democrático de las libertades y la Justicia Social. El cambio democrático se veía dificultado por la situación económica y social de España en aquel momento. La renta per cápita era muy inferior a la actual. La inflación alcanzaba el 20 por ciento y la prestación y subsidio de desempleo no tenía el nivel de cobertura actual.
La reciente cultura democrática iba permeabilizando poco a poca las distintas capas sociales ruarles y urbanas, pero de forma desigual. Los 40 años de dictadura pasaron factura. El cambio de ideas y de costumbres se produjo de forma muy rápida. Del 78 al 81 el cambio había sido ya muy notable. Aún así, determinados grupos no acababan de asimilarlo. Las clases sociales altas y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado –no todos sus miembros evidentemente- fueron los más reacios. De ahí que esa tarde del 23-F muchos de ellos viesen de nuevo la luz y causasen durante unas horas el terror y el miedo en todos aquellos y aquellas que habían tenido un mayor protagonismo político en la transición o en el postfranquismo. Por suerte, la pesadilla duro poco. Y hoy gran parte de esos justicieros se han integrado en la normalidad democrática e incluso militan en algún partido conservador con vocación de gobierno. Mejor ahí que montaraces.
La universidad era otro mundo muy distinto. La política se vivía de diferente manera según cursases estudios sociales, humanísticos o técnicos. En este último caso, que era el mío, éramos muy pocos los que debatíamos y teníamos inquietudes políticas. El 23-F representó para todos los universitarios españoles una clara señal de compromiso con los derechos y libertades emergentes en nuestro país. Para algunos –muchos en el caso de las escuelas técnicas-, por desgracia, fue un toque de atención con su responsabilidad social. Hoy, por suerte, el sistema democrático, aunque muchos denosten a los políticos, es algo consustancial con nuestra forma de vivir y pensar. La libertad impera y el miedo no será protagonista en este 23 F de 2011. 30 años después los españoles nos sentimos orgullosos de nuestro sistema democrático.
2 comentarios:
Rectifica Juan Luis, no fue en el 83 sino en el 81.
Hoy, ¿somos mas ricos? con un gobierno que nos ha subido la luz un ¡40%!; con una educación posicionada en puestos que no son precisamente de honor; con un estado de las autonomías (17+ 1 parlamentos y los mismos gobiernos)ruinoso y sin criterio de Estado; con un paro que es muy difícil de referenciar pues los criterios ¡han cambiado tanto!; con unos políticos profesionales de la política al precio que sea sin mayor esfuerzo ni sacrificio que el de "ganar un puesto de privilegio " en listas cerradas o como asesores para trabajar para el partido, pagándolos todos (de esto bien sabes por experiencia propia); donde la empresa privada (¡que pocos socialistas son empresarios! y cuantos sindicalistas son socialistas de los que no generan trabajo)...
Podría seguir con un análisis del estado del país actual sobre el de el 1981, pero que coste que no estoy ni estuve a favor del golpe de estado, pero el país que vivimos no es de dulce, sr. Gordo.
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