Las desproporcionadas cargas de la policía contra los chavales del instituto Luis Vives de la ciudad de Valencia han puesto de manifiesto la torpeza democrática del nuevo Gobierno del PP. Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, acaba por romperse. Y esto es lo que le ha pasado al PP. Durante los gobiernos de Zapatero se tildó su política de seguridad ciudadana de blanda y miedosa. En la primera oportunidad que han tenido se han descubierto, aunque se niegue expresamente que los temas de seguridad ciudadana son muy sensibles y más vale pecar de prudentes que de osados.
La carga de la policía respondió a directrices de la delegada del Gobierno. Las imágenes hablan por sí solas. Su actuación recuerda a los tiempos de la dictadura. Inaceptables e intolerables por su bestialidad y crudeza. La responsabilidad política es del Gobierno, mal que le pese a la delegada, que a pesar de comportarse como un halcón, después fue incapaz de comparecer ante los medios de comunicación, lo que hizo el jefe Superior de Policía mandatado por ella, con poca fortuna, por cierto. Algo insólito. La policía nunca debe comparecer, salvo para cuestiones técnicas; al menos los que hemos tenido mando en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado lo hemos tenido siempre muy claro. La responsabilidad política siempre era nuestra.
El Gobierno ha reaccionado mal. Una acción como la de Valencia requiere la asunción inmediata de la responsabilidad política. Entre otras razones para evitar en un futuro que una actuación de esas características no se vuelva a repetir, pero también por respeto a las víctimas de la carga desproporcionada. La delegada del Gobierno debiera haber sido cesada fulminantemente. Sin embargo, el PP ha demostrado, una vez más, su doble vara de medir. Ha puesto en marcha el ventilador, y los culpables de este suceso son los chavales que protestaban por no tener calefacción y los socialistas. Para ello, no ha dudado en poner en marcha su amplio abanico mediático y a los tertulianos afines. Ahora resulta que los que vamos contra el Estado somos los que reclamamos el Estado de Derecho.
La semana ha estado acompasada por los carnavales. Unas fiestas con menos colorido y profusión que otros años debido a la crisis y a la falta de dinero, pero que siguen evocando la burla y el toque irónico de los temas de actualidad. No ha faltado Urdangarín, o los Gürtel en las calles de nuestras ciudades; o la llegada del nuevo Gobierno con Rajoy y su comparsa. En la ciudad de Segovia el colorido y el ambiente, aunque algo, menor ha acompañado. No han faltado a su cita en la calle el líder de IU en el Ayuntamiento, Luis Peñalosa, y el
Las torpezas democráticas bien merecen su sátira en fiestas como los carnavales, a la vez que les dan ese toque popular y justiciero. No es para menos.
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