Trabajo, trabajo, trabajo y más trabajo, pero también unidad, cambio, compromiso, liderazgo compartido, ideas, equilibrio intergeneracional, mensaje común, oposición útil e inteligente, partido federal que no confederación de partidos, comisión ejecutiva fuerte… Estos y otros términos expresan y resumen gran parte del ideario político del nuevo líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Un gran líder. Una persona curtida en experiencia y conocimientos que tiene un proyecto socialdemócrata para España y un proyecto de partido transformador y progresista para todos aquellos que se sientan comprometidos en nuestro país con una sociedad cohesionada.
La elección de Alfredo Pérez Rubalcaba significa un corte con lo que algunos han definido como el “zapaterismo”, que de alguna una manera defendía la opción de Carmen Chacón. En este congreso se ha optado entre un modelo de socialismo moderno de corte realista y pragmático frente a otro de tono romántico y en una continua carrera de superación a sí mismo. Se ha elegido entre dar respuesta a los problemas con propuestas reales o enrocarse en planteamientos utópicos con la que está cayendo. En definitiva, entre “hacer política” o “jugar a la política”. Desde mi punto de vista, y con todo el respeto a otros planteamientos, la sensatez ha ganado, aunque con muy poca holgura.
Los 952 delegados del 38 Congreso del PSOE han elegido a su secretario general con plena libertad democrática. En muchos han primado más las razones emocionales que las racionales. No dejan de ser sorprendente las razones esgrimidas por algunos compañeros para elegir una u otra opción: algunos invocaban razones territoriales para justificar su voto; otros el poder de referencia de algún líder local, aún entendiendo y reconociendo como mejor opción la alternativa; y otros, los menos, proyectando sus propias frustraciones políticas. Por suerte, los más, por convicción en el candidato y con lo que representaba. Los delegados del PSOE en este congreso no han hecho más que reproducir el perfil sociológico del españolito de a pie. Al final siempre prima “la ley de los grandes números”.
Una vez elegido el secretario general y su ejecutiva, ya solo queda trabajar el futuro para hacer futuro. Rubalcaba es un buen piloto, pero no dependerá todo de él. En primer lugar, hay que restañar las heridas que este proceso ha dejado para evitar que se agranden. Hoy el PSOE, para dar repuesta a los retos de futuro, requiere “unidad”, que no es lo mismo que integración. Requiere unidad de acción y también trabajar con un liderazgo fuerte y compartido por todo lo que representa nuestro proyecto socialdemócrata. No sobra nadie, pero tampoco falta nadie que se intente integrar en el proyecto subordinando los intereses generales a sus propios intereses. Y también anteponer los intereses de España a los del partido haciendo una oposición útil e inteligente. Solo de esta forma ganaremos el futuro. Estoy seguro que el futuro será nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario