domingo, 22 de mayo de 2011
Soluciones
El Movimiento 15-M ha capitalizado la atención política de la última semana en nuestro país, coincidiendo con la segunda semana de campaña electoral de las autonómicas y locales. Un movimiento que expresa la indignación y desesperación de muchas personas con la situación política.
En muchas plazas de España se han congregado jóvenes, menos jóvenes y también curiosos para expresar, a través de asambleas y debates, diversas demandas políticas, que podrían sintetizarse en la exigencia de un futuro mejor y de una democracia más perfecta, con una clase política más digna de la sociedad española. La crisis económica está teniendo unos efectos perversos para las sociedades occidentales. Al empobrecimiento como consecuencia de la penuria económica le acompaña le acompaña el deterioro anímico de la población. Los que más lo están sufriendo son los jóvenes, que son los más diezmados por el paro, pero también otras muchas personas marginadas por su situación económica.
Es entendible que la población que peor lo está pasando quiera ver luz cuanto antes. Es entendible que expresen su indignación colectiva en la calle. La cuestión es si hay solución inmediata a un problema que se ha enquistado desde hace casi un siglo en nuestro país, y que tiene mucho que ver con nuestra estructura productiva. Un país sin un gran tejido industrial, sin grandes empresas y empresarios, baja cualificación y pobre espíritu emprendedor; con las familias endeudadas hasta las cejas como consecuencia de la burbuja inmobiliaria, y con una economía poco competitiva y de baja productividad. A ello se une la falta de financiación externa en estos momentos.
La génesis real de problema en nuestro país, como en el resto, se encuentra en el sistema económico: la economía del mercado. Otros sistemas económicos alternativos han fracasado y han creado más miseria que el hegemónico. En un mundo globalizado como el nuestro la incorporación de los países asiáticos y, en un futuro, el hemisferio Sur con más intensidad lleva asociado una difusión de rentas y un empobrecimiento progresivo de las zonas más ricas, entre ellas la nuestra. La solidaridad intrínseca no es ajena a las tensiones internas. El problema no son las protestas, sino las soluciones a las causas de las protestas. La solución no es local, sino que requiere el concurso de todos los países de forma concertada para poderla afrontar. Pero esto es imposible, y más cuando su bienestar es asimétrico. Difícil papeleta.
Hasta el momento, el Estado del Bienestar está garantizando en términos generales una vida digna. En el marco económico actual las medidas del Gobierno van en buena dirección, acorde con las posibilidades del sistema económico. Cualquier otra alternativa como apunta el partido conservador podría crear una brecha social aún mayor. Hoy más que nunca se requiere cordura. Solo de esa forma conseguiremos disminuir los efectos de la globalización. El sistema democrático español ha permitido modernizar nuestra sociedad y avanzar notablemente en nuevos derechos. Es representativo, y como otros sistemas no es perfecto. Es urgente corregir sus ineficiencias y adaptar sus instituciones a los nuevos tiempos. La elección directa de los representantes o la implantación de sistemas de representación menos mayoritarios pueden generar efectos muy perversos para la eficiencia de la gobernanza de nuestro país. Mucho más en tiempos de grandes turbulencias, como el actual, donde la ‘lírica y el romanticismo’ no son buenos compañeros de viaje.
La dignidad de la clase política es otro de los grandes temas de debate. La honestidad, honradez y dedicación de cada político tiene mucho que ver con la convicción democrática y compromiso público de cada persona dedicada a la vida pública. Los ciudadanos han de ser exigentes con sus políticos y los partidos que los representan. No somos todos iguales, pero no se nos puede tratar a todos con el mismo rasero. Por suerte, en nuestro país la participación en la vida pública está abierta a todos los ciudadanos en condiciones de igualdad.
El Movimiento del 15-M supone fundamentalmente el despertar de una generación que parecía estar dormida. Puede ser una excelente oportunidad para incorporar a nuevos ciudadanos con el compromiso cívico que requiere nuestro país y su sociedad. Trabajar por los demás y ejercer la responsabilidad colectiva es muy duro, más cuando acompaña la incomprensión y la demagogia. Ante todo, todos hemos de mantener los píes en la tierra. Nuestros problemas pueden tener soluciones factibles a medio y largo plazo, pero no óptimas en el corto. De la utopía no se vive.
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1 comentario:
Si que hay posibilidad de cambiar pequeñas cosas que harían efecto y que, aun pareciendo lógicas, los políticos no os atrevéis. Un ejemplo es no permitir que se presenten en listas los que tienen causas con la justicia POR LEY. Es difícil entender que haya tantos políticos, no todos, pero si muchos, cuyos objetivos personales estén por encima de los de servicio que, supuestamente, los mueve. ¿Es tan difícil hacerlo?
Si que es cierto que la globlización nos afecta pero quejarnos no sirve para nada. Cada uno,en la medida que pueda, debe aportar y poner en marcha soluciones. Si TODOS actuamos así al final TODOS saldremos beneficiados. Si TODOS somos capaces de dejar de mirarnos el ombligo y pensar un poco en nosotros, pero como conjunto, es decir, en la sociedad, seguro que nos iba mucho mejor.
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