domingo, 19 de febrero de 2012

Quiebra del espíritu constitucional



Los ecos de la reforma laboral ya han llegado masivamente a la calle. Las manifestaciones convocadas por los sindicatos han puesto de manifiesto el nivel de indignación de los españoles con la reforma laboral del Gobierno del PP. Una reforma que quiebra los principios de negociación colectiva recogidas en nuestra Constitución y que supera líneas rojas que ni la propia dictadura se atrevió a traspasar en su momento en materia laboral. La mayoría absoluta no da derecho a romper los pactos de consenso que informaron la Transición democrática.

Derecha e Izquierda renunciaron, a la hora de pactar la Constitución española, a muchos de sus planteamientos en aras al consenso y para garantizar la convivencia de los españoles. Aznar ha defendido la tesis de que los conservadores españoles ya han pagado durante estos años un duro peaje renunciando a sus principios ideológicos, y es el momento de defender e impulsar los principios y postulados neoliberales. Así lo están haciendo, mucho más cuando cuentan con una mayoría absoluta holgada. Este Gobierno es un gobierno de “contrarreformas”. Ahí está la reforma laboral, ya aprobada; pero revocaran la ley de plazos de interrupción voluntaria del embarazo; y el propio presidente Rajoy anunció en su momento que derogaría la ley que posibilita el matrimonio entre homosexuales. La mayoría absoluta le da alas al PP.

En la reforma laboral el Gobierno del PP ha actuado al dictado de la patronal. Ha roto el equilibrio en la negociación laboral entre empresarios y sindicatos, a favor de los primeros. Ha despreciado los derechos de los trabajadores y ha precarizado el empleo. La reforma laboral se centra fundamentalmente en el abaratamiento y facilitación del despido. Y, argumentado que busca la competitividad de las empresas, impulsa la bajada de los salarios sin explorar otras fórmulas alternativas que permitan mejorar la productividad. La reforma no respeta derechos esenciales, como el “derecho a la salud”. Una ausencia justificada de un trabajador durante nueve días en intervalo de dos meses es motivo de despido.

El PP intenta enmascarar su actuación con propaganda política. Sabe que todo vale si se confunde a la opinión pública. Y en eso son unos maestros. Han convertido la mentira en un arma de acción de política. Para ello cuentan con un importante elenco de medios de comunicación que se mueven bajo su ámbito de influencia y amplifican los mensajes. Solo les queda asaltar la Radio Televisión Pública, y están en ello. Esto es lo que les hace inmunes a actuaciones como la subida de impuestos o el abaratamiento del despido, cuando prometieron lo contrario. Y lo que quede por venir. Hoy el PP está ajeno a los valores que marcaron el espíritu de la Transición. La mayoría absoluta les ha sentado mal a los españoles, aunque parece que muy bien a los populares.










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